A ti, que en cuya presencia se disipan todos los fantasmas de mi a veces debilitada mente, que eres ese dulce elixir que aleja la crueldad de mi pasado, haciendo también que desaparezca en el presente el horror de la incertidumbre, sólo a ti, desea mi pecho eternamente amarte.
Al despedirnos, al dejar en suspenso un sentimiento que está creciendo, observo tu silueta difuminarse con el sol y su brillo.
Triste se queda en Madrid mi alma, y mis labios comienzan a sentir una tremenda e inusual añoranza.
Pues tu eres la única dama que con intensidad me conmueve, por la cual yo como un loco enamorado suspiro, con la que me descubro plenamente feliz en el mundo, la que se encuentra en todas y cada una de las noches en mis más bellos sueños.
Yo que era un enfermizo vagabundo, un ser marginal y sin futuro, del dolor un amante, me sorprendo gracias a ti siendo otro distinto hombre.
Mas únicamente de todo corazón puedo expresarte lo que pienso y siento, y es que desde este momento te espero con anhelo, ya que ahora que te vas, sólo puedo decirte a ti y a los cuatro vientos, que en el pasado a nadie quise como comprendo en el instante de nuestra despedida que sin poder evitarlo…te quiero.
Escrito el 09/04/2014.
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