Debo confesar que me aterra el pasado,
que únicamente lucha y amargura en él encontrarás,
si investigas en la bola de cristal al que ahora se halla a tu lado,
a ese ser que da gracias porque al conocerte comprendió de que consta la buscada felicidad.
Al fin vio la luz que necesitaba en tus ojos,
el más dulce sabor que pudo concebir lo descubrió en tus labios,
por ello comprenderás que el sentimiento que compartís para él es su más preciado oro,
y desde que supo que eso era amor decidió cuidar todas las flores de su patio.
Velar noche y día por ti y por sí mismo,
abrigarte cuando amenace la tormenta y la tempestad,
y en el momento en que sobrevenga un seísmo,
él se refugiará en un poderoso sentimiento de lealtad.
Ese que aposenta hacia tu persona,
y que creciendo está,
el que el abandono jamás perdona,
el que debe mimarse durante toda la eternidad.
Y es que la senda es nueva para éste caminante,
siempre se le observó cruzar sus ríos en soledad,
pues nunca de masas fue ni será escritor o cantante,
tan sólo encontró en ti y en lo que hace un remanso de paz.
Siempre agradecerá todo aquello que la vida le ofrece,
y siente el miedo de perder en ella su fe y un cierto sentido,
las injusticias y su violencia le enervan y ofenden,
y su promesa es luchar hasta que brote de su cuerpo su último latido.
Escrito el 13/04/2014.
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