CONDECORACIÓN ROJO OSCURO

Bajo del estrado después de mi breve y emotivo discurso de gratitud. Camino con orgullo por un pasillo lleno de aplausos que dan reconocimiento a mi labor. En mi mente resuena aún el eco de las palabras expresadas a mi mérito, al valor que con tanta efusividad me han otorgado incluso aquellos mandos con los que discutí vehementemente, a los que protesté por su dejadez  y abandono, a los que acusé de no dar honor a lo elevado de su cargo.

Con este privilegio me siento feliz, pero a su vez me va invadiendo poco a poco un halo de tristeza, pues ambos sentimientos solo pueden coexistir si uno se encuentra en presencia del otro, son como esos dos grandes amantes que saben que no pueden convivir juntos pero tampoco pueden existir ni tener sentido el uno sin el otro.

Al fondo de la sala, cuando se acerca el final de todas las alabanzas que llevan esta noche por bandera mi nombre, se encuentra una hermosa mujer que porta un gran ramo de flores. Al llegar a su altura me lo entrega, me da un beso en la frente y a continuación me susurra al oído ¨ felicidades, ya eres eterno ¨.

Salgo a la calle y allí me espera el coche que me conducirá al hotel, justo antes de entrar me vuelvo para decir adiós y poder inhalar el que probablemente será mi último momento de gloria y al instante se decolora todo lo que me rodea y se vuelve un poco lúgubre, el breve viaje me hace retornar a la realidad de mi soledad.

Me abren la puerta del vehículo, recorro en silencio la alfombra roja de la entrada y el recepcionista me da las llaves de la habitación deseándome un buen descanso. Entro en el ascensor y me atrapa de improviso el recuerdo de mis padres. 

Les evoco a mi lado, les siento, parece que están de verdad aquí. Mi madre entona una nana y mi padre me rodea con el brazo y pone su mano en mi hombro. Se abren las puertas y mientras cantamos los tres se produce de repente un apagón, desaparece la luz.

Apenas intuyo una sombra, un filo que rasga mi piel. Sucede lo que sabía que tenía que ocurrir, llegó el momento que tenía que llegar, pero me hallo en paz. 

Sé que hice lo que tenía que hacer.

Escrito el 20/09/2020

ALEGATOS EN VANO

Argumentos que expuso la defensa:

Alega que ante las circunstancias ya mencionadas hizo todo lo que estuvo en sus manos para solucionar las cosas, que fue coherente y correcto en todo momento. Asimismo, que lo que ha hecho él lo hubieran hecho casi todos, que es único y los demás se suelen comportar como un rebaño de borregos. Que jamás será el más tonto, que nunca se quedará el último, que su bondad y su amor hacia el prójimo es como el que se proporciona y se da a sí mismo.

Apela a la libertad del individuo, a su valor, coraje y honestidad. Reclama su derecho, ya que a nadie le incomoda que él haya sustraído un poco de lo que había en la caja, pues muchos lo hacen, y siendo sinceros, no se suele notar….

Afirma que la amistad auténtica siempre es la que te resulta más útil, que un favor se paga con otro y que los que te son críticos poco o nada significan. Que el ser humano está solo en este mundo, que hay que defender lo conseguido de todas aquellas personas plenas de envidia que te lo desearían arrebatar.

Defiende que esta vida es como es y así debe de ser. Que cada día se tiene una nueva oportunidad para crecer y construir en comunidad. Que somos un todo con el universo y que al sentido común siempre le envuelve un halo de relatividad. Que la justicia y la ley consensuada en su nombre es igual para todos, pero que hay ciertas personas entre las que él se incluye, a las que jamás se las debería enjuiciar….

Por concluir, suscribe que no se hace responsable del fracaso de su propia misión ni del daño que pudo hacer a terceras personas, pues las cosas son como son. Que tal misión no estaba para nada clara, que lo estipulado era confuso, que de manera ineludible daba pie a cometer algún error.

Pregunta que se le hizo al juez:

¿Qué opinión le merece?, ¿cuál es la sentencia que impondrá?

Respuesta del juez: 

Opino que las palabras son solo eso, palabras. Que me encontré con el mismo alegato durante toda mi extensa carrera cientos de veces, y que nunca he podido concluir que no sea nada más que una simple excusa.

Que muchas premisas se contradicen, y que para qué culpar si siempre el culpable es aquél que tiene conciencia siendo su máxima condena su propio remordimiento.

También suscribo que con el paso de los años siento menos pena ante la hipocresía, pero tan solo es porque la melancolía invadió mi interior casi por completo. He aprendido a convivir con lo que antes me hacía sentir rabia y dolor, me he hecho inmune a la mentira, pues ha llegado a ser para mí como el aire que respiro.

Sentencio que dejo ahora mismo el que fue mi oficio, que no quiero ser nunca más ni juez ni parte de tanta sinrazón. Que de los acusados hagan lo que estimen oportuno otros, ya que yo me llevo a rastras conmigo mi propia cárcel, los años que últimamente siento como perdidos.

Dejo por escrito mi deseo de vivir en paz los años que aún me quedan, mi aspiración quizá ilusoria de poder intuir aún qué es la felicidad. Deseo ser más humano, quiero reencontrarme para así poder reconciliarme con la humanidad.

Pretendo tener únicamente lo necesario dejando de lado toda la materia que no me sirva. Abandonando lo mundano, despreciando el ruido, su ira. Tomándome el tiempo con la suficiente calma para conseguir así eliminar mi ansiedad.

Afirmo que desde hoy mi principal trabajo será el de reflexionar sobre mí mismo, perdonando todas mis faltas, aceptándome para así buscar la senda idónea para lograr al fin amarme por quién soy. Un ser imperfecto, bello con sus defectos, valioso en sí mismo, importante en su contexto, pues solo así podré volver a ser útil para los demás …

ESCRITO EL 11/07/2020

UNA VELA EN LA DISTANCIA

magdalena

Hace tres días te escribí algo que ahora mismo se encuentra en la papelera de mi despacho, y es que al levantarme esta mañana y releerlo me ha sonado, si te soy sincero, bastante falso. En gran medida reflejaba cosas que son ciertas, pues la vida me ha otorgado regalos preciosos. Enumeraba algunos como la sonrisa de mi hijo, y a su vez mencionaba algunas de las cosas que para mí son sin duda de las más importantes. También hablaba de tu voz al cantar, decía que es un tesoro del alma….. y sí, todo eso era y es algo que siento como verdad, sin embargo, expresaba que era un día maravilloso, y ahí, en ese preciso instante, me sobrevino un dolor agudo y repentino que me recorrió la mano con la que suelo sostener mi pluma.

Rememorando el pasado creo que nunca hemos estado separados a lo largo de los años en esta fecha, y si alguna vez lo estuvimos no lo consigo recordar. No obstante, sé que este día transitará al igual que un vagabundo sin rumbo ni sentido por mi mente, acarreando su pesado sentimiento de ausencia a cuestas.

No me hagas mucho caso, debemos hacer de tripas corazón e inventar algún tipo de celebración, porque no deja de ser un día maravilloso.

Tan sólo se me ocurre regalarte la imagen que tú misma me regalaste años atrás y que ahora está expuesta en un póster en la habitación de tu nieto. Son tres ángeles de los cuales el más rezagado lleva su corona caída. A dicha imagen le acompaña un texto que lleva como título ¨No te rindas¨…

En esas líneas está resumido mi deseo, no te rindas, porque a pesar de la añoranza inevitable que nos abruma hay que tener presente que pronto nos podremos abrazar de nuevo.

Una vela en una magdalena deja triste a cualquiera, no obstante al probarla compruebo que tiene un sabor agridulce. Su dulzura la pone la felicidad de mi vida y el orgullo que rebosa de mi pecho por tenerte como madre.

Gracias por tu coraje mamá, gracias por quererme y por cuidarme.

Feliz cumpleaños.

28/04/2020

SIN AMARGAS DESPEDIDAS

Llegué una tarde de otoño, aunque tal vez ya lo había hecho mucho antes. Siempre permanecerán en mis sentidos el recibimiento de las hojas recién caídas, aquel cielo encapotado, y el sonido desesperado del río que buscaba la libertad siempre idealizada del mar.

 

De las calles que a ambos lados se extendían como alfombra desteñida tan solo recuerdo la extrañeza que me provocaron la baja altura de sus casas y una sensación de calma que en este instante retorna a mi cuerpo.

 

Decidí que en aquel lugar mi antiguo yo no existiría. No tendría teléfono y mi nombre sería otro. De tal forma me convertí en un extraño, un hombre que no poseía una existencia real. No conservé ninguno de mis viejos contactos, y dejé de algún modo de pertenecer a un mundo que estaba difuso, ya casi olvidado.

 

Si resurgí en parte de mi auto infligido ostracismo fue gracias a ti. No obstante, no puedo decir que me pese esconderte un secreto, pues únicamente al hacerlo así puedo permanecer feliz a tu lado.

 

No consigo por más que me esfuerzo evocar nada tan acogedor como el hogar en el que habitamos, y puedo expresar algo que jamás imaginé, y es que el amor a mí también me consigue hacer daño

 

Observo desde el mirador de nuestro cuarto a los devotos encaminándose a la iglesia al son de las campanadas, y justo al lado de ésta contemplo la plaza en donde los jueves hay mercado. Al fondo se encuentra la casa consistorial, y aún más alejada se halla la fuente en donde te conocí.

 

Puedo oler aún el mismo pan de aquella madrugada posterior a la verbena en la que nos besamos por vez primera, y desde entonces la embriaguez que me producen noche tras noche tus labios borra la sangre y unos ojos vacíos que a menudo perturban mi paz.

 

Aquí sí, contigo al fin puedo respirar. En este recóndito lugar me siento a salvo. Mis pasos no dejaron señal y las huellas de mis manos jamás podrán mostrar de mí ningún rastro. Nadie que me busque sabe nada sobre este lugar, no hay testigos, y el asesino huido en el presente no existe.

 

Sé que está únicamente en mis manos el lograr mantenerme en esta felicidad que jamás conocí hasta que comencé a vivir a tu lado. Desde ahora todo depende de mí, debo comenzar a construir, deseo hacer de mí un hombre que olvide el camino en el que tan solo estuvo de paso.

 

ESCRITO EL 18/01/2020

LUGARES PARA EVITAR UNA DISECCIÓN

La naturaleza cometió un error inexplicable conmigo, desde que nací jamás fui lo que se pudiera considerar un ser humano ¨normal¨. No es que pretendiera ser diferente ni que haya intentado nunca hacerme el interesante.  Todo lo contrario, ha sido desde que tengo un leve uso de razón una absoluta desventaja, una pesada carga con la que he tenido que lidiar sintiéndome siempre profundamente solo.

 

Un conjunto de características particulares son las responsables de mi singular individualidad, por un lado, está mi piel que tiene un tono azulado. Pero que nadie piense ni por un minuto que soy el descendiente de ninguna familia real o que mi cuerpo está evidenciando ningún síntoma de un perpetuo ahogo. Mi piel es azul y punto, ni dermatólogos ni espiritistas lo pueden explicar. Por otro lado, está mi pensamiento que es elaborado en algún lugar angosto y recóndito de mi cerebro. Cuando lo utilizo, que procuro hacerlo de tarde en tarde, mi frente al poco irradia un sospechoso calor que va en aumento y que a su vez produce que mi frente se vaya oscureciendo hasta llegar a expulsar un hilo creciente de humo. Eso por no mencionar las imágenes y palabras que tal suceso genera.

 

Por todo ello y por más cosas que no vienen mucho a cuento jamás he pertenecido o he sido socio de ningún club o grupo alguno, y las veces que lo intenté fracasé. A mis compañeros de clase les asustaba mi aspecto y mi forma de ser, daba miedo también a los perros y a los gatos que, o se alejaban de mi lado gimiendo o bien se subían de un brinco a lo más alto de la primera estantería que encontraban.

 

Con la religión no me fue mucho mejor, comprendí que en el amor al prójimo yo no estaba incluido, y a falta de entendimiento y muchas noches de rezo y de llanto terminé por darme por vencido, continuando así mi camino manteniendo mi fe en ese único e invisible amigo llamado Jesús, que más que menos era una grata compañía, aunque no la suficiente para mí.

 

Andaba pues por esta vida triste y taciturno, sin encontrar sentido alguno a mi peculiar existir, cuando de repente me topé con una asociación en la que fui parcialmente acogido. La formaban una docena de buscadores de ovnis, sin embargo, antes de lo que hubiera deseado, me defraudó profundamente la experiencia y los abandoné. Más aún cuando me enteré de sus negociaciones a escondidas para hacerse con los servicios de un anatómico forense, y de su pretensión de que él me diseccionara para estudiar mis supuestas entrañas alienígenas.

 

De esta guisa, no creyendo ya en nada ni en nadie me puse a reflexionar sin llegar a recalentarme demasiado. Concluí que lo mejor era recluirme en mi habitación para leer todos los libros fantásticos y de ciencia ficción que pudiera encontrarme por delante, ya que es en ellos en donde aparecen seres con los que yo empatizo y me siento realmente integrado.

 

La sorpresa que me brindó esta senda emprendida es que al poco de estar rodeado de tales personajes yo también comencé a escribir, y así conseguí mis propios amigos de tinta hechos a medida.

 

Mas a pesar de los pesares y de la soledad de antaño, que nadie piense que mi vida es triste, pues yo me siento inmensamente afortunado. Al fin y al cabo, no todos encuentran su lugar en el mundo, y os puedo asegurar que no existe ninguno mejor que el que se construye uno mismo.

 

ESCRITO EL 03/05/2019

BURN

Desde hace algún tiempo yo no era el mismo. Me percaté realmente al percibir el espesor de humo que me dejaste al partir ayer. Me levanté al día siguiente y la fría mañana ardía. Mis suelas iban dejando un rastro de goma por el asfalto y al llegar a la estación el torno se puso incandescente justo cuando posé mi mano en él. La gente me rehuía, se apartaba dejándome sólo en el vagón, y al poco llegué al trabajo.

 

Al intentar pulsar la tecla de arranque de mi ordenador éste empezó a chisporrotear y la pantalla no se encendió. Entonces cogí el teléfono de mi mesa para informar de la incidencia, pero no parecía emitir ninguna señal y sorprendido vi como gotas de plástico caían hasta las baldosas del suelo pues aquel aparato se estaba derritiendo. Algún que otro compañero pasó a saludar, pero se largaban sin pronunciar palabra cuando  apenas yo ni levantaba la mirada.

 

Curiosamente, siendo pleno invierno se puso refrigeración elevada en el edificio, pues parecía que dentro de él se había formado un microclima asfixiante, y así transcurrió la jornada hasta que llegó la hora de salir.

 

De regreso en el metro de nuevo solo en el vagón, en mi barrio, del contenedor de basura salían llamas, y los perros sacaban la lengua y jadeaban. Me crucé con un vecino en el portal que sin  más retrocedió como si no me hubiera visto para ocultarse en su hogar, y así,  algo cabizbajo, yo entré en el mío.

 

No había nada de ruido, no entraba nada de luz, no se hallaba en aquella vivienda ni tu mirada ni tu voz. Me fui a la cocina a freír un filete en una sartén mas de pronto me entró una extraña sensación. Fui hasta el salón y pude ver que en efecto era cierto, todos mis libros, mis escritos que se encontraban encima de mi escritorio, mis cuadernos de notas, todo era en ese momento cenizas. Algo se estaba quemando. Corrí hacia la cocina, pero la carne permanecía cruda y el fuego continuaba apagado.

 

 

Escrito el 12/03/2019

TU BALSA EN EL RÍO

Uno de estos días comenzarás a darte cuenta de que navegas por un gran río, y comprobarás que a uno y otro lado de tu balsa van dos personas que introducen de vez en cuanto dentro de ésta geranios, pensamientos y margaritas de bellos y múltiples colores. Estas flores son un tesoro que tendrás que cuidar y que a su vez deberás repartir e intercambiar cuando llegue su momento, pues la travesía es aún muy larga y quedan todavía muchas lunas antes de que consigamos llegar al mar.

Si alguna vez te preguntas qué hacemos en este río, el porqué de sus molestas salpicaduras y vaivenes, el porqué de sus obstáculos y sus rápidas y peligrosas corrientes, piensa en que todo tiene un sentido, aunque a veces la bruma que todo lo envuelve no nos permita verlo con claridad. Ten presente que nuestro principal objetivo es salvar estas aguas que ahora nos guían, pues otros deberán navegarlas después que nosotros e igualmente tendrán que luchar por preservarlas al igual que otros lo hicieron en el pasado del mismo modo.

Este río no lo transitamos solos, otras embarcaciones se acercarán a la tuya para después marcharse, algunas permanecerán largo tiempo a tu lado, quizá con suerte una o unas pocas te acompañarán desde un momento dado durante el resto de todo tu viaje, mas en el camino habrá bifurcaciones y el río en ocasiones se dividirá en dos, unos cogerán un camino y otros otro, y aunque con algunos de los que te separaste te volverás a reencontrar sabrás cuando el frío te produzca un escalofrío lo qué es sentir añoranza, y acariciarás las flores que ellos te dejaron deseando que ellos hagan lo mismo con las que tú les regalaste, y anhelarás encontrarte de nuevo con algunos rostros de aquellos que quieres y quisiste.

