AÑORANZA

El sol de otoño entra por los cristales.

Me sorprendo mirando al gris asfalto.

Medito sobre lo que debo hacer, dudando de mi improbable valía. Sintiéndome abandonado, sintiéndome olvidado.

Como en tantas mañanas tristes como esta, intento recordar otras más felices. En las que me encontraba en la escuela, en una edad que lindaba entre la niñez y la adolescencia. Habitando en una tierra de miel, en donde todo lo que me rodeaba me ilusionaba. Siendo este un lugar, en donde me mostraba lleno de esperanza.

Reconociendo con amargura en este momento, que es una época ya pasada. Que sin embargo alivia mi angustia, siempre que consigo evocarla.

Como en tantas melancólicas tardes como esta, intento vislumbrar tu mirada, esa que se cruzaba siempre con la mía, puesto que ambas se buscaban. Paseando juntos por alamedas hacia tu calle. Despidiéndonos dulcemente en el portal. Sin atrevernos a besarnos, sin atrevernos a tocarnos, aposentando un deseo jamás realizado.

Siendo este mi primer sentimiento,  el único que considero verdadero.

Como en tantas noches como esta lloro, al pensar que no te despediste. Que un mal día a la salida del colegio me topé con tu ausencia. Que al tercer día sin verte corrí desesperado hacia tu barrio. Llamando al timbre de una casa vacía, que me dejaba el corazón tiritando. Indicándome de este cruel modo, que intentase olvidar tu rostro.

Encontrándome así ante mi primera frustración. Teniendo que seguir de nuevo mi solitario camino.

Como en tantas madrugadas como esta, no puedo dormir. Entrándome dudas de lo que soy, de lo que hago. Viendo a veces tu presencia en la oscuridad, a mi lado. Notando ahora  el vacío invadiéndome por dentro. Dando vueltas por esta helada cama. Que te echa de menos. Que retiene tu perfume entre sus sábanas.

Sintiendo hoy mi corazón hacia ti, una insensata añoranza.

Escrito el 28/10/2013.

EL PRIMER INTENTO

En este, mi primer pretendido poema,

con alejandrinos, al estilo del maestro,

quisiera plasmar a fuego algún gran lema,

reflejo de la esencia de lo más nuestro.

El amor hacia este transitado camino,

el llamado vida, que busca esperanza.

Sin intuir que nos deparará el destino,

teniendo las manos ajadas por la labranza.

Con un latir noble aposentando el alma,

y una pluma indeleble mostrando su don.

Intentando mantener la sosegada calma,

que ostenta el susurrar de mi humilde canción.

La misma que la belleza desea alcanzar

con tinta, esfuerzo, y un merecido placer,

que algo de dulzor deje en el agrio paladar,

del buscador de palabras que ve amanecer.

Escrito el 24/10/2013.

REFLEXIONES MUNDANAS SOBRE TEMAS DIVERSOS VII.

ALGO REALMENTE PERJUDICIAL.

Hay muchas circunstancias diferentes en la vida, de las cuales unos sacan provecho, y otros se hunden poco a poco en  un lodo que cada vez es más espeso.

Errores de los que no se tiene culpa:

Primero: de tener una sensibilidad  fuera de lo común, que puede ser dañada ante cualquier gesto o palabra fuera de tono, y ser profundamente conmovida ante las injusticias propias y ajenas.

Segundo: Además de esa mencionada hipersensibilidad, o debido a ello, poseer una devastadora ambivalencia, es decir, tener dos sentimientos opuestos al mismo tiempo. Cosa poco comprendida, incluso para el sujeto que la padece, hallándose en la tesitura de una continua elección. A que sentimiento prestar atención y a cual no, aunque ambos sean reales e igual de intensos.

Errores de los que sí se tiene culpa:

Primero: del estar demasiado pendiente de los demás, los cuales, en vez de agradecerlo, piden más y más, siendo a menudo malinterpretado cuando no puedes dar de ti lo que ellos consideran, o a lo que les has acostumbrado. A lo que intentas dar explicaciones, que son rechazadas. Encontrando así una imposibilidad de comunicación.

