Hoy una brisa furiosa disipó la bruma de las aguas del río,
el sol volvió a alumbrar con sus rayos de oro desde el lejano horizonte,
llenando de una triste luz el existir y su hastío,
puesto que sobre los hombros lleva mi amigo un ataúd hacia el monte.
En esta cruel noche sienten añoranza corazones que aprecio,
un hombre batiendo las alas de la muerte abandonó finalmente este mundo,
al que un violín desafinado muestra con osadía su desprecio,
elevando sus notas discordantes fruto del pesar y de la soledad de un vagabundo.
Puesto que el cielo en este amanecer abrió con alegría sus puertas,
acogiendo a un nuevo miembro que lleva en su maleta lo que es su experiencia,
bajo esta que es nuestra tierra reposará su carne ya yerta,
mas el alma que se ha ido de amor no tendrá carencia.
Y que mi persona sin ninguna piedad arda en el fuego del infierno,
si esta última estrofa no fuese en sus letras sincera,
porque en este día tu ángel emprendió un vuelo eterno,
y el mío aún se halla en su espera.
(A Carlos Martínez y su madre Dioni)
Escrito el 20/02/2014.