También nosotros nos alejaremos de ti, cuando tú decidas que debes transitar por este río solo y estés preparado. Tal vez elijas a alguna compañía que te ame y a la que tú también ames, y quien sabrá si llega a suceder esto o si más tarde, en un bonito día juntos enseñaréis a navegar a alguien que recién haya llegado a vuestro lado. Pero no temas, pues entre los juncos que se encuentran en la orilla nos verás sonreírte mientras recorremos un afluente cercano, y de vez en cuando nos volveremos a juntar y de esta forma seguro que seremos todos felices.

Mas ten cuidado y no te olvides de ser prudente, pues hay personas que en sus embarcaciones llevan ramas llenas de espinas. Seguro que te intentarán hacer daño arrojándote alguna. Cuando esto suceda piensa en la viveza y la alegría del color y el valor de tus flores y no permitas que se encuentre ninguna espina mucho tiempo clavada en tu balsa. Húndelas en el agua para dejar que el río las aleje y así terminen desapareciendo, no las vuelvas a arrojar, porque cada espina que lances o te guardes te hará ponerte cada vez más triste, y algunas de tus flores empezarán a marchitarse. Que nadie te arrebate tu tesoro porque es tuyo, lucha siempre ante la adversidad con una sonrisa.

Nada más te puedo contar, nada más se me ocurre, solo te pido que cuides de tu balsa. Recuerda que tu madre y yo en un futuro te esperaremos en el mar, y allí junto con todos los seres que queremos festejaremos que hicimos lo que pudimos por salvar nuestro río, y no hay mayor éxito que ese, dar de ti con amor todo lo que realmente pudiste y decidiste dar.

PORQUE MI HIJO DANIEL JOSÉ ES LA RAZÓN POR LA QUE YO CONTINUARÉ LUCHANDO POR INTENTAR SALVAR NUESTRO RÍO….

ESCRITO EL 20/11/2018

COMIENZOS

Hoy me levanté temprano y caí en la cuenta de que últimamente duermo más pero acumulo menos sueños. Bajé las escaleras de mi hogar, en silencio. Ya no deseo ruido a mi alrededor y siento que mi voz ha perdido su fuerza si es que algún día la tuvo.

 

El espejo estaba frente a mí, para qué iba a mirar si sabía perfectamente la imagen  que me devolvería. La mañana se me antojaba un tanto amarga y mi café estaba tan caliente que me quemó la lengua y el comienzo de la garganta.

 

Salí de mi casa y las calles permanecían cohibidas, era consciente de que las personas que en mi pecho son sentidas probablemente a esas horas estaban dormidas.

 

Las agujas del reloj de mi muñeca era lo único que se movía, y yo que me hallaba sentado en un solitario vagón delante de una hoja en blanco no sabía qué decir, no sabía qué escribir.

 

Intento concienciarme día tras día, pues habría que reinventarse, aunque a menudo decaigo en las tardes sombrías y me da por pensar que cada vez hay en mi mundo menos excusas .

 

Al estar ya despidiéndose el sol levanté mis ojos y miré todos los objetos que contenía mi habitación, la mesa, los libros en la estantería, mis plumas, los papeles desperdigados, y observé que todo tenía a esas horas más luz, aunque a su vez todo había perdido bastante brillo.

 

Y sé que aún habrá para mí un nuevo mañana, algún que otro ilusionante proyecto, quizá a la vuelta de una esquina se me presente de frente un inesperado sueño, mas jamás podré evitar cierta melancolía ante lo que veo como se va, ante lo que sé que ya pasó, y es que uno se va haciendo viejo y empezar de nuevo se convierte irremediablemente en otro adiós. Adiós a un lugar en el que mi mente siempre recuerda que en él fue en verdad feliz.

 

ESCRITO EL 30/07/2018.

DEMASIADO NORMAL

Miedo, este es el resumen de los últimos años de mi vida. Miedo a leer los mensajes que llegan a mi teléfono, a las cartas que recibo en el buzón, miedo a lo que veré si miro lo que hay tras la ventana.

Ayer conseguí salir de mi hogar para dirigirme al instituto, la gente al cruzarse conmigo me miraba de arriba abajo como suele ser habitual, murmuraban con sus acompañantes moviendo la cabeza para expresar su desaprobación. Un par de niños de menos de diez años de edad me señalaron con el dedo, se rieron a carcajada limpia y ningún adulto de su alrededor les dijo nada.

Encontrándome en el metro se me ocurrió levantarme para cederle el asiento a una persona mayor que acababa de subir, noté entonces cómo sus ojos se llenaban de ira, me escupió, me insultó, y escuché a los presentes hablar ofendidos de mí. Sentí cómo sus miradas me atravesaban al igual que lo hubiera hecho un puñal recién afilado y lleno de vergüenza me bajé en la siguiente parada.

Por los jardines que hay en la entrada de mi centro de estudios recibí por parte de tres de mis compañeros alguna que otra colleja. Otros, pocos de ellos, los que yo considero que son los más educados, se apartaron amablemente al ver que yo pasaba cerca de ellos mientras se les oía susurrar críticas despectivas y hasta hubo uno que me propinó varios insultos en voz alta con bastante maldad y sorna.

Al llegar a la clase me coloqué al final del aula y puse un folio encima del pupitre, el silencio se apoderó de mí, de las lecciones impartidas por el profesor, de todo aquel edificio. En un momento dado me percaté de que el papel que tenía debajo estaba mojado, alcé en ese instante mi mano para tocarme el rostro y pude sentir cómo las yemas de mis dedos se humedecían.

Más tarde regresé a mi casa sin querer levantar los ojos de las baldosas grises del camino, procuré no escuchar, rogué para que me sobreviniera una ceguera que lo dejase todo en penumbra, pero al llegar justo al lado de mi portal mis ojos pudieron observar en el suelo un mensaje, en grande, con letras bien marcadas en rojo para que todos los que pasaran por allí pudieran leerlas, aunque lo que ponía estaba escrito sólo para mí, únicamente para la persona que deseó que lo que veía reflejado allí en verdad ocurriera… ¨muerte al normal¨.

Subí corriendo las escaleras y me metí en la cama sin querer saber nada más de este mundo.

Al cabo de un tiempo he conseguido tener la fuerza suficiente como para poder levantarme, es de noche, no sé la hora, aunque tampoco me importa. Siento frío mas esa no es la causa de mi temblor. Rezo para que no aparezca el sol nunca más por el horizonte, rezo para dejar de existir. No quiero vivir aquí, al menos no de este modo.

Soy el único propietario de un infierno particular, lo he conseguido a fuerza de ni haber destacado jamás en nada ni de haber sido tampoco muy malo. Por eso siento odio haca mí, me corroe por dentro el dolor intenso de ser así, tan común, tan normal. No pertenezco a nada, no me parezco a nadie.

ESCRITO EL 05/05/2018

TÓXICO

Siempre amanezco sin aliento, desanimado, no tengo ganas ni de salir a la calle ni de ver cómo aparece tras las montañas la luz del sol, y odio tener que ver al despertar mi rostro reflejado en el espejo.

 

Detesto que me intenten dar conversación, inclusive cuando alguien con indecisa intención me espeta algo parecido a un “buenos días”.

 

Esta misma mañana, al subirme en el metro, un joven viajero ha rozado mi codo. El vagón estaba casi vacío pero él se ha aproximado en exceso. No he tenido tiempo para evitar ese desagradable contacto y sentí ganas de vomitar. Tuve náuseas durante el resto del día hasta bien entrada la tarde.

 

Además, al saludarme uno de mis compañeros nada más cruzar la puerta de acceso de mi trabajo volví a notar cómo el gas que últimamente me invade ha comenzado a salir por todos y cada uno de los poros de mi piel.

 

Creo que lenta e inexorablemente va apoderándose de mí el silencio, semana tras semana observo cómo todos los que antes se acercaban en este momento intentan evitarme, y a cada minuto transcurrido me invade cada vez de forma más profunda la soledad.

 

Por ello ahora sé que el gas que crece y se hace dueño de mí tiene deseos de expandirse. Es una especie de enfermedad que tiene como síntoma principal la amargura.

 

No pienses jamás que si no quiero hablar contigo ni deseo escuchar tu voz es porque tú tienes la culpa. Ten la certeza de que si me encierro en mi mismo y no voy a verte no es porque no te añore ni te aprecie ya que todo es más sencillo.

 

Sencillamente me ausento de ti porque tengo la esperanza de no contagiarte.

 

 

 

ESCRITO EL 29/01/2018.

 

UN ALEGRE Y NOSTÁLGICO FIN

Me dijeron hace apenas un par de días que te habían desahuciado,

que te ibas y ya no quedaba nada más que hacer salvo resignarse.

Comentaron que desde ahora serías tan sólo uno de esos vagos recuerdos en blanco y negro,

poco a poco más y más borroso, cada vez más lejano.

 

Me quedé pensativo entonces,

pregunté a la soledad de mi cuarto cómo es que te vas tan rápido,

cómo te marchas después de tantos paseos contigo,

de tantas fotografías por esa Barcelona agitada y convulsa,

cómo después de las conversaciones, de nuestras confidencias,

de las huidas del tedio y el miedo yendo de café en café por los barrios

de un enojado y confuso Madrid.

 

Mis ojos demuestran que te comienzo a añorar, sí,

comprendo que en este instante ya te falta muy poco,

estuviste a mi lado cuando recibí la noticia de que seré padre

y no me abandonaste a mi suerte en el trabajo,

estuviste siempre presente,

incluso en esos días en los que parecía que todo iba a hundirse y se largaba al carajo.

 

Tus enseñanzas me otorgaron la experiencia suficiente

que me ayudó a no desfallecer,

me provocaste tantas y tantas sensaciones,

me causaste tantos sentimientos,

tantas tristezas y alegrías,

que en este momento me cuesta perderte.

 

Estuviste a mi lado y el de mis amigos.

En un banquete de bodas comimos, bailamos y reímos como si estuviésemos locos.

Celebramos con el abuelo más jovial ese ejemplo de vida que día tras día nos da,

y sí, por desgracia también fuimos testigos de la amargura en esa inesperada ausencia

que jamás tan pronto debió suceder.

 

Por todo ello yo puedo decir

que fuiste en muchas ocasiones malo,

realmente despreciable durante el tiempo en el que convivimos,

mas en la mayoría fuiste para mí muy bueno.

 

En verdad me da pena perderte,

sé que nunca vas a regresar.

 

Te diré mi adiós tal y como nos conocimos,

comiendo uvas, rodeado de mis seres queridos,

pero eso sí, mis espaldas tendrán un año más.

 

Reconozco que a pesar de los pesares

fui muy feliz contigo,

bridaré por ti, puesto que estoy contento de haberte conocido.

 

Mas ahora guardaré silencio,

vete ya, que se está haciendo tarde,

gracias por las vivencias que me dejas,

te agradezco también el poder seguir con los míos,

no te preocupes, que no vas ser nunca un simple número,

por siempre estarás en mi memoria,

te recordaré sonriente,

mi pecho bien dentro te cobijará.

(DEDICADO A ESTE AÑO 2017 QUE LLEGA A SU FIN)

ESCRITO EL 24/12/2017

DEBERÍA HABER CUATRO

No consigo dar credibilidad a los sucesos de esta mañana. Me pregunto si no estaré un poco paranoico tal y como me sugirió sin llegar a ser del todo explícito el doctor Hernández. Sin embargo, a esto no puedo conseguir dejar de darle vueltas…Repasaré todo desde el principio…

 

Tuve una noche tranquila después de haberme quedado ayer hasta las diez escuchando una emisora en la radio. El locutor comentó un nuevo caso de corrupción política, ésta fue la noticia principal de todo aquel día. Lo último que recuerdo antes de quedarme dormido es que estuve pensando sobre lo poco fiables que son las personas que conforman esta sociedad.

 

Ya de madrugada me he levantado, aseado y desayunado como suelo hacer de forma habitual. Me encaminé hacia la estación de metro y me introduje en ella. Tuve que cambiar de asiento porque cerca de mí había un sujeto con un aspecto un tanto turbio. A continuación estuve repasando durante el trayecto mis correos electrónicos desde la pantalla de mi celular. La mayoría de éstos trataban de supuestas ofertas de productos que no necesito y de los que me imaginé que tendrían un precio muy por encima de lo que sospeché costaría realmente su producción.

 

Al llegar a mi destino bajé la cuesta y giré por la esquina que conduce al edificio en el que se encuentra ubicado el almacén en donde trabajo. Todo hasta ese momento era normal, a partir de ahí llegó el alboroto, los nervios, las luces, la policía y el caos…

 

Alguien tomó mis datos y me hizo varias preguntas. Por lo que alcancé a escuchar una persona había muerto en un presunto asesinato cometido con alguna sustancia venenosa, pero en aquel momento todo eran especulaciones y no se sabía nada a ciencia cierta. Al fin accedieron a dejarme subir.

 

Toda la escalera estaba repleta de personas con uniforme y se apoderaba de cada escalón un gran e inusual bullicio. Conseguí llegar a la segunda planta y abrí la cerradura con mi llave para dirigirme a la pequeña oficina del fondo que es en donde desempeño mi labor en la empresa como administrador. Allí me topé con Lucas, el oficial que se ocupa de lo que no son las tareas de pedidos, presupuestos, inventarios y registros, que son las partes de las que me encargo yo.

 

Estuvimos comentando el desafortunado incidente del inquilino del tercero hallado sin vida al amanecer. Ambos teníamos cierta relación con él, solíamos tomar café casi todas las mañanas los tres juntos en el bar que se encuentra justo a la entrada del edificio. Ha sido entonces cuando me he acordado y le he preguntado a Lucas si llegó a darle algún trozo del pastel que trajo el día anterior tal y como me comentó que iba a hacer. Me ha contestado que al final no se lo llevó y que se lo ha terminado él mismo al llegar hoy, me ha pedido disculpas, quedaba poco y no había caído en dejarme nada…

 

En el preciso instante en el que he pronunciado un “no te preocupes por eso”, me he sentido algo extraño, y me ha invadido el presentimiento de que no iban muy bien las cosas.

 

En frente de mi silla, antes de sentarme, me he quedado parado, como paralizado, oía a Lucas silbar en algún lugar al otro lado de la puerta.

 

Es ahora cuando no sé qué debería hacer. No me salen los cálculos. En el armario hay un producto altamente peligroso y en él hay tan sólo tres botellas.

 

Quizá lo mejor es que llame al doctor Hernández. Mientras tanto, Lucas continúa silbando por algún rincón del almacén.

 

ESCRITO EL 06/08/2017

PRESENCIAS QUE NUNCA OLVIDAN

De niño tuve lo que yo creía que era un amigo. No sé realmente cuándo llegó pues le conozco desde que tengo uso de razón. En la escuela se sentaba detrás de mí, apenas a un par de pupitres de distancia, y cuando me encontraba realizando un examen se aproximaba y se ponía a mi lado quedándose ensimismado ante la hoja de mi prueba.

 

Parecía extremadamente ansioso, pendiente de todas mis respuestas, atento a todos mis actos, siempre incrédulo. Si no conseguía contestar correctamente acumulaba hacia mí un tremendo odio, un gran desprecio, y no lo disimulaba. Sus exigencias no me daban respiro, me inculcó su rigidez.

 

Me repetía una y otra vez: ‘’tú no puedes, tú no vales, no eres lo suficientemente bueno’’, y yo con el paso del tiempo lo fui asimilando.

 

A la hora de acostarme cubría todo mi cuerpo con una sábana y cerraba mi puerta con pestillo, a continuación intentaba dormirme rápidamente pues sabia que él se iba aproximando. Sé que quería llevarme a un lugar solitario y profundo y yo no deseaba que me arrastrase a su abismo de sombras.

 

Llegada ya la adolescencia caí enfermo y me percaté de que esa supuesta amistad de la infancia lo que era realmente era una tortura. En todos aquellos años anteriores a mi juventud cosas como salir a dar un paseo o entablar una breve conversación eran acciones que se hacían para mí muy cuesta arriba.

 

En tal estado de abatimiento y confusión mis padres tomaron una determinación. Buscaron centros especializados y a los médicos más reputados. Ellos pretendieron ayudarme estudiando mi personalidad, dándome pautas de conducta, intentando indagar en mis razones y sentimientos, y así, durante un periodo de tiempo no cesaron las idas y venidas de forma habitual al hospital…mas allí se seguía encontrando él, en todas y cada una de aquellas salas e instituciones que yo frecuentaba. Impertérrito, serio, sorprendentemente joven, cruelmente silencioso…

 

Hubo días en los que me encontraba sin ganas y me costaba respirar, continuar en aquella mentira a la que algunos persistían en llamar vida. En algunos de esos días de abulia creí intuir que en su mirada algo cambiaba, que quizá en él podría hallar algún atisbo de compasión. Mas al rato, cuando yo iba recuperando poco a poco la compostura, él volvía a lanzar una sonrisa entre burlona y sarcástica, y allí se quedaba, ya fuese sentado al borde de mi camilla o apostado en una esquina de cada habitación.

