No consigo dar credibilidad a los sucesos de esta mañana. Me pregunto si no estaré un poco paranoico tal y como me sugirió sin llegar a ser del todo explícito el doctor Hernández. Sin embargo, a esto no puedo conseguir dejar de darle vueltas…Repasaré todo desde el principio…
Tuve una noche tranquila después de haberme quedado ayer hasta las diez escuchando una emisora en la radio. El locutor comentó un nuevo caso de corrupción política, ésta fue la noticia principal de todo aquel día. Lo último que recuerdo antes de quedarme dormido es que estuve pensando sobre lo poco fiables que son las personas que conforman esta sociedad.
Ya de madrugada me he levantado, aseado y desayunado como suelo hacer de forma habitual. Me encaminé hacia la estación de metro y me introduje en ella. Tuve que cambiar de asiento porque cerca de mí había un sujeto con un aspecto un tanto turbio. A continuación estuve repasando durante el trayecto mis correos electrónicos desde la pantalla de mi celular. La mayoría de éstos trataban de supuestas ofertas de productos que no necesito y de los que me imaginé que tendrían un precio muy por encima de lo que sospeché costaría realmente su producción.
Al llegar a mi destino bajé la cuesta y giré por la esquina que conduce al edificio en el que se encuentra ubicado el almacén en donde trabajo. Todo hasta ese momento era normal, a partir de ahí llegó el alboroto, los nervios, las luces, la policía y el caos…
Alguien tomó mis datos y me hizo varias preguntas. Por lo que alcancé a escuchar una persona había muerto en un presunto asesinato cometido con alguna sustancia venenosa, pero en aquel momento todo eran especulaciones y no se sabía nada a ciencia cierta. Al fin accedieron a dejarme subir.
Toda la escalera estaba repleta de personas con uniforme y se apoderaba de cada escalón un gran e inusual bullicio. Conseguí llegar a la segunda planta y abrí la cerradura con mi llave para dirigirme a la pequeña oficina del fondo que es en donde desempeño mi labor en la empresa como administrador. Allí me topé con Lucas, el oficial que se ocupa de lo que no son las tareas de pedidos, presupuestos, inventarios y registros, que son las partes de las que me encargo yo.
Estuvimos comentando el desafortunado incidente del inquilino del tercero hallado sin vida al amanecer. Ambos teníamos cierta relación con él, solíamos tomar café casi todas las mañanas los tres juntos en el bar que se encuentra justo a la entrada del edificio. Ha sido entonces cuando me he acordado y le he preguntado a Lucas si llegó a darle algún trozo del pastel que trajo el día anterior tal y como me comentó que iba a hacer. Me ha contestado que al final no se lo llevó y que se lo ha terminado él mismo al llegar hoy, me ha pedido disculpas, quedaba poco y no había caído en dejarme nada…
En el preciso instante en el que he pronunciado un “no te preocupes por eso”, me he sentido algo extraño, y me ha invadido el presentimiento de que no iban muy bien las cosas.
En frente de mi silla, antes de sentarme, me he quedado parado, como paralizado, oía a Lucas silbar en algún lugar al otro lado de la puerta.
Es ahora cuando no sé qué debería hacer. No me salen los cálculos. En el armario hay un producto altamente peligroso y en él hay tan sólo tres botellas.
Quizá lo mejor es que llame al doctor Hernández. Mientras tanto, Lucas continúa silbando por algún rincón del almacén.
ESCRITO EL 06/08/2017