LA NANA DEL GATO GRANDE

Canta a la blanca luna o al resplandeciente sol,

con devoción a la Virgen María

o en el ocaso más triste y vacío

quizás prefieras hacerlo

a la melancolía

de una casi ya marchita flor.

 

Hazlo aunque no halles en ti el ánimo

para abrir las ventanas,

a pesar de que un manto gris

cubra el cielo

y la lluvia incesante

en tu aciago y apático mundo caiga.

 

Mas por favor, nunca dejes de hacerlo,

permítele a tu sueño

pagarle cada anochecer a la esperanza y al sosiego

con el sonido con el que embelleces el viento,

pues la más hermosa melodía

por siempre será la tuya,

y tu voz debe enseñar cómo volar al ruiseñor.

 

Siente la música

con el pecho que algún día me amamantó,

hazlo a pesar de que tu padre ya no riegue los geranios

ni tu madre esté junto a ti al encender el fogón.

 

Cambia la letra de toda canción,

pues el susurro que te dicta el alma

es más alegre y más tierno,

y hace que todos mis amaneceres me despierten

con un sentimiento de plena ilusión…

 

Ahora hazme una promesa,

la promesa de que jamás dejarás de cantar,

porque no deseo que en mi interior se hospede ni la soledad ni el silencio…

 

Por ello, por favor te lo pido,

porque aunque el gato grande nunca permita escaparse al ratón,

tú me enseñaste qué es el amor nota a nota,

y sé que llevaré tu canción siempre conmigo,

ella suena con el ritmo del latido de mi corazón.

           

 

Escrito el 11/11/2017.