Segundo: La incomprensión hacia tu persona, por no actuar como el común de la sociedad, creyéndose ésta que sí, encontrándote situaciones en las que no entiendes como puedes ser criticado, cuando has intentado hacer lo mejor para la otra persona. Viendo dicha persona intereses ocultos, cuando sólo hay espíritu de ayuda y altruismo.

Tercero: Tener unos valores exacerbados, que no sirven para manejarse en este mundo, en el que lo que importa es aparentar, siendo la persona sincera la más despreciada, porque dice cosas que muchos no quieren oír, prefiriendo una falsedad que halague, y una amistad barata. Esa que no exige, pero que se esfuma cuando intuye problemas.

Conclusión:

Cada uno tiene que fijarse en sí mismo, siendo un poco egoísta en sus intereses, sin importarle el parloteo ajeno, pues siempre serás criticado en mayor o menor medida, hagas lo que hagas. Creándote así una psico-coraza, e intentando ser indiferente ante ataques externos. Pues su lucha es otra, y está demostrado que la entrega abnegada a los demás no obtiene recompensa, sino frustración, y un sentimiento continuo de inutilidad. Porque el que no se quiere ayudar a si mismo no puede ser ayudado por los demás. Porque como ya se ha dicho: no hay más sordo que el que no quiere oír, ni más ciego que el que no quiere ver.

Lo intenté todo por ser entendido, pero la gente sólo ha mirado las cosas desde su propio punto de vista, sesgado y parcial, sin importarle mucho el mío.

Esto ha hecho que pierda unos ideales que ya caducaron. Aprenderé con esfuerzo desde ahora a centrarme más en mi. Pues es necesario para una salud que ahora está invadida por el sufrimiento, y  cuya existencia quiere que sea lo más posible feliz.

Escrito el 20/10/2013.

LAS DUDAS.

A veces me cuestiono seriamente la amistad.
Constantemente lo hago con los sentimientos.
Busco de manera ilusa una irreal verdad,
que revuelve mi ya de por si enloquecido pensamiento.

Ese que nunca llevará la razón,
que se ve completamente inútil.
Pues con tanto bandazo al corazón,
ha hecho de éste un organo fútil.

Que aposenta sentimientos opuestos,
sin saber realmente lo que siente.
Al que en su crecimiento todos sus maestros,
le inculcaron un verbo que nunca miente.

No hallando en ello mi persona orgullo alguno,
mas bien una profunda e incipiente tristeza.
No teniendo en absoluto culpa ninguno,
sino su alumno que creyó en tanta falsa pureza.

La que no es encontrada en este mundo,
ese que trata a la sensibilidad de forma cruel.
Convirtiendome asi en el solitario vagabundo,
que hacia si mismo intenta siempre ser fiel.

Y es que hay dias de acuciante duda,
en los que siento una profunda tristeza.
Siendo esto una dolencia aguda,
ante la cual pretendo mostrar entereza.

Hallando en esa duda propia, una inocente alma rota,
y al derrumbado pecho que poseo, desangrándose gota a gota.

Escrito el 19/10/2013.

A LA PEQUEÑA ROBA CORAZONES

Hay momentos en la vida, en que todo tiene un sabor agrio. En que te levantas cansada, con una insistente ausencia de esperanza. No ves puertas abiertas, ni brazos dispuestos a acogerte. Tan sólo las mismas calles, el mismo transitar indiferente.

Yo en esos instantes, observo una fotografía en la que tu apareces, con postura graciosa, con rostro sonriente. En ella corres haciendo que tus pies vuelen libres, recordándome de ese modo al niño que fui. A ese que escapaba de toda desidia, del horror que le esperaba apostado en lo alto, del mundo que a veces se le mostraba ingrato.

En aquellas edades tempranas, mi lucidez era admirada, era poseedor de un futuro brillante, y caí en la trampa de creerlo, totalmente iluso, como todos aquellos que depositaron en mi su fe. Muchos de los que ahora se preguntan incrédulos, las causas de tan devastador derrumbe.