 

En algunas ocasiones cantaba al anochecer y se instalaba en mi cabeza un incipiente dolor durante horas.

 

 

Mas en este momento, siendo ya el adulto que en verdad soy, es cuando puedo asegurar que he conseguido cierta distancia entre nosotros. Sin embargo, debo reconocer que al torcer cualquier esquina le noto aún a mi espalda, pensativo, sigiloso, y sé que revisa todo lo que hago en mi casa y en el trabajo. Cuando sabe que mi pareja no está no duda en echarse a mi lado, le siento, sé que a cada instante está aquí. Ve todo lo que escribo, censura cada letra, y critica constantemente lo que hago.

 

 

No me olvida, jamás me abandona. Continuará mi camino allá hacia donde yo vaya, a pesar de todos mis esfuerzos, aunque luche y haya hecho todo lo posible por alejarme de él… sí, sé que nunca lograré darle de lado.

 

 

ESCRITO EL 13/06/2017

PESADILLAS DE LOCURA

Tu pesadilla comenzará cuando me muestre caprichoso con tu mente, anidé dentro de ti en el pasado y no dudaré en incubar el terror donde ya lo hice. Pagarás con tu sangre y aún así no desterrarás mi oscuridad. Te prometo que sin consuelo recorrerás este mundo, y ni hospitales ni médicos, ninguno de los que te estudiarán hallará el camino que te aleje de mí.

 

Soy pleno conocedor del caos que intentas ocultar, el experto guía en ese abismo de frustración. ¿No comprendes que te dará igual el silencio?, ¿no entiendes que será inútil aquella fortaleza que formaste alrededor de mi sinrazón?.

 

Aparecerán en la piel de tu imaginación remolinos de confusión y las imágenes que les mostraré a tus ojos aumentarán tu locura. Mediaré para que se acrecente el torbellino de tus contradicciones, no sabrás qué sentimientos habrá en ti, pues usaré malas artes.

 

Tal es el poso de mi conocimiento, tal la sabiduría de aquél que ya vivió lo que antaño no se leyó en ningún texto.

 

Te repito, sí, te repito que en tu cama la muerte acariciará tus sueños, mientras, todo a tu alrededor mentirá, nadie será en frente tuyo honesto y no habrá para ti en la calle ni comprensión ni bondad.

 

Mas no pienses que tienes una escapatoria creíble, pues no te queda más salida que la de dejarte llevar, no podrás abandonar la apatía ni mi abulia maldita, y así, día tras día juro que tu esperanza dentro de muy poco desaparecerá.

 

Ostentarás en tu rostro el amargor de las lágrimas y en tus puños habitará el odio y la resignación…Sé que volverás a aprender a querer lo que dentro de ti jamás has amado, y únicamente será realmente tuyo el insomnio, tuyo tan solo el espejismo de una existencia, pues mía será por entera, para mí es tu voluntad.

 

Haré que te inventes leyendas bajo sábanas de espanto y tu habitación será tu tumba. Quizá sientas que es esclava tu alma, mas no te preocupes, porque eso hará que yo pasee libre por tus venas, eso hará que yo viva a la vez que muere lo que hay de ti en tu interior.

 

Conseguiré que nadie pueda ver más letras que escribas, te hundiré en la pena y el cansancio. Todos te olvidarán y tan sólo quedará mi voz…

 

Para finalizar te puedo asegurar que en esta guerra no hay reglas, no hay crueldad. No existe el tiempo, tan solo encontrarás por sus inciertos recovecos sufrimiento y soledad.

(Los enemigos te dirán que no puedes con ellos, que no luches, pero yo ví con mis propios ojos que hubo gente que a este enemigo venció…)

ESCRITO EL 02/05/2017

EL PASEO

Vamos a pasear por caminos hilados de tierra, a expresar un «te quiero» a un hermano al clavarle las agujas de tejer. Vamos a cantar con tu madre al calor de la lumbre y agarremos con fuerza las manos del padre, que gracias a ellos alcanzaremos cualquier cumbre, pues ambos nos enseñaron lo que es la entrega y lo que significa valer.

 

Caminemos de puntillas por aquel periplo de camilla y soledad y olvidemos las inyecciones traicioneras, no volvamos a sentir jamás aquel dolor del ya se van, ni recordemos aquel áspero cartón de tu nueva cartera.

 

En vez de eso sumerjámonos en el cine, en sus siete enanitos y en lo que significa esa llama con la que te desea decir papá: «no te preocupes, que estaré por siempre a tu vera» aunque sea detrás de esta tapia y de su injusta frialdad.

 

Después recorramos Toledo por su calle ancha y hagamos que el azar oscurezca una vez más aquellas luces de bar, que hay para ti un «TQ» reservado en el silencio, un te amaré callado, aunque él ya te desveló ese misterio en el altar …..

 

Y llegarán tres llantos, tres alegrías y esa felicidad de que nos tienes. Así pasarán de largo con el viento las nubes y lo que más añoraremos es el poder ver un árbol tras el cristal.

 

¨Yo estoy bien, tú estás bien¨ será desde entonces un credo, mas sigamos en este atardecer caminando, ya que todavía nos queda mucha vida por delante y cientos de amaneceres para poder soñar…..

 

Y ahora prométeme que volveremos alguna vez a estos caminos hilados de tierra y que nos clavaremos agujas de tejer, que cantaremos en la cocina con mi abuela y que no hay mucho más que pensar y si unas manos abiertas que siempre nos van a acoger….

 

ESCRITO EL 15/04/2017

SOLO HAY UNO

Existen hombres que miran más allá de sus propios sueños. Hombres que se sacrifican calladamente, que intentan no hacer ruido y que no saben lo que es pedir ayuda o decir un te quiero.

 

Hombres que abandonaron su vocación de maestro para conseguir que los que le rodeaban pudieran tener más facilidades para cumplir sus proyectos. Que son responsables, rectos y honestos, que honraron a su padre hasta la muerte y que protegen a los suyos aunque tiren a la borda parte de su vida y de sus deseos.

 

Ellos parecen tener un corazón de acero, mas hay dolores de los que nunca hablan, y no les pidas que expresen sus sentimientos puesto que no saben. Nunca te dirán qué les pasa, cuál es la causa de su padecer, de su nostalgia….. Sin embargo, aunque no se den cuenta algunos hemos aprendido cómo interpretar sus tarareos, su mirada, la contundencia de sus palabras…..

 

Son hombres que echamos de menos en nuestra infancia, que estuvieron ausentes, a pesar de que por nuestra causa ellos tuvieron muchos desvelos. Eran a los que esperábamos con el pijama, a los que les solíamos pedir una explicación casi sin saludarles aunque la pregunta nunca fuera un ¨por qué no estás¨, sino que versaba sobre algún ejercicio o problema de matemáticas.

 

Han sido los que más nos han marcado, quizá con los que más injustamente nos hemos comportado…..

 

Pero no es cuestión de escudarse en este día en un término genérico, no es momento a estas alturas de ocultar que cuando digo ¨hombres¨ hablo tan sólo de uno en especial y cuando escribo ¨nosotros¨ lo hago de mí mismo…..

 

Lo que había entre él y yo por mi parte era la incapacidad de no saber comprenderle, quizá algo de odio o de rencor, algún texto que guardé y perdí entre otros papeles en algún cajón a estas alturas olvidado. Pero por encima de todo el anhelo de conocer a esa figura que salía a las cinco de la madrugada sin que yo me enterase para que pasado casi todo el día retornara a casa justo cuando ese niño solitario que me representaba, veía cómo se escapaban los minutos en el reloj de la cocina para estar junto a él, ya que me tenía que marchar pronto a la cama.

 

Puedo admitir que no le entendí porque no sabía cómo escucharle, porque no comprendía una forma de actuar que ahora en el presente yo también voy adquiriendo, y llegado este momento me he dado cuenta de lo que me voy pareciendo a él, acarreando bastante a menudo el papel similar que interpretamos de malos en esta película que tiene un principio y un fin, y que durará justo lo que dure nuestra existencia.

 

También sé que entre los dos hay inmensidades de tierra y de selva en los que fácilmente se pueden descubrir y distinguir nuestras insalvables diferencias, pero siento que el respeto es mutuo y los gritos entre ambos se calman en el preciso momento de su término.

 

Sin más confieso que este es un escrito que hago para un día que está señalado y que éste sirve perfectamente de excusa para decir las cosas que sientes y que en otras circunstancias no dirías, siendo dicha excusa de la que me he servido y la que me ha estimulado, porque al ser humano en general nos cuesta expresar lo que sentimos ya que los sentimientos nos hacen vulnerables, aunque luego, con el paso del tiempo, nos solemos lamentar y nos arrepentimos de no haberle confesado a ese alguien especial aquello que llevamos bien dentro….

 

Nos cuesta decir cosas como estoy orgulloso de ti, todos cometemos fallos pero tú has sido mi mejor maestro, gracias, fuiste y eres un apoyo fundamental, intentaré cuidarte si flaqueas no sólo porque tú lo hiciste por mí, sino clara y sencillamente porque te quiero…… sí, nos cuesta mucho expresar estás cosas, nos falta valor y yo por supuesto no soy menos…….por eso te dedico este texto a ti papá, pero por favor, no me pidas que te diga algo similar mañana, pues sabes que nunca podría decir lo mismo que digo aquí, no es lo mismo escribir estas palabras en un cuarto a solas que decirlas en frente de la persona a la que van dedicadas.

 

ESCRITO EL 18/03/2017

COMPORTAMIENTO INAPROPIADO

Pronto se celebrará el juicio de Salvador, un hombre que cometió un delito de los que a estas alturas de la historia nos son difíciles de concebir. La gente espera exaltada, clama con rabia pidiendo venganza y busca en los diferentes periódicos nuevas noticias sobre el caso, a cual más escandalosa, a cual más amenazante para con la sensibilidad humana.

 

La policía teme el efecto que podría provocar en la sociedad y vigila ante la posibilidad de que surjan imitadores. Especialistas de la mente criminal estudian el caso con la máxima meticulosidad y cuidado, aconsejan que no se cuente ni se permita tener acceso a los menores de edad a los detalles del proceso por someros que sean estos, para evitar de este modo que un cerebro en formación se impresione. Por lo demás la opinión pública se siente asustada y exige la pena más elevada.

 

Los hechos están claros y son demostrables, el ajusticiado, encerrado en la prisión más segura de este país fue entrevistado y en su declaración no cejaba de sonreír, acentuando su condición de culpable, pues lo hacía con sinceridad, sin sarcasmo ni dobleces.

 

Los sucesos son los que se relatan a continuación:

 

Salvador se levantó un día del otoño pasado y se encaminó al tren como en él era habitual, al estar el vagón lleno y todos los asientos ocupados osó en dejar el suyo a una mujer embarazada, siendo este su primer delito. No contento con esto, inspirado como estaba en su aura de bondad, ayudó a su compañero de trabajo a terminar un asunto de máxima prioridad sin escurrir ningún bulto, dando la cara junto a él ante los posibles errores que se pudieran encontrar, al regresar a su casa subió las bolsas de la compra a una vecina ya anciana que apenas podía ni mantenerse a sí misma en pie y no satisfecho con eso, casi al anochecer, dio la orden a su banco vía online de pagar todas sus deudas, tiró la basura de forma clasificada para que fuera reciclada y llamó a sus padres para pedirles perdón y para decirles lo orgulloso que se sentía de ellos. Como colofón les comunicó que en cuanto tuviese un instante acudiría a verlos.

 

Lo verdaderamente imputable es que todo ello lo hizo porque quiso, nadie le obligó, puso toda su buena voluntad y en sus sentimientos no se encontraba ni odio ni resentimiento, tan sólo se veía en él una increíble empatía acompañada de un intenso y maravilloso amor.

 

Un escándalo señores, algo reprobable de cualquier modo, ¿cómo alguien puede hacer tales acciones sin buscar nada a cambio?…..

 

Los hechos son imperdonables, pues deja a toda nuestra sociedad en un pésimo lugar. A muchos de nosotros nos hace sentir de una forma ruin. Así pues pido mediante este escrito que le encierren para siempre, que la comunidad lo que quiere es la conciencia tranquila, no se pueden consentir más comportamientos como los de Salvador, son absolutamente honestos y por lo tanto inapropiados.                                         

 

ESCRITO EL 05/03/2017

AQUEL MUCHACHO

Suelo estar en mi tienda temprano, antes de ver cómo se despereza la vida del comercio urbano, antes de que los chavales se encaminen somnolientos y con cierto disgusto a sus primeras clases, en esa hora en la cual el rocío aún se adhiere a la hierba, en el leve intervalo de tiempo en el que el canto de los gorriones todavía no es sustituido por el del motor de los coches.

 

Suelo saborear un café antes de abrir mi negocio, justo cuando los estudiantes se encaminan apresurados al instituto.

 

Veo día tras día a todos esos jóvenes, y así llevo años, pero de todos ellos tan sólo recuerdo a uno en el que solía fijarme. Creí hacerlo por una empatía un tanto irracional, o quizá porque ese adolescente me recordaba al que yo también fui.

 

Le solía observar casi siempre rodeado de amigos, otros chicos y chicas que sin embargo yo intuía que eran distintos a él. Mi negocio se encuentra a poco más de cien metros de la puerta del instituto de la zona, y por las tardes, al dar por concluida mi jornada laboral e ir de camino hacia mi casa, mirando a través de las vallas, le encontraba en la pista entrenando con el equipo de baloncesto del centro.

 

Veía cómo destacaba, cómo sobresalía por su potencia, por su dominio en el aspecto físico y en la técnica, por su visión y entendimiento del juego, por el liderazgo que su entrenador y sus propios compañeros le atribuían, pero sobre todo por su alegría, porque a cada lance del juego parecía dejarse la vida.

 

Era en esos instantes, allí como me encontraba parado, viéndole entrenar y relacionarse, en los cuales yo más me preguntaba a mí mismo el porqué de la relación que había creado en mi interior entre él y yo, y no hallaba en ese momento ante esta cuestión respuesta alguna. Mas de repente, de un día para otro le descubrí caminando sólo, y en su cara vi cómo se reflejaba una profunda tristeza. Parecía que los que antes le rodeaban y le apoyaban ahora le rehuían, y por la tarde, al encaminarme hacia mi hogar me sorprendió no encontrarle entrenando en la pista, y más aún cuando al buscarle con la mirada le encontré en un rincón alejado del banquillo, sin ningún balón cerca suyo, mostrando un aspecto gris, un espíritu sombrío, y ante tal visión sentí una punzada de angustia, y me sentí en aquel anochecer desconsolado, casi no pude dormir, me hallaba intranquilo.

 

Al amanecer siguiente no le encontré, no fue al instituto, y por la tarde la canasta y sus compañeros parecían que habían ignorado desde hacía más tiempo del que en realidad había transcurrido su ausencia, todo parecía continuar del mismo modo sin él, y se podría decir que para este mundo aquel adolescente desaparecido no era ni tan siquiera un lejano recuerdo.

 

Fue en ese instante cuando tomé conciencia y lo comprendí, cuando descubrí claramente el porqué entre aquel muchacho y yo hice una relación de semejanza, y desde entonces cada mañana me le imagino dentro de una tienda saboreando un café, sonriendo al poder evocar sin dolor las amarguras del pasado, levantando al fin sus ojos y sintiéndose tal y como ahora yo me siento, siendo ante esta vida libre y feliz.

 

ESCRITO EL 22/01/2017

SEIS DÍAS

Camino por un pasillo desnudo a esta hora de gente, y pienso en ti, en que tan sólo hace un par de minutos te estaba abrazando.

Deambulo ahora que estás ausente como un sonámbulo ciego y pesaroso, como un hombre que se siente despechado ante el mundo que le tocó vivir. Sé que ya se encuentra entrada la noche, aunque no distingo ni el tiempo ni hallo sentido a ningún viaje si no estás tú junto a mí.

El horizonte que observo se ha convertido en dos luces aproximándose desde la oscuridad, y yo sin poder evitarlo continúo pensando…

Dos borrachos discuten en el vagón, y me alejo, sí, a cada estación que llega yo estoy más y más lejos.

Me viene a la memoria que de esta línea te escribí en nuestro pasado un texto, y evoco la expresión de tu rostro en el momento en el que lo leíste, parecías tan sorprendida, tan orgullosa y contenta, tan enamorada de mí…

En este instante debo de reconocer que la tristeza me envuelve, que siento una gran añoranza en mi pecho, tengo la necesidad de oírte, de verte, de sentir el tacto de tu piel……. Tan sólo cabe decir que estoy pensando en ti…

Ya estoy realizando el transbordo en la estación de Canal, nueve minutos de espera, y otros seis días más.

La parada en ¨Islas Filipinas¨ me tienta a emigrar contigo, pero nuestro viaje continúa, la historia que estamos construyendo seguirá escribiendo sus letras bajo este cielo de Madrid.

Finalmente llego a mi destino, y de ahí al hogar que ambos una tarde, una noche, y todo un día a la semana compartimos. Al entrar y notar su inmensa soledad, su melancólico silencio, me doy cuenta de las interminables horas, los desesperantes segundos volviéndome loco antes de verte de nuevo, a pesar de que siempre me queda la esperanza de que mi alegría retornará en seis días.

