Miro al cielo y veo un resplandor entre las nubes,
una rosa se abre paso en este asfalto,
las cruces hoy proclaman vida
y olvidan su muerte,
todo su fracaso,
la esperanza está en el aire,
tu fragancia lo inunda todo.
El terreno donde creciste,
recuerdos hermosos del pasado,
tu padre tuvo que irse,
ella pierde su aliento
a cada paso.
Al hablar de ti hay que hablar de una madre,
alguien de carne y hueso,
que sin ser una heroína,
aún cometiendo tus propios errores,
eres una dama divina,
mereces todos nuestros honores.
Nada ya nadie tiene que reprocharte,
purificaste tu espíritu
a base de tu amor maternal,
a costa de tu visita a los hospitales.
Tuviste a un hijo que se volvió loco,
y lo cuidaste sin que te importarse.
Cuando todo en él parecía perderse,
cuando se iba,
sólo tu lo agarraste.
Salvaste a un ser vil,
alguien capaz de odiar su historia
y su mundo,
creíste como nadie en él,
allanaste su camino de espinas,
y le hiciste feliz.
Él en este momento se siente dichoso,
amante es de su vida,
yo lo sé porque lo vi.
Si te postrasen en una camilla,
él estará cuando retornes en la sala de espera,
a veces sueña contigo,
en ocasiones se sobresalta al venirle a la cabeza
aquella maldita escalera.
Comprobé como el amor vuelve cuerdo
lo que está más frustrado,
me enseñaste la fortaleza,
lo que es saber vivir,
hagámoslo a esta hora juntos,
canta y ríe,
desprende de esa cara toda su tristeza.
Porque este enfermo te quiere,
no lo dudes nunca.
A pesar de su genio maldito,
a pesar de vuestras posibles diferencias.
Nada ya nadie puede reprocharte,
al hablar de ti hay que hablar de una madre,
alguien de carne y hueso,
un ser más bello que un ángel.
(A MI MADRE)
ESCRITO EL 18/03/2015.
Me gusta y muy respetuoso
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