Con sonrisa ironica, cual mueca grotesca, a veces cínico, a veces disperso, escribo con esta pluma que aún no está seca.

Con lágrimas en los ojos reconozco ante ti, que perdí mi apuesta. Porque no supe usar los dones otorgados, porque la melancolía se apoderó de mi alma, esa que camina solitaria y vagabunda, intentando no lamentarse del vil y doloroso pasado, ese que de rememorado es cada vez más odiado.

Utilizado, criticado, deshonrado, en ocasiones apartado, así es como me ha tratado el día a día, al que ya no tengo más remedio que proferir halagos, convirtiéndome así en otro de sus repugnantes esclavos.

Haciéndolo igualmente de esta sociedad, que lentamente me ha atrapado, a la que quisiera volver la espalda, mas el sufrimiento y la soledad hacen débil y cobarde mi pecho, sintiéndome falso a veces, a veces ostentando un orgullo insensato, pues no soy más que un ser con harapos, que con dificultad su existir como una pesada carga va arrastrando.

Deseo para ti todo lo contrario, una libertad y felicidad plena, que crezcas sin dar tantos bandazos, con una personalidad fuerte, carente de penas. Que mires siempre al futuro, con los pies en el presente. Que tengas un corazón puro, que aposente un sentir sincero eternamente.

Lucha por no fallarte nunca Alejandra, porque la vida no consiga corromperte. Brega por tus sueños sin contemplaciones. Ayúdate a ti misma, antes que a los demás. No cometas los mismos errores que tu tío, que perdió su propio trayecto en aras de un ideal,  uno completamente utópico, irreal en este paraje terrenal.

Hazlo por tu latido, en este lugar que a veces hostil se muestra, pero que en algunos resquicios, contiene felicidad y belleza.

Por último te pido, que no hagas mucho caso de estas palabras, que aunque están escritas honestamente, son fruto de una mente hoy nublada.

Tu tendrás también momentos de profunda tristeza. Mas yo sólo puedo prometerte, que mis oídos estarán siempre atentos, si tu quieres con confianza hacia ellos mostrarte.

Siendo el único honor que me queda, el de poder en tu senda ayudarte.

A mi sobrina Alejandra.

Escrito el 16/10/2013.

CARTA A UN AMOR IMPOSIBLE.

Las calles de Madrid fueron testigo de nuestros paseos, de nuestros encuentros. LLegado el momento yo decidí ser honesto, quise no mentir a un sentimiento que comenzaba a crecer, que comenzaba a mostrarse como verdadero. No por miedo alguno, sino más bien por bondad, porque intuía que tu te alejarías de mi vera sombría, siendo lo pretendido una realidad. Lo deseé y ahora lo comprendo, quise de nuevo solo emprender mi vuelo.

El rumbo de la vida nos unió en un tramo del trayecto, bifurcándose en este instante el camino, tú siguiendo tu senda religiosa, yo andando solitario hacia mi incierto destino.

Ese que  estará alejado de tu presencia, aunque de mi mente jamás serás borrada. Ni tú ni aquellos maravillosos días, en los que la felicidad nos fue entregada.

Porque como dijo un sabio poeta, ¨Donde fuiste feliz, no has de intentar volver¨. Manteniendo así bello tu recuerdo, evocándolo un instante a cada amanecer.

Tan sólo te ruego, que busques un hombre que te cuide, un hombre que te respete, te alabe y te ame. Y que tú con él hagas lo mismo, pues no hay nada más triste que un sentimiento falsamente compartido. Hallando así en vuestro mutuo amor a un compañero, que si Dios lo permite será eterno.

Mas no lo busques exclusivamente en el mundo religioso, puesto que ello no es garantía de nada, es preferible encontrar un noble corazón que en su honradez no tenga tacha, a un piadoso malvado, de fines truculentos. Eso te aseguro que es lo que más importa, te lo dice mi maltrecho corazón, el mismo que a pesar de su breve existencia, de desengaños tiene bastante escarmiento.

Deseándote al fin un buen viaje, y un mejor destino. Ofreciéndote mi sincera amistad, pues a tu llamada acudiré siempre raudo, pretendiendo mi corazón que a tu Dios nunca abandones, y que en tu interior a Él siempre le halles.

