Uno de estos días comenzarás a darte cuenta de que navegas por un gran río, y comprobarás que a uno y otro lado de tu balsa van dos personas que introducen de vez en cuanto dentro de ésta geranios, pensamientos y margaritas de bellos y múltiples colores. Estas flores son un tesoro que tendrás que cuidar y que a su vez deberás repartir e intercambiar cuando llegue su momento, pues la travesía es aún muy larga y quedan todavía muchas lunas antes de que consigamos llegar al mar.
Si alguna vez te preguntas qué hacemos en este río, el porqué de sus molestas salpicaduras y vaivenes, el porqué de sus obstáculos y sus rápidas y peligrosas corrientes, piensa en que todo tiene un sentido, aunque a veces la bruma que todo lo envuelve no nos permita verlo con claridad. Ten presente que nuestro principal objetivo es salvar estas aguas que ahora nos guían, pues otros deberán navegarlas después que nosotros e igualmente tendrán que luchar por preservarlas al igual que otros lo hicieron en el pasado del mismo modo.
Este río no lo transitamos solos, otras embarcaciones se acercarán a la tuya para después marcharse, algunas permanecerán largo tiempo a tu lado, quizá con suerte una o unas pocas te acompañarán desde un momento dado durante el resto de todo tu viaje, mas en el camino habrá bifurcaciones y el río en ocasiones se dividirá en dos, unos cogerán un camino y otros otro, y aunque con algunos de los que te separaste te volverás a reencontrar sabrás cuando el frío te produzca un escalofrío lo qué es sentir añoranza, y acariciarás las flores que ellos te dejaron deseando que ellos hagan lo mismo con las que tú les regalaste, y anhelarás encontrarte de nuevo con algunos rostros de aquellos que quieres y quisiste.
También nosotros nos alejaremos de ti, cuando tú decidas que debes transitar por este río solo y estés preparado. Tal vez elijas a alguna compañía que te ame y a la que tú también ames, y quien sabrá si llega a suceder esto o si más tarde, en un bonito día juntos enseñaréis a navegar a alguien que recién haya llegado a vuestro lado. Pero no temas, pues entre los juncos que se encuentran en la orilla nos verás sonreírte mientras recorremos un afluente cercano, y de vez en cuando nos volveremos a juntar y de esta forma seguro que seremos todos felices.
Mas ten cuidado y no te olvides de ser prudente, pues hay personas que en sus embarcaciones llevan ramas llenas de espinas. Seguro que te intentarán hacer daño arrojándote alguna. Cuando esto suceda piensa en la viveza y la alegría del color y el valor de tus flores y no permitas que se encuentre ninguna espina mucho tiempo clavada en tu balsa. Húndelas en el agua para dejar que el río las aleje y así terminen desapareciendo, no las vuelvas a arrojar, porque cada espina que lances o te guardes te hará ponerte cada vez más triste, y algunas de tus flores empezarán a marchitarse. Que nadie te arrebate tu tesoro porque es tuyo, lucha siempre ante la adversidad con una sonrisa.
Nada más te puedo contar, nada más se me ocurre, solo te pido que cuides de tu balsa. Recuerda que tu madre y yo en un futuro te esperaremos en el mar, y allí junto con todos los seres que queremos festejaremos que hicimos lo que pudimos por salvar nuestro río, y no hay mayor éxito que ese, dar de ti con amor todo lo que realmente pudiste y decidiste dar.
PORQUE MI HIJO DANIEL JOSÉ ES LA RAZÓN POR LA QUE YO CONTINUARÉ LUCHANDO POR INTENTAR SALVAR NUESTRO RÍO….
ESCRITO EL 20/11/2018
Antes de que Daniel José sea consciente de las dificultades del viaje de la vida que tan acertadamente describes en esta alegoría, debe aprovechar la bonanza de sus primeras etapas protegido por sus guías y guardianes que posibilitan el más feliz (quizá el único autenticamente feliz) periodo de su larga travesía hasta que el río deja de serlo.
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