Hoy me pesa la mañana,
este tren y su gente,
esa lucha cercana,
que se barrunta en mi mente.
En este momento me sobra tu tacto,
todas aquellas corteses mentiras,
pues las descubrí en el mismo acto,
cortándome secretamente en tu presencia el pecho a tiras.
Mas aquello son asuntos del pasado,
ya no me importa tu falsa sonrisa,
ya que ahora vuelvo a tener un sentimiento alado,
que de tu recuerdo huye deprisa.
Aún así en este día no quiero alegría,
ni ninguna tristeza ni ningún odio,
ni que me otorguen una victoria tardía,
puesto que ya insensible me muestro ante cualquier podio.
Porque hoy me pesa hasta mi ropa,
y todas aquellas palabras deshonestas,
la dulce bebida de tu copa,
y mis torpes e inútiles protestas.
También me sobra mi infierno y tu cielo,
el polvo y la ceniza,
que es en lo que se convirtió tu sedoso pelo,
y tu alma un tanto enfermiza.
Y es que en este día no deseo ni una muerte temprana ni una eterna vida,
ni un pensamiento loco ni uno completo de cordura,
no quiero en ningún instante ni tu vuelta ni mi ida,
tan sólo pretendo tener como único amor a la belleza en la escritura.
Escrito el 27/11/2013