Yo continuaré paseando solitario, hacia un incierto destino. En mi pecho estará aposentado, tu recuerdo hasta mi ocaso.

Y es que lo deseé y ahora lo comprendo, quise de nuevo emprender solo mi vuelo.

Escrito el 13/10/2013.

UN CAMBIO DE RUMBO.

En una habitación a oscuras, entre libros ya leídos, otros que se leerán. Algunos cuyos párrafos no serán escrutados por estos, mis cansados ojos, los cuales contemplan la negrura imperante, la que bordea el abismo, del que se encuentra delante, del que en mi transitar dejé atrás, no hallando aún el esperado y deseado olvido.

Pues mi camino está lleno de espinas, que se clavan,  que producen dolor en mi humilde y ajada alma. Que posee un latido que va dando tumbos, sin llegar nunca a desfallecer, encontrándose un poco aturdida, convirtiendo de este modo suplicio en armonía, la de la escritura, si, la de mi alegría. Aposentando ahora en mi vida un corazón vacilante, dudoso entre el amor y la belleza, el de una mujer, o el de mi pretendido arte.

Cogiendo al instante mi pluma, garabateando palabras vencidas, las mismas  ya escritas por otros hombres, por otras manos más brillantes. Mezclándolas y rebuscándolas en hojas sucias, en un papel permanentemente condenado, al deshecho en un cajón, a un posible encuentro fortuito, lejano en el tiempo, quizá muy lejano.

Pensando, reelaborando, tachando, añadiendo…..aprehendiendo.

Encontrándome ahora en un jardín luminoso, entre el césped escarchado del alba, con mi cuerpo desnudo y temblando. Paseando al desperezarse el sol, que levanta su dorada cabeza, ascendiendo, si, subiendo hasta poder observar lo que a él más le interesa.

Siendo esto el ajetreo de la existencia, con sus soñolientos habitantes, de esta que es nuestra tierra, y de cuyo sentido, nuestra mente sin quererlo se muestra distante.

Haciendo en este momento un viraje en mi rumbo, antes que el crepitar de mi llama se extinga. Porque aun teniendo tiempo inestable, mi voluntad decidió ser fiel a su espíritu. El cual ostenta en su esencia, un sentimiento por siempre libre y diletante.

El de un vagabundo, que eligió emprender su propio camino, volando a ras de suelo, sin hacer mucho caso a los obstáculos de su accidentado camino.

Escrito el 12/10/2013.

 

 

LA ESCAPADA.

En una recóndita localidad andaluza de la provincia de Jaén, entre floreadas sendas y misteriosas laderas, llegan a un hotel pintoresco de fachada antigua, poseedor de una sala de recepción acogedora y unas habitaciones que no están exentas de cierto lujo. Siendo allí recibidas con afectuosos gestos de amabilidad, en el principio de un fin de semana que se les antojaba pleno de libertad, carente de toda carga.

Ellas, las seis, las cuatro hermanas y sus dos cuñadas, decidieron hacer un breve paréntesis, una escapada de sus preocupaciones cotidianas, las del día a día, con el pretexto bien fundado de una celebración, perpetrada a modo de sorpresa para una de ellas, pero necesaria y necesitada por todas y cada una. Por el reciente tiempo que se les había mostrado cruel, y que pretenden que en este lugar sea olvidado.  Cogiendo un renovado respiro, una bocanada profunda, para afrontar la temporada que viene, la que discurrirá hacia un nuevo camino, que todas esperan y desean que les sea más amable, a su tránsito menos hostil.

Viviendo este momento con alegría, saboreando cada instante presente. Sintiendo la exaltación que crece en sus corazones a cada segundo. Entre copas de dulce y jovial vino de Azpilicueta, manteniendo charlas recurrentes que al anochecer se tornan en sinceras confidencias. Consiguiendo hallar así un dormir sereno, un sueño profundo, lleno de bellas evocaciones que moldean el pasado, el cual se les representa en la mente como algo alegre, produciéndoles de esta forma una sensación de tremenda nostalgia.