Mientras tanto, pienso en ti….

(Para Marisa Belarmino)

 

ESCRITO EL 31/12/2016.

MERECE LA PENA

En el instante en que la luz de una solitaria farola alumbra la calle,

sentado como ahora estoy en mi cuarto en frente de este papel aún en blanco,

me entra el deseo de no escribir para así no expresar nunca más mis penas,

y quiero arrancar de cuajo todo el pesimismo llenando

como así hago cada vez más a menudo

de letras tristes mi papelera.

 

En estos momentos bajos

es cuando cierro mis ojos para visualizar tu rostro,

y mientras siento en mi piel el calor de tu tacto

me parece oír tu risa,

sólo así mi pecho consigue calmarse,

pues sé que tú, sueño mío, te encuentras a mi lado.

 

Algunos pocos me enseñaron

que existen personas que como tú intentan buscar en donde otros jamás lo harán,

que la locura no es ningún hándicap si se sabe interpretar,

que la mayor estupidez es cerrarse a un sentimiento,

y que hay que tomarse a uno mismo muy poco en serio,

que las cosas realmente importantes no cuestan dinero,

que quererse es el principio para poder querer a los demás.

 

Me negué en el pasado la ilusión que los míos consiguen en el presente darme día tras día,

pues lo que me rodeaba estaba impregnado de desesperanza, dolor y soledad.

 

Ahora mi odio hacia este mundo se ha tornado en cariño,

y mi absoluto abatimiento fue destronado por la felicidad.

 

Por la ayuda y la comprensión que algunos me han otorgado

he comprendido el verdadero significado de la palabra amistad,

gracias a la inmensa paciencia de mis padres

que jamás me abandonaron,

se ha recuperado al hijo perdido

que nunca como en este momento se ha sabido valorar….

pero sobre todo por encontrarte a ti cariño

que eres la fuerza por la que conseguí amarme y amar,

lucho y lucharé por esta vida,

ya que os debo mi alegría,

conoceros a vosotros ha hecho que sepa

lo que merece la pena de verdad.

 

ESCRITO EL 03/12/2016

LA LUZ QUE ATRAVIESA LOS BARROTES

Observo ese pequeño hueco de luz en lo alto, ese cuadrado en el muro que está atravesado de arriba hasta abajo por tres barrotes.

 

Pienso en ti madre, en la protección que me ofrecían tus brazos y en el calor que desprendía tu regazo. Me viene a la memoria también una brisa primaveral, y el sonido del vaivén de las ramas en uno de aquellos parques de la infancia, el tacto fresco de la hierba rozando mi espalda, y puedo oír mis propias risas, en la retina de mis ojos aún se conserva la sonrisa que iluminaba tu cara.

 

En este instante y desde hace ya demasiado tiempo la luz a mi alrededor parece languidecer, no me quedan ya amigos, no tengo amor, tan solo me queda lo que no quiero, lo que para muchos es un sueño o una ilusoria pretensión.

 

Por si no lo sabes mamá soy coleccionista de estampas, de papeles que lo podrían comprar todo. Sin embargo, en realidad, no poseen ya para mí ningún valor. Acumulo terrenos y edificios, y levanto negocios que se iban a la ruina. Aunque reconozco que lo hago intentando hacer a otros mis esclavos, pisando lo más que puedo al prójimo, consiguiendo después lavar mi imagen pues la mayoría me cree cuando exclamo que yo no soy culpable de nada.

 

Me levanto cada mañana con la convicción de que no necesito sentir ni remordimientos ni empatía ni por nadie ni por nada, pues Dios no existe porque el único Dios posible soy yo.

 

Miento tanto o más de lo que otros pretenden mentirme a mi, pero siempre gano, mas sé que mi existencia es un fracaso, y compruebo cada noche al hacer repaso que mi corazón anda moribundo por las tinieblas de un camino desolado.

 

Te confieso madre, que tres esposas tuve a las que nunca amé, por lo que no puedo culparlas al saber que ellas tampoco me amaron. Mil amantes dejaron mi cama fría, y gracias a ello otros tantos billetes en mujeres malgasté.

 

Compruebo que el mayor premio que me han concedido es mi soledad y un pecho que apenas late, y que mi condena se basa en tres pilares….

 

El primero es la ausencia de amor, pues éste se fue contigo a la tumba.

 

El segundo es este deseo exacerbado de poder que me convierte en un hombre desdichado y pobre.

 

El tercero y último lo conforma la vergüenza que me acompaña en todo momento, pues me convertí en un hombre opuesto a ese ser ejemplar que quisiste que fuera, ese hombre honesto que destrocé rompiendo así la esperanza de tus deseos.

 

Oigo cómo unas llaves abren un cerrojo a mi espalda, sirvió el dinero que pagué por mi ficticia libertad que a partir de ahora es pactada.

 

Sí madre, tres barrotes son mi vida y una tenue luz es la única salvación posible que me aguarda. Esa luz eres tú, te pido que ayudes a mi alma.

 

Por favor, perdóname por no haber conseguido ser quien tú esperabas.

 

(CON LA ESPERANZA Y EL DESEO DE QUE LOS SERES HUMANOS NO PERDAMOS NUNCA LA CONCIENCIA)

 

ESCRITO EL 22/11/2016

LA ROSA Y SU LLAMA

Un camino cubierto de hojas secas, la frescura que sentí al alba, esas verjas desde donde podía vislumbrar el jardín, y ese olor tan característico a rosas que me dio la bienvenida, todo ello lo recuerdo, todo ello viaja conmigo porque es parte de mí.

Hace un par de semanas pasé un día celebrando la navidad en familia en una fecha que no se corresponde según el calendario, y en aquella mañana de finales de noviembre quise dar las gracias a una persona que más que otra cosa podría denominar como amiga. Me recibió con la dulzura de su sonrisa, lo cálido de su abrazo, y la ligereza y desenvoltura de sus suaves y alegres carcajadas, la confesé antes de que amanecieran mis padres, que en mi interior aposentaba un sentimiento de absoluta frustración, pues me veo como un hombre sin valor, soy un hijo avergonzado, pues no puedo cumplir con todo aquello que deseo.

Entonces fue allí, en aquella cocina aún medio en penumbras, cuando me comentó con una mirada vivaracha y risueña y con una voz serena y llena de bondad, que mis padres es verdad que se hallan enfermos, pero que debo continuar haciendo lo que hago, porque lo que ellos realmente quieren es tener la oportunidad de sentir en su piel la emoción de ver mi triunfo, quieren observar cómo disfruto con lo que realizo, sin olvidarme, eso sí, de tener algún tiempo para acordarme de ellos. Siempre podré hacer alguna llamada a lo largo del día o de vez en cuando una visita inesperada…. pero sobre todo me dijo que lo que más desean mis padres es mi propia felicidad, y que, además, por supuesto, para cuidarles en las cosas cotidianas ya está ella.

Fue a continuación, antes de que yo pudiera balbucear palabra alguna, cuando se oyeron unos pasos y se abrió la puerta. La presencia de mi padre me hizo guardar silencio, y algo más tarde, después de los desayunos, preparativos y diversas tareas, tuvimos sobre la mesa una comida suculenta. Disfrutamos en familia y también ella se sentó con nosotros, pues desde hace tiempo es parte de ésta.

Con la excusa del descanso, antes de volver a partir aquella misma tarde, subí a mi antigua habitación, cogí una pluma y una hoja en blanco, y escribí un texto que después metería sin que nadie lo supiera en el bolsillo de un abrigo suyo que se encontraba colgado en la percha de la entrada, tal escrito dice así:

 

LA ROSA Y LA LLAMA

Cuando la calidez del sol

aún no ha aparecido,

y la mañana es todavía

fruto de un espejismo,

se levanta una rosa

en silencio

para disipar la bruma

de nuestro jardín.

 

Se afana sin descanso,

elimina el intenso frío

que dejó tras su paso

el rocío,

y así cuida de las demás flores,

les proporciona el calor necesario.

 

Se preocupa

otorgando cariño,

y se entristece

si las ve sufrir,

pero sólo lo hace

cuando se halla a solas.

 

¡Mírala! ….

jamás se oculta de ella la sonrisa,

a pesar de los pétalos marchitos,

aunque envidiosas rosas claven espinas en su tallo.

 

Decidió dar su máximo esplendor

manteniendo siempre

su llama encendida,

dándole vida

a la luz de la pasión.

 

Para esa bella, vigorosa,

y apasionada rosa

es este texto que he escrito

en un intento de mostrarle mi gratitud,

pues sería algo ridículo regalar una flor a una rosa,

algo absurdo no tenerla cariño,

y estúpido no hacerlo de corazón.

 

(PARA TERE, CON CARIÑO Y GRATITUD)                                              ESCRITO EL 29/10/2016

BROTES KAFKIANOS

Tu mano alzada, el aroma que desprenden tus cabellos aún conmigo, y en mi mente y mi pecho la desolación. Porque te pierdo, porque mis ojos ya no te ven.

Vas camino de otra tierra que aún yo no conozco, un lugar con el  que soñé cada noche,  puesto que en un hermoso futuro quería vivir allí a tu lado.

Mas en este ocaso mi esperanza se desvanece, se esfuma como lo hará la ceniza que se desprenderá cuando queme lo que sé que será mi último escrito encima de un confuso papel.

Cae la noche y siento frío, a pesar de que el calendario me dice que estamos en pleno agosto, y mis pasos me encaminan pesaroso y lánguido hacia el metro, encaminándome hacia una casa vacía, hacia un hogar que sin tu presencia guarda silencio, pues no sabe qué hacer o decir, pues tan solo siente dolor y tristeza.

Observo mi cara reflejada en el cristal, y sí, aún consigo reconocerme, todavía sé que ese rostro me pertenece. Es evidente que algo en mí ha cambiado, y también que te lo he intentado ocultar. Sin embargo, no sé si lo habré logrado.

Y a pesar de que estoy seguro de que ha sido demasiado duro para ti que en estas dos últimas semanas antes de tu partida haya rehusado a hacer el amor contigo, que no haya querido tocarte, a pesar de que sé que he estado bastante irascible y en apariencia ausente, también sé que en este instante estás preocupada, que como lo has hecho siempre allí arriba también a esta hora me quieres.

Te agradezco, aunque no puedas oírme, que en estas últimas horas que hemos estado juntos hayas intentado quedarte a mi lado, pues me amas y por ello no deseabas marcharte, pero por eso insistí, y en este momento sentada en ese avión que te va alejando poco a poco, sé que continúas teniendo dudas, sé que como yo estoy haciendo a su vez contigo, tú no puedes dejar de pensar en mí.

Y ahora estoy abriendo la puerta que da entrada a nuestro hogar, y al cerrarla me pregunto si debería sellarla por dentro. Voy a convertir estas paredes en un mausoleo en el que no deseo que me vengas a visitar, pues no quiero que regreses. Prométeme que no volverás  nunca, mas  no te equivoques, hago lo que hago porque ahora más que nunca te amo.

Voy al aseo y me toco por encima de la camisa mi pecho, quizá debería ir a un hospital, pero siento un intenso miedo.

Algo en mi crece, como una mancha  de liquido oscuro que se esparce inexorablemente.

Te pido que vueles alto mi amor, convierte todos tus sueños en realidad, porque si lo haces así también convertirás los que en estas dos últimas semanas yo he hecho a su vez como míos.

Porque me estoy convirtiendo en una especie de cucaracha solitaria, en una mirada que cambia a cada momento. Por favor, huye, vete y no vuelvas, no pienses mucho en este monstruo que intenta ocultarse, y  no te acuerdes de nada más que de lo bueno que ambos hemos vivido….

Pues todo lo hago porque te amo, y no dudes de que me encuentre en donde me encuentre te amaré siempre.

 

ESCRITO EL 14/09/2016

OCHO

Abro los ojos y todo a mi alrededor se halla en penumbra, se apodera de mí una sensación de extrañeza. Al mirar hacia el reloj de mi mesilla veo que marca las ocho en punto, y todavía no sé si me encuentro dormido o estoy despierto, no sé si esto es realidad o un absurdo sueño.

Me levanto y me aseo, salgo de mi casa taciturno encaminando mis pasos hacia el metro. Ocho son los minutos de espera en este andén, y me llama bastante la atención, aunque me imagino que todo en esta vida está dividido entre una tremenda irrealidad y la casualidad de que podamos respirar bajo este cielo, dividido entre la mentira y el odio, entre el ruido y la búsqueda perpetua de sosiego.

Al llegar al trabajo dudo, y pienso que es mejor no ver la fecha de hoy en el calendario. Atónito compruebo que ocho son los correos electrónicos que desde ayer me enviaron, siendo a su vez ese el número de mis respuestas, la persecución a mi mente ha comenzado. 

Es la hora de mi descanso, y me propongo dar un pequeño paseo, me topo a la entrada de un jardín cercano con un grupo de ocho mujeres que charlan, que ríen expulsando de sí mismas este silencio que en mi interior se ha refugiado. Incluso, son ochenta los céntimos que me cuesta este refresco, y cuando decido regresar, cuando me lleva mi responsabilidad de vuelta a mis labores, descubro también que son ocho las líneas que tiene pintadas este paso de cebra, ocho mis llamadas sin hallar de ti a esta hora ninguna respuesta.

Acabo mi jornada laboral, y me llama la atención que cincuenta y tres son los equipos que hoy me he revisado, sumo cinco más tres, y me pregunto seriamente si en realidad no me estaré obsesionando. 

Salgo y bajo contando los ocho escalones que hay en la entrada, y de camino hacia mi casa me encuentro algo preocupado, creo que al llegar a nuestro hogar me debo acostar, quizá será mejor descansar esta tarde, no me está haciendo ningún bien tanto trabajo.

Me despierta el sonido de una llave que está abriendo mis cerraduras, y pleno de felicidad corro hasta encontrarme contigo. Al verte alli, tan bella como tan sólo tú  lo eres, resistiendome a ello pero sin poder, con mis puños y mis dientes apretados, te lanzo un sincero  ¨te quiero¨, y me acerco agarrándote de la cintura, mientras sin vacilación alguna te beso. 

Sé que ante ti soy un hombre que ha perdido la necesidad de otros cuerpos, soy un soldado que se ha rendido ante el asedio que le ha producido un sentimiento que le está consumiendo por dentro…..Mas sin poder comprenderlo caigo en la cuenta de que lo que te acabo de expresar lo conforman tan sólo un par de palabras, y evidentemente no me salen ahora mismo las cuentas. 

Sin embargo cuando te abrazo no puedo por más que sonreírme, puesto que al contar mentalmente veo con asombro que ocho son las letras que integran esas dos palabras.

Pero no te tienes que preocupar, ya que mi enfermedad no se halla en la fijación obsesiva hacía ningún número……

En verdad, por si te interesa de algún modo saberlo, tan sólo yo sé que mi locura surgió por primera vez al probar el calor que me brindan tus labios, y se alimenta porque te tiene constantemente presente. Créeme si te digo que no te olvido, puesto que escucho tu voz aunque entre nuestros cuerpos parezca en ocasiones que existe un abismo profundo y vacío, porque tu corazón me susurra, y al escucharte con atención me calmo, y de este y de ningún otro modo puedo sobrevivir en tu ausencia….Ya ves todo lo que me ocurre, todo lo que en este anochecer te comento, entiende por fin que la única cura para mi pecho se halla en este amor que hacia ti siento. 

Ahora tranquilizate y guarda silencio, puesto que no me queda otra que proclamarme culpable y reconocer  que lo que ronda mi mente sin jamás detenerse, de lo único que sé que no me puedo desprender, es de esta ansiedad que quiere con desesperación poder contemplar una vez más tu sonrisa, es del latido de este corazón maltratado que suspira por tu amor a todas horas, que muere por la pasión que le inspiras día tras día …. .

 

ESCRITO EL 21/07/2016.

TOMARSE UNAS LARGAS VACACIONES.

El sol brilla y calienta el ambiente, desde el balcón puedo ver gente charlando en el bar de en frente, ahí abajo, al otro lado de la calle, todos hablan y brindan distendidos. Parecen alegres, dan la sensación de hallarse ajenas a la vida que las rodea, ausentes de un mundo que yo creía conocer, y me doy cuenta con tristeza de que he sido siempre un ingenuo, un absoluto necio ante algo que nunca he sabido comprender….

¿Qué pensaría mi padre si me estuviera observando en este momento?, ¿qué valor otorgaría a lo que yo he hecho, a todo lo que hago? Empleado del año dentro de mi empresa, el candidato más joven en tener opciones de conseguir ese puesto que es tan ansiado… ¿qué me diría?……

He luchado como nadie, cuando me han golpeado me he vuelto a levantar, y sí, me he convertido en un hombre implacable, en un muro contra el que hasta el más fuerte se estrella, tan duro y resistente que nada ni nadie lo podría derruir.

