Camino por un pasillo desnudo a esta hora de gente, y pienso en ti, en que tan sólo hace un par de minutos te estaba abrazando.
Deambulo ahora que estás ausente como un sonámbulo ciego y pesaroso, como un hombre que se siente despechado ante el mundo que le tocó vivir. Sé que ya se encuentra entrada la noche, aunque no distingo ni el tiempo ni hallo sentido a ningún viaje si no estás tú junto a mí.
El horizonte que observo se ha convertido en dos luces aproximándose desde la oscuridad, y yo sin poder evitarlo continúo pensando…
Dos borrachos discuten en el vagón, y me alejo, sí, a cada estación que llega yo estoy más y más lejos.
Me viene a la memoria que de esta línea te escribí en nuestro pasado un texto, y evoco la expresión de tu rostro en el momento en el que lo leíste, parecías tan sorprendida, tan orgullosa y contenta, tan enamorada de mí…
En este instante debo de reconocer que la tristeza me envuelve, que siento una gran añoranza en mi pecho, tengo la necesidad de oírte, de verte, de sentir el tacto de tu piel……. Tan sólo cabe decir que estoy pensando en ti…
Ya estoy realizando el transbordo en la estación de Canal, nueve minutos de espera, y otros seis días más.
La parada en ¨Islas Filipinas¨ me tienta a emigrar contigo, pero nuestro viaje continúa, la historia que estamos construyendo seguirá escribiendo sus letras bajo este cielo de Madrid.
Finalmente llego a mi destino, y de ahí al hogar que ambos una tarde, una noche, y todo un día a la semana compartimos. Al entrar y notar su inmensa soledad, su melancólico silencio, me doy cuenta de las interminables horas, los desesperantes segundos volviéndome loco antes de verte de nuevo, a pesar de que siempre me queda la esperanza de que mi alegría retornará en seis días.
Mientras tanto, pienso en ti….
(Para Marisa Belarmino)
ESCRITO EL 31/12/2016.