Cinco minutos más para contemplar tu sonrisa y poder acariciar tu rostro. Para darte las gracias y sentir en mi cuerpo tu abrazo.
Cinco minutos para parar nuestro tiempo y la eternidad para amarnos.
A veces oímos vuestro llanto, y sentimos el dolor que sentís, a pesar de no ver lágrimas recorriendo la cara, aunque en un respetuoso silencio nosotros contengamos la rabia.
También comprendemos vuestra fortaleza mental, que no se concede una queja, pues a la inversa de Sanson que al perder el pelo hizo lo propio con su fuerza, a vosotras el desprendimiento del cabello os otorgó una entereza ante el sufrimiento, una determinación para la lucha y una valentía, que son mi envidia y mi orgullo, una lección de como sobrellevar en la vida con la máxima dignidad un lamento.
Pues sabéis que os ronda de cerca el sepulcro, y que cada día, cada minuto, es como un regalo que alguien nos ha brindado.
Por eso deseamos que exista siempre entre nosotros cinco minutos, eso querrá decir que aún respiramos, que hay esperanza de un futuro, sin importar que sea su tiempo corto o largo.
Y es que aún podemos subir a un tren, el que nos lleva a vuestros brazos, podemos sentir el sol y su calor, la brisa y su tacto, contemplar la belleza de una flor, y en los días de frio y de lluvia, todavía podemos abrigarnos.
Siéntate hoy conmigo a ver como el agua cae y coge mi temblorosa mano, en este instante da igual el mañana o el ayer, lo importante es que estamos juntos en este banco. Hagamos de este rato algo inolvidable, porque aunque algún día uno de los dos falte, en el sentimiento del otro será como si estuviese a su lado.
(Dedicado sobre todo a dos grandes mujeres, la tía de la mujer con la que he conocido el deseo de querer compartir con alguien toda la vida, y a la persona que siempre estuvo a mi lado, la que en este momento que escribo más siento que amo, y de la que más he notado que me ha amado).
CON TODO EL SENTIMIENTO DE MARISA, Y LAS PALABRAS DE DANIEL.
Escrito el 29/11/2014.