Te fuiste cuando yo era muy pequeño y no me dijiste ni un miserable adiós, me quedé al lado de una mujer que lloraba sin consuelo, a la cual no le quedaba ningún otro aliciente que no fuera el de sufrir…… Padre, ¿hacia dónde fuiste?, ¿en qué lugar te encontrarás?…

La luz, el calor, la gente del bar, todo me transporta hacia aquel verano en el que estuve contigo, a aquel tiempo en el que aún mi padre reía al estar junto a mi madre, y los tres comíamos sardinas en frente de ese mar que a esta hora se me antoja demasiado lejano e irreal.

Sobre aquellos granos de arena que han desaparecido por completo, en esa cala que poco a poco ha olvidado nuestro eco, arropados por una luna que sin pretenderlo ya envejeció, te amé como jamás he vuelto a amar a nadie, y sí, fui un cobarde, se acabó aquel verano y no acudí a la despedida, y por infortunio o quizá por suerte, desde entonces no supiste nunca más de mí…

Me parecía olvidada tu risa, el dulce sabor que se mezclaba con la pasión y la sal que me ofrecían tus labios, y sobre todo creía perdida la brisa templada que en aquellos días azotaba este pecho que ahora empieza de nuevo a levantarse y latir…

Mirando al horizonte y sin entenderlo en absoluto sonrío, no sé muy bien el por qué, pero sonrío. Encima de la mesa del salón está aún la carta que recibí y leí ayer, la escribió alguien al que todavía no conozco, y ese alguien me ha anunciado inesperadamente tu muerte…

Te confieso si puedes escucharme allí en donde estés, que no sé qué contestar, soy un ingenuo porque nunca supe hasta ahora que existía alguien que fue un producto de nuestro amor, y te he perdido al igual que perdí en el pasado a mi padre, del mismo modo en que me estaba perdiendo a mí. Es hora de responder y de no volver a abandonar a nadie. Definitivamente ha llegado el momento de tomarse al fin unas largas vacaciones…

 

27/06/2016.

MIENTRAS EL SOL SE APAGA

Hay noches como esta en las que sueño que busco algo entre las rocas. Levanto una tras otra hasta que desisto exhausto, y mientras tomo aliento me llega el sonido del rugir de las olas al chocar contra un acantilado. En ese instante me incorporo y observo el mar y su azul, su silencio y su calma, mientras en el horizonte dos gaviotas se reencuentran y así pasa la tarde, sintiendo una brisa cálida en el rostro hasta que el sol se apaga.

 
Es cuando todo vestigio de luz desaparece y entreabro mis todavía cansados párpados cuando tomo conciencia de que existo, y me levanto como un sonámbulo para ponerme cara a cara frente al espejo. Ante mi reflejo hago una especie de mueca para sonreírme, y procuro decirme con palabras calladas que no importa ya demasiado el ayer, si fui en él feliz o desgraciado, pues empiezo ahora un nuevo día, y debo salir para aprovecharlo.

 
Así es como en ocasiones consigo aliviar mi desesperanza, el agobio de lo no conseguido y de lo que ya nunca conseguiré, el hastío incesante de la rutina, mi esfuerzo a veces tan brutal por llegar a realizar los tan a menudo imperiosos deberes, mi desgana y la falta de ánimo….

 
Después en la calle, al caminar y pensar, me calmo a la vez que respiro este humo de ciudad que está menos contaminado por la mañana, y comprendo que me es necesario cambiar de vida. Porque quiero amarla plenamente, cuidar más de los míos y tener el suficiente sosiego para poder leer y escribir, necesito sentir de nuevo que en verdad mi corazón late, que corre sangre aún por mis venas, y para ello hay ocasiones en que me tengo que evadir, desaparecer, y no contestar a las llamadas. Ya que debo encontrar y suministrar lo más sabiamente posible aquello que para todos es lo más valioso que nos han dado….

A veces sueño que busco algo entre las rocas y me siento triste, pues sé que jamás lo encontraré…..

 
En esta tarde me sentaré a observar otra vez a mis dos gaviotas, y se me escapará así irremediablemente el tiempo, mientras, el sol se apaga…..

 

 

Escrito el 15/03/2016

LOCOS Y SUPERHÉROES

Mírate, lo que debo soportar día tras día. Ya sé que la mujer a la que amas te dejó, y que no la ves tan sólo como a una simple amante, sino como a una madre que también como ha hecho ella te abandonó, y me pregunto quién sería capaz de  no alejarse de ti …..ahí se encuentra el quid de tu dependencia, la búsqueda materna que nunca finaliza. Sé que todavía eres un crío de treinta y ocho años, y por ello siento hacia ti un cierto desprecio a pesar de mis falsas e intencionadas muestras de empatía, esforzándome en aparentar una escucha activa que no realizo, y es que tantas tonterías juntas tuyas me aburren, menos mal que en el reloj te quedan tan solo dos minutos.

 

No espero más, sonrío, y dejándote a media frase de seguro algo insustancial me despido de ti, te comento que ya continuaremos la próxima semana, y te acompaño apoyando una mano en tu hombro hacia la puerta.

 

Menos mal que ya me encuentro a solas conmigo mismo, estoy harto de este trabajo, me pregunto el por qué no opté por elegir la rama de ginecología, todo sería mucho más agradable, y para colmo en quince minutos llega la paciente que desea acostarse conmigo …. bueno, a decir verdad conmigo y con cualquier hombre que se cruce en su camino…..

 

Me dirijo al fondo de la habitación y abro la ventana. Al fin un poco de aire …… vuelvo a mi escritorio, me siento, cojo un cigarrillo, lo enciendo y consulto mi agenda, después de la ninfómana viene el que se cree el hombre araña ….. pobre loco. Cree que tiene poderes, no se da cuenta de que los superhéroes lo somos únicamente las personas elegidas…….

 

Me levanto y doy unos pasos hacia atrás para coger impulso, la ventana está abierta. Corro y estiro los brazos, salto y comienzo a volar……

 

Puedo ver la ventana de antes abierta en lo alto, gente que se aproxima y me rodea, sirenas se escuchan aún a lo lejos pero parecen aproximarse……mierda, creo que tendré que anular mis próximas consultas……

ESCRITO EL 02/03/2016.

EL PRIMER ENCUENTRO CONTIGO

Nació un día nublado de lluvia incesante, una mañana melancólica en la que tuve el inmenso placer de encontrarte.

Subido en el tren, ese que guiaba mi rumbo hacia ti, pude comprobar que mi cuerpo no sentía ni nervios ni ningún tipo de esperanza, que mi corazón no estaba predispuesto para enamorarse con tu primera mirada, dándome cuenta al fin de que abandoné la inseguridad que poseía de crío, puesto que en un hombre ya me había convertido.

Después de sufrir en el pasado algún fracaso doloroso, decidí que debía ser yo mismo, sin pretender aparentar ni más ni menos que lo que realmente soy, siendo ello un ser que intenta mostrarse hacia este caótico mundo como una persona de carácter fuerte, que tiene un alma libre, con el interés de ser siempre honrado, y ante todo lo que en mi existencia suceda honesto descubrirme.

Al llegar a Madrid no te vieron mis ojos, y pensé por un instante que no habrías venido, pero observé una figura femenina que se protegía del tiempo, y en la calle de Atocha pronuncié por primera vez hacia el viento tu nombre.

En ese momento el cielo se iluminó, pudiendo al fin contemplar lo que es tu bello rostro, fue entonces cuando tu boca me ofreció su amplia sonrisa, y ese gesto, el primero que tuviste hacia mí, se representó en mi imaginación como el regalo de una rosa.

Fue entonces cuando después de una cortés y formal bienvenida caminamos como si fuéramos dos viejos amigos que iban a ver juntos una exposición de arte, y aquel se convirtió en el primer paseo que dimos, un trayecto desinteresado y distante, pero quizá en él una fuerza poderosa y oculta conspiraba para unirnos.

Lo intentamos en un par de salas, pero a esa hora había mucha gente, y decidimos desistir y resguardarnos del frío. Al poco nuestro encuentro se calentó al sabor de un café delicioso, las tazas las sujetábamos con decisión y sin embargo algo nos inquietaba, nuestras manos temblaban levemente, y nuestros pechos dudaban.

Pero aún así, allí sentados en dos cómodos sillones, uno en frente del otro, la conversación que iniciamos duró más de dos horas que me parecieron un hermoso instante, un momento con olor a bienestar y a fresas, pleno de empatía, sosegado, pudiendo ser mi persona más auténtica, y al serlo de este modo alcanzando lentamente el alma de ella.

Hablamos de la familia, de lo que cada uno piensa y siente sobre Dios, de lo que ambos hacemos….. en definitiva, conversamos sobre lo que nos había deparado la vida, y quizá alguna chispa brotó, o simplemente una vaga ilusión, y sin comprender el porqué el cielo aún oscuro parecía brillar en nuestro interior.

Me hallaba tan lleno de paz que cuando miré el reloj me quedé sorprendido, dando de este modo por concluido nuestro primer encuentro.

En el viaje de vuelta le envié un mensaje agradecido, expresándole el buen momento que había pasado junto a ella, y ese mensaje retornó hacia mí con otras palabras, te había hecho feliz conocerme en persona.

Por ello y por lo que pueda pasar hemos convenido que queremos continuar la historia empezada, mas no vamos a buscar ni forzar otra cosa más de lo que vaya surgiendo, quizá el destino nos depara una auténtica amistad, o tal vez aparezca algún destello de amor que nos convierta a ambos en amantes eternos. Pero sin poder saber esto aún, lo que sí sé fehacientemente es que siento una cierta dulzura hacia ella, algo que no sabría cómo explicar, y que con el tiempo a su lado tendré que descubrir.

Ese mismo tiempo que es sabio, seguro nos dará la forma que estime oportuna. La nuestra es una historia que inicia y que comenzó ayer, durará mientras nuestros sentimientos mantengan su llama viva…

Escrito el 02/03/2014. Reescrito el 26/02/2016.

ELLA Y ÉL

Era una tarde soleada de mediados de Marzo, él había tenido un mal día, uno de aquellos que son despiadados con uno mismo. Aposentaba el deseo de alejarse de un mundo que se le representaba hostil, sin embargo, sabía que debía hacer un esfuerzo, y es que tenía que encontrarse con aquella misteriosa y atrayente mujer.

Después de un breve saludo, de un cruce quizá esperanzado de miradas, se encaminaron a disfrutar de una exposición de Cezanne en el que era su segundo intento, la mejor excusa que encontraron para un nuevo encuentro.

Fue entonces cuando aquel hombre decidió dejarse llevar olvidándose por un momento de todas sus penas, y así quiso tener un atardecer tranquilo, un anochecer agradable, un momento de paz junto a esa dama que acudió a la hora prevista sin que él lo esperara.

Al entrar en la exposición le pareció que la gente a su alrededor desaparecía, era como si se encontraran ambos en una soledad que en ese preciso instante compartían. Contemplaban extasiados la hermosura de los cuadros de un maestro sin apenas enterarse de que su arte les estaba enseñando cómo entre ambos algo surgía, cómo algo latía y crecía. ¿Era ese el inicio de una nueva historia de amor?

Para ella una de aquellas pinturas era especial, su textura, su color, el trazo que la mano del artista había marcado, y él si hubiera podido le hubiese puesto en aquel instante la luna a sus pies, pero con humildad le regaló lo que estaba a su alcance, una sencilla reproducción, y dio un vuelco su pecho al sentir cómo aquella mujer ante este gesto se conmovió.

Se encaminaron hacia el Palacio Real, y Madrid entera los contemplaba envidiosa. Al sentarse, al observarse, al dialogar ….. en el transcurrir de un tiempo en el que estando uno al lado del otro parecía que no importaba nada, él sintió un impulso reprimido de besarla, mostrándose inseguro, miedoso, puesto que no deseaba cometer un error grave que terminara con lo que se le aparecía ante sí como si fuera un sueño ….. aunque ella lo intuía, y con su mirada cada vez más apasionada se lo pedía.

La llevó a un restaurante italiano que no conocía personalmente y resultó ser la mejor velada que recordara…. y sin saber aún muy bien si fue por estar en su compañía o por el encanto o embrujo de aquel ocaso castizo, en el paseo que les guiaba al adiós de aquel día, quizá con la ayuda de algún osado Ángel celestial, se aventuró a besarla, y ella le ofreció sin resistencia sus labios. Contenían un sabor dulce, un tacto suave y carnoso que se entregaba abierto al placer, y unidos de la mano continuaron su trayecto deteniéndose en cada rincón, abrazándose, acariciándose, preparándose para el olvido de un pasado difícil, de un pasado en el que no se conocían, en el que él miraba hacia el cielo mientras ella, sin saberlo, le entonaba como en un suspiro la melodía del aquí te espero, el canto del en un bello día nos encontraremos……y ninguno de los dos esperaba aquel comienzo ni esa fulgurante pasión, sin embargo en sus corazones no se encontraba el arrepentimiento, y  apoyados en un ventanal de la Gran Vía se entregaron al principio del amor….

Hoy se verán otra vez ante el Oso y el Madroño, y se buscarán con los ojos, juntarán sus labios de nuevo, porque sin duda un sentimiento entre ellos dos está creciendo.

 

Escrito el 15/03/2014, reescrito  el 25/02/2016.

UN SIMPLE JUEGO.

Me acuerdo de la alegría que me producía jugar a balonmano y efectuar algún pase que parecía inverosímil, así como conseguir un nuevo tanto para mi equipo, o robar la pelota para a continuación armar un contraataque.

Era bueno en ello, o al menos eso creía. No lo hacía precisamente por los elogios recibidos por aquel entonces, ni por la confianza que depositaba en mí el entrenador al nombrarme capitán. El entrenador al que todos sus jugadores admirábamos, ya que teníamos la certeza de que llegaría gracias a su talento y esfuerzo a cotas más altas y estábamos en lo cierto. Mi cara mostró una amplia sonrisa cuando le vio triunfar años después por la tele.

Tampoco pienso que lo hiciera por hacerle mucho caso a ilusiones poco reales, cuando escuché rumores de que quizá me querrían hacer un contrato. Puesto que yo  únicamente tenía fe en mi valía gracias a ti papá. Gracias a aquella mirada llena de orgullo. La que más profundamente me mostrabas cuando de tu boca solo salían duras críticas. Yo jamás me tomé a mal dichas críticas, y eso deberías saberlo, ya que sabía que eran para que no me durmiera en la complacencia del está todo hecho, para que diera siempre de mí cada vez un poco más.

Aprendí mucho de aquello, y estuve a punto de conseguirlo papá. Si no lo hice fue por la mala suerte que le puede aquejar a cualquier deportista, porque al igual que a un soldado que va a la guerra le pueden matar, a un deportista el infortunio de una lesión le puede quitar lo que a él le daba más vida.

Reconozco que uno de mis días más tristes fue en el que empecé a notar molestias en mis gemelos. Soy consciente de que me derrumbé al poco tiempo, y eso tú lo sabes muy bien. Estuviste conmigo cuando me informaron de que tendría que abandonar mi sueño, el de llegar a ser un jugador profesional. Recuerdo que en aquel instante tú me abrazaste mientras yo lloraba desconsolado, allí delante de aquel médico al que también se le saltaron un poco las lágrimas, como a ti, como a todos los que sabían de mi ilusión y de mi esfuerzo.

De repente, todo mi mundo y mi sacrificio se desmoronaron, y fue cuando tú cogiste las riendas de mi dolor e intentaste animarme. Lo conseguiste, puesto que desde entonces, en el transcurso de estos años aprendí que la vida siempre sigue a pesar de sus bandazos, y que si pierdes algo importante para ti debes buscar otra pasión, algo que te vuelva a ilusionar.

Vaya si la encontré papá. Al escribir soy feliz, y además puedo intuir en ti parte del orgullo de antaño, a pesar de que también te observo, observo tu sufrimiento.

Envejecer sé que no debe ser fácil, y me duele ver a veces tu angustia. Sé que la fuerza que antes tenías ahora notas cómo lentamente se debilita, y sé que a veces te sientes torpe.

Comprendo que hay ocasiones en que quisieras hacer aquello que hacías tan solo unos cuantos meses atrás, y entiendo que te entristezcas al comprobar que no puedes.

Es precisamente ahora papá cuando tienes que alzar la mirada y verme a mí en la grada con mis ojos vidriosos llenos de orgullo, porque yo sé cuánto vales, y me gustaría que en vez de dudarlo pudieras sentirlo.

No te preocupes tanto, porque si te lesionas en ese camino nuevo y viejo que emprendiste, y un mal día compruebas que algo te impide seguir tu rutina, déjame ser el hombro en el que llores, y después levántate…..y si no pudieras por ti mismo, permíteme ser la mano que te ayude a conseguirlo, el hijo que te apoye para que puedas cambiar dicha rutina, porque si esta ya no sirve, encontraremos otra que te motive….

Porque el vivir cada vez estoy más convencido de que es un simple juego, y papá, sobre todo en estos momentos, el amarse e intentar comprenderse es  entre tú y yo, lo más importante.

(A MI PADRE)

18/11/2015

DETRÁS DE LA PUERTA.

