Me siento vacío, carente de espíritu,
y en la voz de mi pensamiento como único inquilino pernocta el silencio.
Mi faringe es gris piedra, el sueño, recuerdo,
y en mi pecho como tenue y exhausto latido
un insonoro eco.
Se acumulan en este cuarto de luz sombría
las ropas que tropiezan confusas sin dueño,
y algunos papeles inválidos,
que ya nadie lee,
que ya nadie quiere
y caen en el olvido del viento.
Me siento vacío sin ti
a pesar de estas imágenes que rumian mi mente.
Medito mi castigo,
se acumula la rabia,
en espera paciente está el miedo.
Vuestros rostros se expanden y contraen,
lo oscuro que aposento no emerge.
Me devoran los susurros que no consigo oír,
las presencias de frente que ya nunca se tienen.
Las entrañas no engañan,
tampoco el dolor ni el ocasional llanto.
La paz eterna de los que se fueron
es el pavor a la locura que en mí hallo.
Feliz por lo que tuve,
apesadumbrado ahora ante el frío mármol.
Me siento del todo vacío,
mis geranios yacen solitarios y pálidos,
los días navegan en la barca del sinsentido
por el río del desánimo,
y sin embargo…