Al amanecer, la mayoría continúa durmiendo, sólo dos se levantan al alba, dándole los buenos días a ese sol rojizo que empieza a invadir los valles. Acariciando con sus rayos las flores, que a modo de respuesta, le abrían sus pétalos ofreciéndole sus dulces y hermosos encantos.

Ambas se fueron a dar un paseo, y a su regreso se encontraron a todas levantadas, acicalándose para ir a tomar el desayuno y para la extenuante jornada de senderismo que les esperaba.

Al rato ya estaban caminando entre montañas, observando unos arroyos que  hacían que resbalasen sus aguas a través de pequeñas precipitaciones, deslizándose por la piedra, corrompiéndola, en constante y voluntariosa lentitud. Diminutas mariposas pululaban de un lado para otro, ajetreadas ante la certeza de su corta vida. La frondosa fauna, los escarpados exabruptos del terreno, eran contemplados por unos ojos ahora diáfanos, carentes de la desidia que produce lo cotidiano. Pensando únicamente en el paso siguiente, en el nuevo paisaje que les será revelado a cada recoveco del camino. Dejando al pasado de lado, manteniéndolo en un pasajero olvido.

Descansaron al atardecer, y cuando la luna empezaba a mostrarse briosa, montaron en un tren renqueante, que traqueteaba dudoso por unos finos railes, los cuales les conducían a otro diferente paraje, en cuyo seno se auspiciaban tranquilos los ciervos, y saltarines los gamos, y donde también se hallaban a su paso Jabalíes, o ¨coshinos¨, como los denominaba el rudo guía a su manera un tanto tosca.

Llegando así al culmen de su dicha en el regreso, subiendo al mismo tren, las mismas seis mujeres, las cuales se sentían en completa armonía­. Unidas por un aprecio sin astas, que en estos dos días se había sorprendentemente arraigado fuerte en sus entrañas. No pudiendo después de inmediato acudir a los brazos de Morfeo, saboreando aún esta noche que se les antojaba plena de libertad, carente de toda carga.

Mas siempre traicionera, llegó la cruenta mañana, y con ella el día de regreso de aquel pequeño y placentero ensueño. Rumbo a una realidad que no obstante será diferente, porque algo ha cambiado en sus miradas, algo se transformó dentro de sus pechos, que ahora laten intensamente en la lucha diaria, esa que a todos nos acomete.

Siendo para ellas aquella escapada un recuerdo de bienestar, que eternamente será recurrente.

ESCRITO EL 09/10/2013

CAPÍTULO CERRADO.

Por unas angostas calles de Madrid, entre su gris asfalto y el ajetreo de sus castizos ciudadanos, tuvimos un primer encuentro, al que siguieron varios.

Los emprendimos con algo de ilusión, yo ausente de esperanza, y el tiempo me indicó que no me equivocaba.

Y sé que no mereces ningún texto, por tu burdo y vil sentimiento, que aposenta su dulce rostro, en el hombro de otro cuerpo. Que seguro que amará tu joven belleza, pero que jamás sabrá amar tu esencia.

Tienes que saber, que el paso de los años con su inevitable desgaste, hará que se esconda de tu cara esa pureza. Que tus ahora fieles admiradores desaparecerán, que llegará un momento en que ya no llamen a tu puerta, y que tu ardiente lecho, frío quedará. Mas tú en este momento no te das cuenta, tan inocente como eres.

Mientras, yo seguiré buscando algún rumbo que me guíe hacia un corazón sincero, pues lo prefiero, antes que compartir un mismo colchón a cada vez más breves momentos.

Porque conozco tu futuro, ¡quiera Dios que me equivoque!, al ser el mismo del de tantas, que se creyeron nobles, y al final la realidad les hizo en el barro revolcarse.

De este modo sufrirás y te refugiarás en el salvador rezo, como hiciste siempre, puesto que en tu cobardía no supiste nunca afrontar en soledad esta vida, no hallando así, una por ti buscada alegría.