Mi cuerpo tiembla, y en un espasmo que me despierta la mente me percato de que mi mirada está clavada en un punto cercano. Sabía que podría ser una mala idea hacerlo, que habría sido mejor haber contratado a un profesional, sin duda lo mejor hubiera sido la decisión que descarté de demolerlo todo, los muebles antiguos, las ropas pasadas de moda, el olor a naftalina, las risas que ahora escucho, esos sonidos estridentes que están impregnados por todos los rincones de esta casa….

Tengo una obstrucción en mi garganta que apenas me permite respirar, sube y baja levemente por mi esófago, y me asfixia, comunicándome así el miedo que siento, el temor que en este momento me oprime el pecho y no me permite mi habla….

Observo el teléfono y el sillón que se halla a su lado, allí se sentaba aquel maldito anciano. Como en un espejismo macabro le veo apoltronado ahí, mirándome mientras hace una mueca de burla, riéndose de mi estupor a carcajadas….

Voy al aseo del final del pasillo y vomito, me lavo a continuación las manos, compulsivamente, restregando la una fortísimamente contra la otra, y veo mi rostro en el espejo, se encuentra totalmente pálido, parece no tener vida….

En este instante retornan mis ojos a aquél punto en el que hace un rato atrás se hallaban fijos, y me aproximo lentamente a él, paso a paso, notando como mi pecho se acelera a cada movimiento de mis piernas…

Ahora entiendo que debería haber pagado a alguien para que hubiera reformado esta casa, y sin comprender aún muy bien el por qué abro de nuevo la puerta…

Ahí sigue, en el hueco que derribé, entre pared y pared, y vuelvo a cerrar despacio…

En este momento tengo que recapacitar sobre qué debo hacer. Si realizar una llamada, o continuar y guardar en silencio y para siempre el secreto que mi padre ocultó en esta casa….

Escrito el 11/10/2015.

EL COMECOCOS

Noto un leve dolor de cabeza que aumenta a cada instante, debería de dejar de mirar esta pantalla,  tendría que abandonar este estúpido juego, creo que se esta convirtiendo en una obsesión, con sus pasillos sin salida, sus frutas de colores, su ansiedad…..reconozco que comienzo a sentirme un adicto.

Levanto los ojos del monitor y ¿qué veo?, gente con nervios, personas moviéndose sin mucho sentido de un lado para otro, afanandose en su trabajo por un ilusorio puesto mejor, por ascender de categoría social, manteniendo su ego impaciente…..y pienso que así era yo en mi pasado…. comprendo que así era yo hace cinco minutos….

Cerca se encuentra la puerta cerrada de mi jefe, el hombre que destrozó mi vida, la escoria que se acostó con aquella mujer a la que ya ni reconozco ni deseo reconocer, a la cual amaba, y con la que continúo conviviendo aunque entre nosotros desde hace mucho tiempo no existe absolutamente nada.

Aparto mi vista de ahí e intento concentrarme en este círculo, en su boca, en este devorador de neuronas, pero mi mente, que siempre me traiciona, quiere retornar a un lugar calido y feliz, y evoca a mi madre en aquel hogar que casi olvidé, mostrandome su sonrisa, y me culpa con el dedo por no haber estado a su lado cuando ella más me necesitaba, a lo largo de aquella triste y cruel enfermedad…..

Por todo sé que yo más que nadie merezco morir solo, abandonado en una cuneta de cualquier camino intransitado…..y ese doloroso sonido continúa, sigo pasando los niveles que me restan mi condición de ser humano….

Ya es casi la hora de salir, ayer me llegó a los oídos que mi padre se encuentra con la salud delicada en un hospital….en la percha esta mi anorak, y al fondo la puerta que da a la calle….quizá sería el momento de pedirle perdón ya que mi madre se encuentra tras una lápida….quizá sería hora de cambiar, de ser valiente, de dar de una vez por todas la cara…

Sin duda tendría que abandonar este estúpido y maldito juego….

Escrito el 13/09/2015.

LA ESPERA

Miro en el reloj de mi muñeca como pasan los segundos, levanto la vista hacia el que hay en la pared de enfrente, y termino observando como si nada cómo trascurren hasta diez minutos. Siento una parálisis que aumenta, que me inutiliza, y noto cómo algo atenaza mi pecho. Un torno invisible esta comprimiendo un corazón que se halla cada vez más débil, a cada momento más exhausto. Un corazón que es el mío y se agrieta, al que su propia tristeza le ha desalojado la alegría, quedándose tan sólo de inquilino una cruel melancolía, la que siempre paga el alquiler con lo amargo de su pena.

Un pitido, una alarma, dice que todo esto terminó, sucesión de pasillos y escaleras, y de golpe lo que queda de tibio de una brisa de ciudad, aire impuro al que amo, a pesar de que sé que me está lentamente matando.

Siempre encuentro razones por las que desearía escapar de este lugar para así retornar al calor del hogar paterno, aunque éste a menudo me asfixie, a pesar del ahogo que en él siento, pues es vivido por mí como si fuera una cárcel cuyos barrotes aplastan lo que soy, ya que engullen mi propio valor, mi osadía de no necesitar a nadie en ningún momento. Todo por escuchar unos pasos contra el parqué, algún susurro lejano, y es que seria capaz hasta de hacer el peor de los pactos con el Diablo con tal de no enfrentarme con esta soledad, con tal de poder huir de mi mismo, aunque únicamente fuese durante un breve rato.

En el subsuelo, anclado en algún asiento del metro, observo como cada tres minutos pasa alguien pidiendo limosna, y me percato, gracias al contraste que existe entre la luz del vagón y la oscuridad del túnel, de cómo mi rostro se ve reflejado en el cristal, dándome cuenta al igual de como tú me dijiste un día en el pasado, que yo también me siento vacío y abandonado.

Ahora todo a mi alrededor son edificios altos, vehículos que no saben muy bien hacia donde van sobre este gris asfalto, y aceras repletas de transeúntes que si te miran lo hacen altivos, esta es mi ciudad, el veneno que siempre respiro, lo que tú ya habrás olvidado.

Llego a ese portal que nos vio tantas veces besarnos, y entro en una casa que ahora es tan sólo mía cuando hace apenas dos años era de ambos. Tu aroma, tu risa, todo en este sitio está impregnado de ti, y abro la caja de zapatos donde tengo nuestras fotos, transportándome éstas a un sueño irreal, arrastrándome hacia un mundo que ya no existe, uno en el que fui feliz, aquel en el que mi futuro estaba diseñado para permanecer a tu lado.

Entra poco a poco la oscuridad de la tarde a mi cuarto, hay una botella vacía en la mesa, miro por la ventana para contemplar aquel horizonte en el que sé que tú ya no estás, pero me topo de bruces con un muro. Rabioso y lleno de una fiebre que me martiriza, me repito a mi mismo que te esperaré, aunque sé muy bien que nunca será así, a pesar de que comprendo que ya no volveré a sentir jamás tu tacto.

Escrito el 16/08/2015.

EL DÍA DE LA ALEGRÍA.

Hubo un tiempo en que un enfermo mental lo suficientemente inteligente y capaz como para conseguir llevar a cabo aquello que se proponía, pensó en una fórmula para conseguir evitar el desprecio generalizado y la falta de consideración hacia el colectivo al que él mismo pertenecía.

Se dijo a sí mismo, si me hago visible yo y consigo hacer visibles a mis compañeros de patología, con algo divertido para que la gente venga, quizá con una fiesta, tal vez la sociedad empiece a aceptarnos y entendernos, tomarán así en cuenta nuestras necesidades, y conseguiremos unos derechos justos que nos ayuden a desenvolvernos en la vida sin la necesidad de escondernos.

Fue entonces, cuando a la salida de una reunión en un hospital de día, organizó con otros amigos y con el dinero que él mismo y los demás habían ahorrado durante años de su exigua pensión, la primera fiesta de la alegría del delirio mental. Para ello, hicieron carteles y banderines, y en algunas radios, más por curiosidad que por implicación, se interesaron por el tema.

Así llegó el gran día, la mañana que nuestro protagonista en particular esperaba, y fue todo un éxito, la gente acudió en masa. Había ideado el juego de ¨la asociación de la tristeza y la felicidad cronometrados ¨ , consistía en ver quien podía pasar de la manera más original posible y más rápido, de una alegría y un entusiasmo absoluto, a una pena y un llanto desconsolado, también se le ocurrió el juego denominaba «delirius crecendo», que partiendo de una historia disparatada dada al principio, se tenía que aspirar a relatar otra aún más disparatada si cabe. En otro se mostraba un objeto y se tenía que asociar a otro que no tuviese nada que ver, de forma que mediante el diálogo pudieses tener el don de convicción como para hacer que alguno de los presentes te diera la razón, y cómo no, se invitó ese primer año a tocar a grupos como «El canto del loco» o «Sincope». La gente, en general pasó un día muy divertido, y desde las instituciones se proclamó ese día como el día de la alegría del delirio mental…..sin embargo, el ideólogo de tal evento no estuvo muy convencido del asunto a pesar del éxito generado, puesto que consiguió instaurar una fiesta, e ingresos para terceros, pero los problemas de su colectivo seguían ahí, el desconocimiento ante sus patologías y sus problemas seguía siendo más que patente.

Al cabo de los años intentó cambiar de rumbo, buscó apoyo en los Mass Media, hizo carteles anunciando conferencias sobre los síntomas y la problemática del colectivo de enfermos mentales, pero casi nadie acudió, y la respuesta de los medios fue que eso no vendía, que era demasiado aburrido y que lo que el público demandaba era alegría. No le interesaban a casi nadie ni el sufrimiento ni las muertes por no hallar los suficientes apoyos que algunos de sus compañeros necesitaban.

De esta forma nuestro amigo se desinfló, pensó que la conciencia no importaba, entendió que el día que se instauró para la fiesta estaba vacío de contenido, y se quedó sin su sueño de que al fin le comprendieran. A partir de ese momento se ocultó bajo su silencio. No obstante, se aliviaba pintando caminos, y todavía esperaba una época en el que el día de la alegría no fuese tan solo un proyecto fallido.

Nuestro personaje en este presente sonríe hacia un muro, en él quizá vea otro mundo, uno en el que la incomprensión hacia su suplicio se haya borrado, gracias todo a la información y a la empatía que debería provocar de por sí su persona.

Escrito el 01/07/2015

LA PRÓXIMA ESTACIÓN.

Está a punto de terminar la noche. El tren que me lleva en dirección a otro país, a diferente ciudad, parece que no atiende ni a los asuntos de la memoria ni a mis recuerdos. Les da la espalda, los desprecia, y deja atrás, oculta entre sus raíles, olvidada por convicción propia, lo que a esta hora es en mí una profunda añoranza.

Pero a pesar de la nostalgia que siento por mis padres, por esa tierra con la calle que tanto recorrí, sus gatos, y aquel almendro que aún se halla seguro en un rincón del frondoso prado, comprendo que esta sensación es el primer pago que hago por el intento de conseguir mis sueños. Por eso dejo a mi entorno en un punto de suspensión, nadie me dijo que fuera a ser fácil, cogí mis cuatro camisas y un par de pantalones y en este instante me encuentro aquí, rumbo hacia un destino que entiendo que sólo yo puedo crear con esfuerzo y coraje, mas no tengo miedo, pues sé que esta es el única senda que me puede guiar hacia mi libertad.

Presiento que el alba está ya cercano, las negras siluetas de los árboles en la oscuridad se esfuman a un ritmo vertiginoso, y la próxima estación a la que llegaré me es aún desconocida. Está impregnada de la ilusión y el misterio que produce siempre algo que se nos representa como nuevo, y me doy cuenta de que mi mente es recia y obstinada. Sé que no flaqueará, que se mantendrá firme a pesar de que el barco de la realidad se resquebraje mientras zozobra.

El sol manda sus primeras muestras de amenaza, pronto aparecerán los primeros rayos de luz, y en mi mano se encuentra un libro a medio terminar de economía aplicada. Entre sus páginas, se halla una carta que en la madrugada anterior escribieron a dúo mis padres, intentando darme el aliento del que son capaces, y por supuesto, toda su confianza.

Releo este papel con tinta que sin mencionarlo expresa lo orgullosos que ellos se sienten de mí, este joven que intencionadamente se para en la parte final de este folio. En este tramo, cuando tiene que sentenciarse lo expuesto quizá con un breve te quiero, quizá con un sencillo hasta pronto, pone algo totalmente diferente, algo que me hace mirar hacia el aún oscuro horizonte y reflexionar ante lo que se me viene encima. En este último párrafo dice:

Hijo, como dice el maestro Sampedro, en esta vida ¨existen dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más rico al rico, y los que trabajamos por hacer menos pobre al pobre¨. A ti, como hicimos cada uno de nosotros, te toca en los próximos años elegir….. tan solo te rogamos que hagas lo que hagas seas feliz….

Apoyo mis dedos en estas letras que parecen que más que nunca me acercan a ellos, y siento cómo la tibieza de una lágrima surca mi rostro, pues a pesar de que mi boca no pronuncia palabra, sé que me están escuchando. De alma a alma les digo: os lo prometo, ahora que emprendo mi camino estoy comenzando a notarlo.

(A mi primo Adrián en su veinte cumpleaños, porque deseo que elija lo que elija en su vida, sea ante todo feliz).

Escrito el 01/07/2015

LINEA DOS DE METRO

Entrábamos en la estación de CANAL, en su entreplanta se percibía el sonido de una obra melancólica, una música que provenía de la cavidad de un viejo violín. Instintivamente busqué unas monedas en mi bolsillo, pero tú me apremiabas, teníamos rápidamente que irnos de allí.

Subimos al vagón como cada mañana, aunque la de ese día era distinta a todas las demás, risueños y somnolientos nos miramos a los ojos, sabemos que no tenemos lujos, el único que nos permitimos es el lujo que nos brinda la felicidad.

Nos tenemos el uno al otro, comprendiendo que hace un par de años esto era un sueño ilusorio, un proyecto irreal, pero nos conocimos y poco a poco aprendimos a amarnos, reconozco más que nunca ahora que yo quisiera estar contigo hasta mas allá de mi día final.

Llegábamos a QUEVEDO, aroma a cine y teatro, mundos nuevos para ti a los que sin dudar te invité a venir, y a esa hora no pude por más que pensar, sintiendo tu cabeza apoyada en mi hombro, en todas las cosas bellas que nos quedan por compartir, y en la tremenda ilusión que tengo por las vivencias que nuestro futuro seguro nos deberá deparar.

En SAN BERNARDO, en un pasado cercano, cena un día con amigos, otro con tu tía y tu cuñada, pero cuando más disfruté es cuando lo hice a solas contigo. Al salir del restaurante tú me agarraste del brazo, era una noche de lluvia, y yo tapándote el cuerpo con mi chaqueta te guié precisamente hasta aquí.

También este fue el lugar en donde compramos nuestro primer calendario, ese que aún cuelga de la pared, en él está marcado que llevamos juntos más de un año, mi esperanza está en cada año poder venir a por uno, es algo que se puede convertir en una tradición si es que tu corazón quiere, el mío está dispuesto a hacerlo las veces que aún le diga nuestro pecho que todavía nos amamos..

NOVICIADO, sabor a paseo por el Madrid más castizo, con ese ambiente al caer el sol de terrazas repletas de risas, de librerías abiertas, y de calles que si te descuidas te absorben la juventud.

Allí encontré un libro que te intenté leer mientras te quedabas dormida, en una noche en el que te susurré al oído, tú sin darte cuenta, lo mucho que te quería. Ese libro aún lo conservo, los amantes mariposa es su nombre, cuando tú desees te lo intentaré leer de nuevo.

SANTO DOMINGO. ¿ No era por aquí por donde nos enamoramos?, ¿no fue detrás de una iglesia que se halla cerca en donde te besé por primera vez?, ¿ en este lugar no fue donde otra noche de lluvia te regalé ese anillo que nunca te quitas del dedo de tu mano?….

ÓPERA tiene el eco de los encuentros más tiernos, cuando nos encaminábamos hacia palacio y ansiábamos estar más cerca el uno del otro, pero nos atenazaba el miedo, pues aún no nos conocíamos demasiado.

Evoqué pájaros volando en un atardecer color naranja, nuestros labios que se juntaron, y los cuerpos mientras tanto temblando, sentados sobre un banco de piedra, sonriendo porque nos teníamos el uno al otro al lado.

Aquel fue el lugar en el que me di cuenta de que quería luchar por ti, en que tú eras la única mujer que realmente a mí me merecía la pena.

SOL, tantos paseos por sus aceras, tantas idas y venidas en tren, ya que tú vivías cerca, en aquella casa modesta y encantadora ¿te acuerdas? allí nos atrevimos a dormir aquella hermosa vez, abrazados al son de nuestros latidos, tu y yo, escuchando a dos corazones que lentamente se convertían en uno, y en ese momento supe que tú también me querías, que lo que era un mero sueño para mí se podría convertir en realidad.

En SEVILLA te confesé mi deseo de viajar contigo, pues a pesar de que ya hemos estado en Toledo y Salamanca, Alicante, Úbeda y Santander, y de que aún nos quedan infinidad de lugares que visitar, el trayecto al que yo me referí es uno que no termina, que hemos empezado a emprender ya juntos, no sé si me entiendes…. eterno quiero que sea, el tiempo dirá si ambos estamos dispuestos a permanecer en él dure lo que dure.

