A Diana me la encontré bajo la luz de la luna,
con sutil destreza cautivó mi destrozado corazón.
De todas las estrellas de la tierra yo sólo deseaba una,
con la que poder mantener un idilio de mutua pasión.
Unidos en mi lecho la noche helada nos encontró,
tu eres la fiel doncella, que mi mente siempre habita.
Con unos ojos insolentes en la oscuridad alguien nos contempló,
esto es un secreto insondable, que el descanso a mi pensamiento quita.
Porque ese ser cruel te apartó de mi lado en este amanecer,
tu, ante mi mirada, injustamente te desvaneciste,
hasta el punto de que sin querer te veo de mis recerdos desaparecer,
puesto que tu fuiste ese tierno amor, que hacia mi pecho jamás existe.
Debes saber que aún retengo en mis labios el dulce sabor,
de tu cuerpo esbelto y traicionero,
que irrealmente me dio su calor,
porque aunque fue un sueño, se mostró sincero.
Escrito el 26/13/2013.