Y yo ya no estaré ahí para amortiguar tus golpes. Habré volado a otros labios más honestos, hacia otro querer que sea más auténtico.

Poseyendo así fidelidad eterna a esta mi alma, que se muestra vagabunda y sincera.

Dándote las gracias, por hacer que abriera mis cegados ojos. Esos con los que empezaba a amarte. Contemplando en la lejanía, la falacia de aquel mayo, en el que juntos nos creíamos felices, siendo el mutuo latir falso.  Marchando yo al fin de una senda por ambos brevemente compartida. Abandonando a esa rosa marchita, que es tu presencia, y que en este instante se pudre en un rincón olvidado, puesto que de mi pensamiento raudamente  desaparece.

Sabiendo que no mereces ningún texto, por tu burdo y vil sentimiento, que aposenta ahora su dulce rostro, en el hombro de otro cuerpo. Que seguro amará tu joven belleza, pero que jamás sabrá amar tu esencia.

No malgastando en ti más mi tinta, sin rencor eternamente me despido.

Contento estoy al haber mantenido la promesa, de tener un verbo auténtico, que intenta no mentir nunca, ni siquiera por un amor, que se mostró deshonesto.

Reescrito el 09/10/2013.

EL ENCUENTRO CONTIGO.

No voy a hablar de cuando te tuve a mi lado,
ni del maldito alba en el que de tu lecho partí,
tampoco del mutuo latir que en nuestro pecho fue hallado.
Hoy tan sólo lo haré de tí.

De tu bella y alegre sonrisa,
de esa mirada hacia mi penetrante.
De la cobarde huída con la brisa,
de por ti ahora mis labios suplicantes.

Puesto que apareciste entre una nebulosa,
siendo esa maravillosa presencia,
a veces real, a veces dudosa.

Porque me quedo con la esencia,
de tu seductor coqueteo de mimosa,
que me hizo creer que de la soledad, aquella noche, tenía carencia.

(para nadie en especial).

Escrito el 05/10/2013.

MALOS MOMENTOS.

Hay días en los que te quieres quedar en la cama, en completo silencio, en perpetua oscuridad. Por no ser comprendido, por estar cansado de tanta lucha sin hallar recompensa. Dándote cuenta del desprecio, del prejuicio, del miedo que irradias con tu mera presencia. Puesto que no entienden en su inmensa ignorancia, que tu posees una mente mucho más lúcida que la suya, pero que callas por prudencia, porque cuando hablas no te escuchan. Porque te acallan alegando tu presunta locura, a pesar de que lo que dices es sincero y lo pensado coherente y honesto.

Por eso comprendo a los que abandonan, entiendo su frustración plena, porque son golpes bajos recibidos todos los días. Porque los que tendrían que ayudarte y apoyarte, en su mayoría, no saben hacerlo. Porque muchos son tan hipócritas como denuncian que lo es esta sociedad. Sin llegar nunca a saber que tienen a personas a su cargo que en mayor o menor medida dependen de su guía analítica. Sin comprender que de que se les conduzca o no de manera certera depende su futuro. Uno con tenue luz, u otro lleno de sombras. Truncando a veces por negligencia o descuido realidades favorables. Por sus malos gestos, por su altiva desfachatez de creer tenerlo todo sabido en una ciencia tan compleja, que se halla todavía en su comienzo. Poniendo de este modo etiquetas, que todos aceptan sin entender su significado, lo que ellas provocan.

Tanta lucha perdida, tanto sufrimiento y dolor, en estos días en que prefieres quedarte en la cama, quizá hasta con el legítimo deseo de morir de inanición. Por tantas renuncias impuestas, demasiadas pruebas a tu valía. Que sin embargo, hagas lo que hagas, será cuestionada, cualquier acto tuyo explicado bajo un mismo punto de vista, el de un maldito diagnóstico, eso que nunca serás tu, pero que a nadie parece que le importe.

Para colmo, hay quién te tacha de débil, sin ni siquiera llegar a intuir cuanto cuesta a veces sonreír, teniéndote que tragar tanta mentira. Sin que se den estas personas cuenta de que las superas en inteligencia, que tu patología no es la de la estupidez, y que hace mucho que ya no te valen simples palabras, puesto que en ellas dejaste de creer.