Estábamos ya en BANCO DE ESPAÑA, y noté que en tus ojos estaban a punto de brotar dulces y amargas lágrimas, me dijiste que pronto volveríamos a estar unidos, mientras me parecía que se aceleraba aquella infernal máquina.

Llegamos a RETIRO, y sentí un intenso odio hacia este mundo y hacia mí mismo, mas a ti intenté únicamente mostrarte mi cariño, y te sonreí aunque estaba triste, pues me invadió una desoladora añoranza.

Subimos unos peldaños fríos y grises, y mi corazón se quedó petrificado, me dijiste que dos meses no son nada, cuídate mucho amor mío, que pronto un nuevo amanecer juntos nos aguarda, y yo, nostálgico y apesadumbrado, no supe qué decir, te quise retener, pero te abracé y te dejé partir…. Prométeme exclamé, prométeme que entre nosotros cada adiós será siempre un hasta luego, y tu me sonreíste con ternura y después con tus manos en los labios me lanzaste un beso.

En soledad me quedé, en frente de aquella estúpida Puerta de Alcalá, vi a un niño correr, y caminé de vuelta a la boca de aquella sombría estación. La línea dos engulló a mi persona, mas jamás dejaré que haga lo mismo con nuestro amor.

Escrito el 25/06/2015.

DELIRIOS DE SU DESPEDIDA

Hace frío, mucho frío. Veo en el espejo del presente cómo se adhiere a esta piel que envejece, y forma hielo entre sus pliegues.

Observo en este amanecer un sol apagado, un resplandor pálido, sabía desde la primera vez que pude enfrentarme a tus ojos que lo que entre ambos crecía se estaba pudriendo, comprendía que tu adiós llegaría, que todo lo que me rodea en este momento se cubriría de una inmensa oscuridad, de un insano pesimismo, que se nublaría mi sensatez, y que las tinieblas me arrebatarían mi ya de por sí débil esperanza. Comprendía que la locura me atraparía de nuevo al percatarme de mi soledad, de esta vida mía que compruebo más que nunca que se halla plena de mediocridad.

Lo sabía y aun así te besé.

Veneno fuiste que me otorgó un poderoso aliento, y eufórico e insensato de mí me elevé para conseguirte la luna, allí arriba me di cuenta de que mi caída carecería de red y consuelo, y ahora veo como te conviertes en ese amor que se encuentra ausente, al que llamo recibiendo tan solo su eco, que fue como un definitivo adiós que por parte tuyo no tuvo duelo.

En este instante que te marchas como lo hace esta brisa de primavera, como ese susurro que nunca más será entre tú y yo cómplice, te descubro siendo esa dama blanca que a esta hora anidas en el fondo de las lágrimas, que quisiste sin poder serlo sirena, a la que acarician en este momento en vez de mis manos las algas, mujer que te convertiste en fantasma en vez de leyenda.

Rechazaste mi pasión y nuestra felicidad por brindar por entero tu vida a aquel tirano mar, alma que no hallo por la senda de mis sueños, que de mis sentimientos quisiste renegar, pues únicamente eres una imagen vaporosa, el espíritu más bello que jamás pude vislumbrar.

Estuviste ahí sin estarlo, fuiste humo que se esfuma en mi mente, algo que el tiempo y su benevolencia me hará como siempre hasta ahora olvidar.

Escrito el 07/06/2015.

SALAS DE HOSPITAL

Siento un dolor intenso en el abdomen y a la altura de la mitad derecha de mi espalda, una enfermera me toma mis datos, revisa mis pulsaciones y apunta mi nivel de oxigenación. Quizá me encuentro un poco nervioso, hacía ya algún tiempo que no había tenido la necesidad de retornar a este escenario tan habitual para mí en el pasado.

Me adentro por un pasillo que no cesa, que se halla adherido a mi cerebro, que es recorrido por unos pasos torpes, por un caminar dudoso, que no sin cierta sorpresa descubro que es el mío.

Llegamos a una sala con personas que esperan, al igual que en este momento me encuentro haciéndolo yo. Esperan un resultado, una llamada, que sin ser la divina podría ser el preludio de esta, como la puesta a punto de una orquesta que no quisiera desafinar al hacer sonar el himno del último adiós, la música que guiará tu ascenso al cielo o tu descendimiento al infierno, un infierno que empiezas a oler, percatándote al instante que ese sabor agrio en el paladar es el del propio ambiente de cualquier hospital.

En ese lapso de tiempo que no transcurre, es cuando más reflexiono, y dudo sobre mi existencia. Cuando de repente me sobresalta una alarma, alguien agoniza detrás de una puerta, y todos los sanitarios acuden a abrirla, van a ayudar. Sé que ese es el protocolo en una situación crítica, y comprendo que un hombre o una mujer se encuentra en ese minuto entre la vida y la muerte, dependerá de si su corazón desea volver a realizar su función, o de si se encuentra demasiado herido o cansado como para dejarse ir.

Entonces, al igual que si me encontrara en un velatorio, pienso en todo el sinsentido que me rodea, en lo que yo mismo soy, en los sueños perdidos, y me veo como alguien que es muy pequeño, un enano de espíritu que es un amasijo de carne y de huesos, un mero poseedor de una pizca de sangre.

Me llega el turno, me preguntan, lo estudian, realizan algunas pruebas, y llaman a algún especialista que recomienda más pruebas. Observo caras que se me antojan serias, y presiento que algo pudiera ir realmente mal.

Otra vez esta maldita espera, esa que parece eterna, a través del pequeño ventanal que da al exterior logro vislumbrar un álamo, y me viene a la mente recuerdos de mi niñez, el patio de un colegio, el calor de aquel sol en una tarde de primavera, los mejores amigos que tuve cuando todo en nosotros era plena inocencia…. y al sonar un timbre ficticio salgo corriendo, y descubro a lo lejos a mi madre que se encuentra más joven y guapa que nunca, esperándome con sus brazos abiertos y una sonrisa, la más bella que yo jamás vi.

Sé que alguien ha pronunciado mi nombre, pero no reacciono hasta que esa persona toca mi hombro, pues deseaba permanecer en ese mundo ideal, ese universo mitificado, que entiendo al instante que es irreal.

Ahora mi realidad se me antoja cruda y despiadada, y tiemblo ante la incertidumbre, no sé si conseguiré salir algún día de este hospital o si ya no lo haré nunca más.

Un pasillo que no cesa, y en su final se encuentra una dama, ella abre sus brazos y me ofrece una sonrisa que sé que es la más bella, su rostro ha envejecido bastante, pero sigue siendo para mí la más hermosa mujer que habita en esta tierra, y comprendo en este instante con alegría junto a ella, que he recibido una nueva oportunidad .

Escrito el 30/05/2015.

UN MUNDO ATRÁS.

Me encuentro cansado. Después de haber realizado el examen de álgebra lo único que me apetece es desconectar, y la mejor manera para mí es ir a ver varias películas en la programación de sesión continua del cine que está al lado de la bajada de las ramblas, cerca de la plaza España.

En mi bolsillo están las tres perras chicas que gané repartiendo periódicos, y me siento el rey de esta Cartagena que me ve caminar entre risueño y esperanzado. Sé que paseo por la ciudad que me ve crecer, y todo en ella es como un sueño, mitad real y mitad fantasía, como un paisaje bucólico de un atardecer otoñal.

Las palmeras parecen vigilarme, cuidar mi andar un tanto patoso, y el olor del mar llega del puerto, sabiendo muy bien que él devoró a seis ciudades, seis culturas que se hallan enterradas bajo el suelo que a esta hora piso.

En ocasiones como la de ahora me cuestiono la vida. Me pregunto el por qué voy adelantado en los estudios con respecto a los chicos de mi misma edad, el por qué de que mis padres y profesores me exijan más que a cualquier otro compañero o hermano, y el por qué tiene que aparecer el sol y con él la angustia, por qué tiene que venir Morfeo a rescatarme en cada ocaso.

Sin darme cuenta ya me hallo en la sala del cine, sus butacas de tapicería de color rojo empiezan a ocuparse lentamente, huele a limonada y a regaliz, las luces se apagan. Mientras tanto, en la blanca pantalla de enfrente se reproduce una cuenta atrás, y mi corazón se acelera despacio.

De súbito noto una mano en mi espalda, pero todo se me antoja un poco difuso, distingo la silueta de un hombre con sombrero de copa y una capa sobre los hombros, y entre sus dedos descubro el resplandor de una navaja.

Hace un gesto invitándome a seguirle en lo que se me antoja una invitación obligatoria, me guía hasta la calle, pero desaparece de mi vista al torcer la primera esquina. Hay de repente mucha gente, un viento hostil, una lluvia que no cesa, y yo, confuso entre tanta multitud, veo a un niño más pequeño que yo que llora, allí, en un rincón, abandonado a su suerte y aterido por el frío.

Escucho un estruendo y tuerzo la mirada, un vehículo se ha salido de la carretera. En la escena, dos niñas muertas junto a su madre y dos más que sobrevivieron. Una decía no ver a la vez que mantenía sus brazos extendidos en busca de algún tipo de consuelo, y la otra, la más pequeña de las cinco, permanecía allí de pie, paralizada y callada por el miedo, con la mirada fija en el cadáver de aquella mujer a la que ya no podría abrazar nunca más en la noche.

Ante todo aquel sinsentido caigo rendido, temblando por el pánico, cuando de pronto noto unos dedos en mi espalda y sobresaltado me giro, entreabriendo los ojos, creyendo ver a mi padre que se halla al lado de un hombre con gorra y linterna, y mientras todo eso sucede, yo aún vagando en otro mundo muy distinto, en un lugar demasiado alejado como para poder decir nada.

Oigo sus palabras de gratitud, y otras de no se preocupe, no es más que un buen zagal que se quedó dormido sin darse cuenta después de haber cerrado el cine, y siento al momento como unos brazos me elevan y me atraen hacia sí, descendiendo al siguiente instante para introducirme suavemente en mi cama.

Extrañamente noto calor, amanece por la ventana, aún tengo en la frente la húmeda y cálida sensación que me provocaron una caricia y un beso, y escucho el tintineo de una cucharilla contra una taza, exhalando a continuación ese olor a café característico de cada mañana.

Él se ha levantado, mi héroe de ayer y de siempre, al que sólo yo conozco, ese que se llama y es mi padre.

(Escrito en Memoria de mi abuelo Francisco al que no tuve el honor de conocer pues murió antes de que yo naciera, y dedicado a mi padre, que una noche se durmió en un cine y fue rescatado por la que probablemente fue la persona que más le influyó, y una de las que sé que él más ha querido en su vida).

Escrito el 20/04/2015

 

 

ME SALVASTE.

Miro al cielo y veo un resplandor entre las nubes,

una rosa se abre paso en este asfalto,

las cruces hoy proclaman vida

y olvidan su muerte,

todo su fracaso,

la esperanza está en el aire,

tu fragancia lo inunda todo.

El terreno donde creciste,

recuerdos hermosos del pasado,

tu padre tuvo que irse,

ella pierde su aliento

a cada paso.

Al hablar de ti hay que hablar de una madre,

alguien de carne y hueso,

que sin ser una heroína,

aún cometiendo tus propios errores,

eres una dama divina,

mereces todos nuestros honores.

Nada ya nadie tiene que reprocharte,

purificaste tu espíritu

a base de tu amor maternal,

a costa de tu visita a los hospitales.

Tuviste a un hijo que se volvió loco,

y lo cuidaste sin que te importarse.

Cuando todo en él parecía perderse,

cuando se iba,

sólo tu lo agarraste.

Salvaste a un ser vil,

alguien capaz de odiar su historia

y su mundo,

creíste como nadie en él,

allanaste su camino de espinas,

y le hiciste feliz.

Él en este momento se siente dichoso,

amante es de su vida,

yo lo sé porque lo vi.

Si te postrasen en una camilla,

él estará cuando retornes en la sala de espera,

a veces sueña contigo,

en ocasiones se sobresalta al venirle a la cabeza

aquella maldita escalera.

Comprobé como el amor vuelve cuerdo

lo que está más frustrado,

me enseñaste la fortaleza,

lo que es saber vivir,

hagámoslo a esta hora juntos,

canta y ríe,

desprende de esa cara toda su tristeza.

Porque este enfermo te quiere,

no lo dudes nunca.

A pesar de su genio maldito,

a pesar de vuestras posibles diferencias.

Nada ya nadie puede reprocharte,

al hablar de ti hay que hablar de una madre,

alguien de carne y hueso,

un ser más bello que un ángel.

 (A MI MADRE)

ESCRITO EL 18/03/2015.

SE PIERDEN MIS PASOS EN TI.

En las entrañas de un edificio amarillo de números rojos, en la escalera en donde los chavales firman su rebeldía e ingratitud, se puede encontrar una puerta que lanza una mirada insolente a la Sierra. En su interior se encuentra una hoja, un lapicero y una persona, esa que ahora caigo en la cuenta que sólo puedo ser yo mismo, un miembro más de esa espesura que forma tu lugar en la historia.

A ti te debo la risa, la falsa sensación de libertad que poseo, la pérdida constante de la inocencia, y la astucia que sólo da tu experiencia a costa de muchos lamentos.

Entre este cielo plomizo y tus atascos, a través de las muertes del pasado y de la sangre que es derramada en el monumental de las Ventas, a pesar de esa guerra fratricida que siempre retorna al olvido, me hallo en ti como un ser insensato, un enfermo de la escritura, el hombre que creó un velero que tomó el rumbo que le permitirá escapar de su locura.

Este es el lugar idóneo para consagrar una obra,, con el Prado y su colección Thyssen, el Reina Sofía y sus galerías de barrio, los artistas del metro, las editoriales dispuestas, y todos esos buscadores de sueños, aquellos que intentamos plasmar la belleza en esta tierra que se encuentra baldía y fértil, tierra de tremenda ilusión y desolación traicionera.

Sólo en ti prende tu infierno y se eleva tu cielo, por tus calles siempre hay un dedo que pide monedas a cambio del cuerpo y rechaza limosnas. Hay pasión y amor, soledad y nostalgia. Aquello que pudo ser, lo que nunca será a pesar de tu arrogancia.

El Manzanares arde cuando llueve en tus hogares, lo corrupto y lo honesto caminan de un palacio hacia tus calles, la leyenda y tu orgullo hacen que no reconozcas jamás tus errores, continuas marcando el tiempo, con tu frente limpia y altiva, paseando por la Latina o Chamberí, mostrándote como la más castiza, mientras en Tetuán algunos zagales pasan un hambre de emociones.

No mientas al mentiroso, decía sabiamente mi compadre, intenté sin embargo engañarte, y el absurdo fue tal que llevo seis meses entre tus zarzales. A Madrid se la ama o se la odia, a nadie puede serle indiferente. Se le hace una canción a lo Sabina, o un texto que una idéntica emoción pretende.

Me comentaron que nadie es profeta en esta tierra, mas en cada esquina me topo con uno distinto, qué le voy a hacer si me atrapó tu cultura, tu mundo y tu vicio. Ya que aunque odie tu Chotis y esa chulería grosera, amo este suelo que piso, amo tu nombre y tu tristeza.

No soy de aquí totalmente, no pertenezco a tu vientre, sin embargo seis meses han bastado para rendirme a tus pies, para adorarte. Me queda el resto de mi vida para exhalar tu intensa fragancia, para llorar y reír en tu seno. La eternidad para odiar a esta ciudad, que sin embargo mi pecho cuando está lejos siempre añora.

(DEDICADO A LA CIUDAD DE MADRID)

ESCRITO EL 17/03/2015.

EL SILENCIOSO CUENTISTA.

Terminado y guardado en el cajón, mi texto, el que pone a la luz lo que es mi persona, lo que significó mi familia. El único que es verdad, al menos es el que muestra mis sentimientos, lo que interpretaron mis sentidos, que no por ser íntimo y expresar mi experiencia tiene que ser totalmente real.

Toda mi vida la he transitado de cuento en cuento, olvidando a aquellas amistades a las que defraudé, siendo fiel a otras a las que a pesar de mi ausencia acaricié, con mi gran amor siempre a mi lado, la única mujer que me comprende, solo ella sabe aguantar mi melancolía, la locura, mi dolor…. Y no me arrepiento de nada, llevé una existencia digna, una llena de un silencio a voces, inventando historias que pudieron ser, que sin embargo jamás lo fueron, intentando hacerlas creíbles, pretendiendo conmover a un improbable lector.

Escogí la profesión de la mentira velada, de la pluma creadora de sueños, la que a veces es espejo de mis pesadillas. Me refugié, no quise saber de este mundo, y me inventé cientos, miles de ellos, algunos los plasmé, otros se marcharán conmigo, envueltos en cenizas, perdidos en el que será mi sepulcro.

Sé que soy honesto y falso, hago mis propios juicios de escritor, y libero y encarcelo a ese protagonista que siempre tiene algo de mi, que siempre soy yo. Cruel y villano, valiente y cobarde, no te creas aquello que escribo, no entiendas que no contiene en absoluto ninguna verdad, pues no soy tan miserable.

