En el instante en que la luz de una solitaria farola alumbra la calle,
sentado como ahora estoy en mi cuarto en frente de este papel aún en blanco,
me entra el deseo de no escribir para así no expresar nunca más mis penas,
y quiero arrancar de cuajo todo el pesimismo llenando
como así hago cada vez más a menudo
de letras tristes mi papelera.
En estos momentos bajos
es cuando cierro mis ojos para visualizar tu rostro,
y mientras siento en mi piel el calor de tu tacto
me parece oír tu risa,
sólo así mi pecho consigue calmarse,
pues sé que tú, sueño mío, te encuentras a mi lado.
Algunos pocos me enseñaron
que existen personas que como tú intentan buscar en donde otros jamás lo harán,
que la locura no es ningún hándicap si se sabe interpretar,
que la mayor estupidez es cerrarse a un sentimiento,
y que hay que tomarse a uno mismo muy poco en serio,
que las cosas realmente importantes no cuestan dinero,
que quererse es el principio para poder querer a los demás.
Me negué en el pasado la ilusión que los míos consiguen en el presente darme día tras día,
pues lo que me rodeaba estaba impregnado de desesperanza, dolor y soledad.
Ahora mi odio hacia este mundo se ha tornado en cariño,
y mi absoluto abatimiento fue destronado por la felicidad.
Por la ayuda y la comprensión que algunos me han otorgado
he comprendido el verdadero significado de la palabra amistad,
gracias a la inmensa paciencia de mis padres
que jamás me abandonaron,
se ha recuperado al hijo perdido
que nunca como en este momento se ha sabido valorar….
pero sobre todo por encontrarte a ti cariño
que eres la fuerza por la que conseguí amarme y amar,
lucho y lucharé por esta vida,
ya que os debo mi alegría,
conoceros a vosotros ha hecho que sepa
lo que merece la pena de verdad.
ESCRITO EL 03/12/2016