Por todo ello, cualquier otro no se hubiera levantado jamás. Al veinteavo golpe se hubiera quedado anclado, sin que nadie pudiera hacerle ningún tipo de reproche. Sin embargo, yo enderezo mi cuerpo y sigo en la batalla cotidiana. A pesar de aposentar una cruenta guerra interna, y a que me hallo en un ambiente hostil. Ese que a seres humanos como a mí nos ofrece la vida misma.

Confesando que a veces deseo tirar la toalla. Frustrado, cansado, reventado por el desánimo. Mas continuaré caminando mientras mi pecho no cese de latir, mientras no se pudra en el infierno que sé que me espera.

Por ello, en mi ocaso, cuando me tumben en el lecho eterno, los que en verdad me quieran en lugar de llorar con tristeza, sonreirán con tremenda alegría.

Puesto que cuando llegue mi hora, con brindis festivo quiero ser despedido. Aunque creo y deseo que aún mi fallecer está lejano.

Pretendiendo en el tiempo que me queda, el que me ha sido otorgado, con tinta y papel continuar luchando.

Escrito el 04/10/2013.

PRESENCIAS PERDIDAS.

Tú, que tiraste por el sumidero seis años de felicidad relativa, entre discusiones y escenas apasionadas en el sofá. Que ahora tienes en las manos una botella, la cual hiciste añicos al arrojarla contra la pared, provocando así que se expanda al deslizarse aquel licor, que empapara la pintura de un blanco que ya no volverá a ser el mismo. Que ya no será puro.

Pastillas dispersas por la mesa, un lecho vacío, una fotografía entre los dedos, ora acariciada, ora arrugada y tirada a un rincón, el de la estancia sin ella, el de una habitación olvidada por el amor.

Llaman al teléfono, tu corazón late más intenso, piensas, será ella. Descuelgas y oyes un tímido sollozo que tu esperanza desea de sincero arrepentimiento, pero de súbito descubres que no es la persona que tu creías, sino otra.

Tu padre te acababa de dar la más amarga de las noticias. Una que siempre acontece o antes o después, pero nunca en buen momento.

Al colgar, encaminaste tus pasos a la terraza. Por un instante observaste a los transeúntes pasear y a los vehículos circular, dándote unas ganas tremendas de arrojarte al vacío, de escapar de ese intenso dolor que devoraba tu alma. Mas sensatamente regresaste a tu solitario hogar, puesto que tenías que prepararte para el viaje.

En otro momento estabas rodeado de lúgubres tumbas, en un cementerio de una localidad cualquiera, pues tu mente se negaba a reproducir su nombre. El sacerdote expresó unas palabras, unos fonemas que no conseguíste descifrar, pues te hallabas absorto, casi en estado de shock. Preguntas carcomian tu mente, recuerdos lejanos, ¿fuiste un buen hijo?, ¿alguien de quién sentirse orgulloso?, encontrando dudas, creciendo en ti un sentimiento de miedo. Por tu existencia vacía de sentido, llena de odios y rencores, que se hallaba expirando al fijarse en demasía en cosas superfluas, totalmente banales. Queriendo ahora encontrar tu esencia, descubriéndote vivo.

Ves como desciende el ataúd, vislumbras por segunda vez que recuerde tu memoria el llanto de tu padre. En esta escena por su esposa, en otra de antaño sus lágrimas fueron por ti, por tu ingreso.

Miraste la losa tapada y decidiste continuar luchando, bregando en esta vida que a veces se nos antoja cruel. Contemplas a tu compungido padre, que se encuentra más ausente de lo normal, perdido en un mundo de horror y de tristeza. Prometes con tu amor y compasión adquirida, que cuidarás de él, ante el inevitable y deseado retorno con su amada.

Volviste los ojos a un cielo azul y despejado, y sonreiste con nostalgia, puesto que el calor y el querer sin interés de tu madre habías sentido. Aunque su presencia en este día habías perdido.

Escrito el 03/10/2013.