Mi cuento se encuentra ahora en un cajón, como todo lo que es más íntimo no se publicará, no debe hacerse, no quiero, y no querré jamás. Y si alguien descubre este texto y comprende su sufrimiento y su secreto, le pido que no lo muestre, que lo destruya como lo hace la muerte con lo que es esta vida humana.

Pero en este instante, casi sin tinta ya en el tintero, reconozco que mi periplo por los caminos del destino fueron un cuento, algo irreal, algo que sin embargo fue o pretendió ser sincero.

Escrito el 15/03/2015.

LO QUE VIO MI OBJETIVO, LA BELLEZA DE UN SUEÑO.

Como te prometí tengo la botella de Champán y una copa en una de mis manos, en la otra la vieja cámara que hace tiempo me regalaste, e intento no sentir nostalgia, no tengo tristeza, me siento feliz, sabemos que lo que nos prometimos es deuda.

Sonrío ahora al recordar aquellos momentos difíciles, los propios de nuestra profesión, y puedo notar aún el frío de aquella noche de invierno en la que nos iluminaba tan solo la luna, esa que se nos presentó de color miel, la que decidimos filmar a pesar del enfado de aquel periodista que no sabia preguntar. El horizonte era especialmente oscuro, e íbamos a realizar un reportaje sobre el manido y algo vulgar tema de la prostitución, el enfoque que le dieron no nos gustaba en absoluto, y el asunto es que divisamos aquella tarta dulce y helada, y ambos decidimos sin mediar casi palabra, con solo mirarnos a los ojos un instante, devorarla en imágenes.

Debo reconocer que había veces en que me preguntaba el porqué hacía lo que hago, los meses lejos de mi familia, las esperas insanas, el peligro de las motos, de la búsqueda del mejor plano, con la mochila y la cámara siempre al hombro, intentando lograr la imagen más conmovedora, la instantánea que fuera de una luminosidad perfecta, la captación de algo perturbador, de algo que incite a luchar y que anime a vivir.

Era en esas ocasiones cuando me fijaba más en ti, en la pasión que imprimías a lo que hacías, en aquella devoción por el trabajo bien hecho, con aquella eterna sonrisa en tus labios, y descubrí que observándote a ti me entendía más a mi, porque tu eras mi colega, mi amigo, y ambos a la vez eramos el uno hacia el otro su espejo.

Así pude llegar a comprender el porqué de la internada en aquellos tugurios de vicio y corrupción, en todos aquellos poblados en los que la ley no osa adentrarse, siempre buscando un imposible, algo que brille ante el objetivo, una llama que guíe y alumbre mi existencia, que alente y de calor a mi espíritu.

Y es que juntos fuimos aprendiendo a vivir y a sentir con intensidad, el uno al otro nos enseñamos lo que era y es amar un oficio, el que por alguna razón de nuestro pálpito o intuición escogimos.

En este instante alzo la copa, a continuación te devuelvo tu cámara, la dejo en el suelo, se halla ahora encima de esta tierra removida, en frente de lo que es tu losa, y comprendo que el que yace en este mometo en ese ataúd podría ser yo mismo, al igual de que si no haces lo que amas se puede asemejar a lo que es estar muerto.

Miro hacia un cielo diáfano y azul, oigo como el viento mesa la alta hierba, veo como una paloma se posa en una cruz, y como a continuación emprende grácil su vuelo de la piedra.

Te fuiste siendo feliz, filmando tu última historia, y yo en algún pasado lejano tuve el privilegio de acompañarte, de ser tu colega y amigo, y tengo que decir que me siento contento, puesto que a pesar del peligro y de tu muerte, de la soledad y el sufrimiento que sentimos en muchas ocasiones, somos lo que somos, locos y apasionados, libres y aventureros, los que estamos detrás de una cámara, los dignos creadores de nuestro sueño.

(Texto ficticio dedicado a todos los cámaras entre los que se incluye mi primo José Yeray, porque hace poco murió un colega y un referente suyo….Santi Trancho DEP).

Escrito el 08/03/2015.

DESDE EL PASADO MARZO.

Abandoné un bello sueño,

decidí compartir mi soledad

a tu lado,

día de lluvia,

ausencia de dueño,

contigo soy un rey,

sin ti un pordiosero.

A veces te encuentras muy lejos,

en ocasiones siento que me amas,

creo alcanzarte torpe con mis dedos,

mi valentía y un beso

te encadenaron libre a mi persona.

Llegaste como una ventisca cortante,

plena de rencor y de dureza,

mi lucha mereció realmente la pena,

lo supe al verte desnuda,

cuando a escondidas

fui descubriendo

tu alma y su pureza.

Si debo quererte solo con pasión,

si mi devoción tienen que ser únicamente

tu arte y tus curvas,

si debo vivir sin mí,

enfermar y sufrir de corazón,

si tengo que olvidarme de aquello que soy,

dar de espaldas a mi gente,

mis ideales,

cambiar mi mente y compostura.

Si es así no te amo.

Si es intentar construir algo fuerte y duradero,

serte leal aún envuelto en un huracán de tentación,

ser consciente de tus errores y tus caprichos,

y aún así desearte,

tenerte cariño,

estar ahí para cuidarte,

ser consciente de que tú eres mi elección.

Es en este sentido que por ti siento amor.

Y llámame egoísta,

porque más que amarte a ti

lo hago a mi mismo,

ya que al verme reflejado en tus ojos

me siento como un poderoso rey,

alguien que realmente está vivo,

un hombre que crea y acata con osadía su ley.

Desde hace un año

emprendí un nuevo sueño contigo,

cambié de rumbo el camino,

dichoso y feliz construyo junto a ti a esta hora el que es nuestro destino.

(Para Marisa Belarmino en nuestro primer aniversario)

ESCRITO EL 02/03/2015.     

PARADA A MITAD DE CAMINO

 Crezco,

como un insensato,

como alguien que iluso

ama esta vida,

como aquel niño

que en el ayer fue,

el que con lágrimas

siempre es y será

abandonado.

Observo en este invierno

el sol y la luna,

arrojo con rabia

mi pasión,

el poco orgullo,

todo arrugado a la basura.

Consternado compruebo

el vaivén de mis nubes,

y en ocasiones triste reconozco

que mi alma anhela

ávida su

sepultura.

Por favor padre,

no vuelvas a mentar jamás aquel

´´ya te lo dije´´,

no me recuerdes las palabras

´´prepárate para este mundo´´,

en él entiendo

que pocos podrán

ser libres,

el lujo es ser esclavo,

mi sueño

vagabundo.

 Mas no hagas

lo que yo hago.

No hables,

no me odies,

no consientas que mis ojos

lloren nunca

en tu regazo.

Creí falsamente

que me hallaba totalmente solo,

que era incapaz de sufrir más golpes

mi cuerpo,

pero yo no era

otra cosa más que un crío,

el mismo

que a esta hora

está aprendiendo a vivir

lejos de su cuento.

Y sí,

crezco como un insensato,

cansado está este espíritu y su vista,

hice un trueque entre

la inocencia y el veneno,

me detengo en mi camino,

respiro,

reflexiono y siento que soy

cada vez más viejo.

Mi existencia está marcada,

el sepulcro noto que se acerca,

aún puedo oler tus pétalos de rosa,

riamos y brindemos,

pues no nos queda

en esta existencia que es nuestra

otra.

ESCRITO EL 27/02/2015.

VICIOS OCULTOS.

Fue amor a primera vista, la casa que siempre había deseado. Constaba de dos plantas, en la de abajo, al fondo un servicio y la cocina, en el medio un salón, y a continuación la escalera que subía a la planta de arriba, todo ello amueblado con buen gusto. Destacaban un sofá de piel, una mesilla de cristal en el centro, y las estanterías repletas de libros que rodeaban la estancia.

Al subir veías un pequeño recibidor con una alacena repleta de cajas encima del hueco que dejaba la escalera, contiguo a esto, al traspasar una puerta, el despacho y su imponente mesa de roble, y al final la habitación principal con otro servicio semejante al de la planta de abajo que servía de colofón al que soñé sería mi hogar.

A la hora de preguntar por el precio y los trámites, me sorprendió no sin cierta alegría que traté de disimular lo barato de aquel lugar. Sin duda no estaba acorde con el precio ni de los inmuebles de la zona, ni de las características propias de la vivienda. Fue entonces cuando con cierto recelo pregunté el porqué al agente que me estaba enseñando la casa, él me relató que el sitio había pertenecido a un viejo excéntrico y huraño, se le veía hablar solo por las calles o en el bar, parecía ausente, contaba historias inverosímiles que se inventaba, eso cuando no se paraba a escribir de repente en un cuaderno, casi compulsivamente, cualquier tontería que se le ocurriese a aquella mente enferma. En el barrio decían que estaba loco, y al heredero de la propiedad únicamente le traía esto malos recuerdos.

El agente se encogió de hombros y espetó: ¨esa es la historia, ni sé más de ella ni probablemente habría más que contar¨.

Al día siguiente realicé la oferta y en dos semanas aquella vivienda fue mía, era finalmente mi hogar. Limpié, tiré algunas cosas que no me servían, y observé a tenor de los libros que encontré que aquel desdichado anciano debería haber sido una persona bastante culta, interesado tanto por lo que ocurría a su alrededor, así como por el ser, su funcionamiento y su esencia.

Después de esto llegó el ocaso y pasé mi primera noche aquí. Me noté inquieto, nervioso, y al cabo de un rato me levanté. Encaminé mis pasos hacia el escritorio, cogí una hoja en blanco y un lápiz, inspiré y me puse a escribir. A medida que las palabras rellenaban el folio sentí una especie de plenitud, de gran alivio, cierta sensación de control sobre mi mismo y sobre todo aquello que me rodeaba, un cierto y agradable sentimiento de poder.

Al amanecer siguiente, al despertarme, me propuse arreglar la alacena, comprobé que aquellas cajas que había allí se encontraban repletas de amarillentos papeles, hojas con letra casi ilegible, escritas con mucha rapidez, como si su autor supiese que le faltaba poco tiempo para narrar lo que en verdad quería que no se perdiese, lo que deseaba o necesitaba contar.

En un momento dado dejé a un lado esos folios y regresé a la que era ahora mi mesa, cogí mi lápiz y reanudé lo que empezaba a ser mi gran obra. Para mí estaba comenzando una nueva vida.

Al mes, desesperado y exhausto, en un momento de lucidez, quise denunciarlo como vicio oculto, alegué que esta vivienda producía exceso de creatividad y escritura compulsiva. Sin embargo todos se rieron.

Ahora este hogar está lleno de los cuentos que plasmaron mis manos, y en este instante soy yo el loco excéntrico y huraño. Mi demencia consiste en continuar narrando la obra que otro me dejó como una maldición entre estos muros, o quizá realizó antes de morir un conjuro, para que yo inevitablemente siguiera con su siniestro encargo.

ESCRITO EL 08/02/2015.

DIEGO Y LOS ARTISTAS DEL SUBSUELO

Hace un par de semanas que me ronda una pregunta por la cabeza, no es otra cuestión que el significado de unas letras que encontré en un papel y la blanca rosa que había a su lado, ella se me antojó bella y pura como el arte, sincera como unos acordes rasgados al ritmo de un adiós.

Desde este tiempo observé más si cabe a los músicos que deambulan por el Metro, aquellos que envuelven los vagones y pasillos casi como si estuvieras en un sueño, y puedo ver ahora mismo a aquel africano que me vendió su disco y me regaló una sonrisa, cinco monedas por diez canciones, y aquel amable gesto que me llenó de agradables sensaciones.

Se puede decir que una rosa y la simpatía de aquel artista propiciaron que me plantease escribir este texto, y por él sé muy bien que no me darán ni una ni cinco monedas, quizá porque no lo valgan ni su nivel ni su estilo, aunque te aseguro que está escrito con toda la pasión y el sentimiento que poseo.

En este momento evoco al trompetista que me recuerda sin llegar a saber muy bien el por qué y salvando todas las distancias a Loui Armstrong. No creo que sea por la utilización del mismo instrumento, pero seguramente sí por el ímpetu, por parecerme que tiene en la voz algún rasgo parecido, por ese ¨mundo maravilloso¨ que retumba cuando le escucho en mis oídos. También a los dos ancianos y virtuosos violinistas de la estación de Canal, y a ese cantante itinerante que entona las letras de Silvio Rodríguez, el cual, al menos en la voz en nada le tiene que envidiar, sin olvidarme de aquel grupo de América del Sur y esa Cumbia que levanta los ánimos de los cansados ciudadanos, recordando y transportando a algunos el sonido y los sabores de su tierra, e insinuando a otros que aún quedan hermosos parajes por visitar, y que en ellos además de pobreza hay mucha alegría y vida, notas bellas que habría que explorar.

Con melancolía comprendo que en el tintero se quedan muchos otros, tantos otros músicos del subsuelo que no piden por su arte nada más que la voluntad, aunque yo los conozca o no quiero honrarles a todos ellos, pero sobre todo a alguien llamado Diego, que no sé si se encontrará aún entre nosotros o si se halla en algún lugar del cielo, a pesar de que en mi esperanza está el deseo de que su Heavy Metal resuene por algún rincón de Londres o Berlín, porque sé que en la concurrida estación de Nuevos Ministerios rasgó las cuerdas de un sentimiento ese hombre, aquel con vaqueros ajustados y melena rizada, ya que el otro día en su lugar de siempre me encontré su ausencia y una rosa con una nota, en ella había dibujada una guitarra y se podían leer tan sólo las palabras ´´para Diego y su guitarra´´.

Transito con tristeza, cada día que pasa desde hace dos semanas observo que ni él ni su música retornaron por allí, al igual que contemplé cómo terminó en la basura aquella flor.

Fue cuando pensé que debería escribir sobre ello, y lo bonito que sería que cuando yo faltase, en el asiento de un vagón parecido a dónde suelo escribir, alguien dejase un clavel y una nota, ´´para Daniel y su lápiz´´, y la ilusión, que por difunto ya no la tendría, de que un aspirante a músico viera retirar y tirar ese papel, y así, como hice yo con el poco talento que esta existencia me otorgó, compusiera una melodía, para que el recuerdo de este pobre escritor resonara en ese subsuelo de Madrid que tanto ama. Significaría que mi escritura en alguien hizo mella, sería el más bello de los éxitos, aunque tan sólo lo hiciese un lector.

Escrito el 19/01/2015.

SU VECINA Y EL MUTUO SILENCIO.

Llegaron a su apartamento Pedro y su cansancio, como en tantas ocasiones ya desde esa maldita mudanza escuchó aquel brutal y estremecedor sonido. Ruido de objetos rotos, cristales convertidos en añicos, gritos que proferían insultos, total carencia de amor, intenso odio, y todo ello mezclado con golpes que se presumían violentos. Al final un llanto y un portazo, la paz, el reposo mutuo, el de él y el de su vecina. Se quedó mirando hacia el techo como si pudiera contemplar la escena, negó con la cabeza y se sentó en su sofá, más abatido si cabe.

Era el amanecer siguiente, se hallaba en su cafetería habitual, la que se encontraba frente a la comisaría del barrio. A lo lejos, por una esquina, ve aparecer a su vecina con paso rápido, tenía puestas unas gafas grandes de sol, pero sin duda era ella, tan guapa como se la veía, tan joven y esbelta. La observó mientras pasaba de largo por la acera de enfrente, perdiéndose de este modo de su vista.

Pensativo, se llevó la taza de café a los labios, saboreó su intenso sabor, una ligera sensación de amargor permaneció en el paladar, y una creciente tristeza se apoderó de sus ojos. No sabía si debía intentar hablar con ella o si a pesar de los posibles problemas debería contarlo.

Se despertó de un sobresalto, el mismo ruido, idénticas lagrimas desconsoladas, esa puerta que bruscamente se cierra, y al fin la calma.

De nuevo en la cafetería, la ve como de costumbre aparecer por la esquina, sin embargo en ese día algo había cambiado, al llegar a la altura de la comisaría ella se paró, dudó, dio un paso hacía la puerta, Pedro apretó los puños como para imprimirle su fuerza, pero en un momento dado vuelve a encaminar sus pasos y desaparece como la esperanza de él, que sin entender muy bien por qué cada vez se siente más descorazonado.

*          *         *

Era un atardecer frío, un nuevo retorno al hogar, a lo lejos podía vislumbrar unas luces, un tumulto, y se acercó para comprobar que era en su portal. Una ambulancia, una camilla, y encima una sábana que cubría a una mujer. Un cuerpo bello y esbelto, uno que había perdido la juventud y la vida, una marca de dolor grabada en su pecho que hasta la tumba le acompañaría.

Nuestro hombre, que más que eso se sentía un pobre y cobarde bastardo, se hizo paso, y subiendo la escalera a trompicones, entró en lo que ya más que su morada era un auténtico antro. Un lugar maldito, un sitio del cual tendría que huir deprisa, un paraje que le recordaba su falta de valentía, y levantando esos ojos bañados en llanto y rabia miró hacia aquel techo, que en ese momento era completo silencio.

Se sentó en el sofá, y tapándose la cara con las manos se consumió en un profundo y solitario lamento.

(Por todas las víctimas)                                     Escrito el 11/01/2015