En las entrañas de un edificio amarillo de números rojos, en la escalera en donde los chavales firman su rebeldía e ingratitud, se puede encontrar una puerta que lanza una mirada insolente a la Sierra. En su interior se encuentra una hoja, un lapicero y una persona, esa que ahora caigo en la cuenta que sólo puedo ser yo mismo, un miembro más de esa espesura que forma tu lugar en la historia.
A ti te debo la risa, la falsa sensación de libertad que poseo, la pérdida constante de la inocencia, y la astucia que sólo da tu experiencia a costa de muchos lamentos.
Entre este cielo plomizo y tus atascos, a través de las muertes del pasado y de la sangre que es derramada en el monumental de las Ventas, a pesar de esa guerra fratricida que siempre retorna al olvido, me hallo en ti como un ser insensato, un enfermo de la escritura, el hombre que creó un velero que tomó el rumbo que le permitirá escapar de su locura.
Este es el lugar idóneo para consagrar una obra,, con el Prado y su colección Thyssen, el Reina Sofía y sus galerías de barrio, los artistas del metro, las editoriales dispuestas, y todos esos buscadores de sueños, aquellos que intentamos plasmar la belleza en esta tierra que se encuentra baldía y fértil, tierra de tremenda ilusión y desolación traicionera.
Sólo en ti prende tu infierno y se eleva tu cielo, por tus calles siempre hay un dedo que pide monedas a cambio del cuerpo y rechaza limosnas. Hay pasión y amor, soledad y nostalgia. Aquello que pudo ser, lo que nunca será a pesar de tu arrogancia.
El Manzanares arde cuando llueve en tus hogares, lo corrupto y lo honesto caminan de un palacio hacia tus calles, la leyenda y tu orgullo hacen que no reconozcas jamás tus errores, continuas marcando el tiempo, con tu frente limpia y altiva, paseando por la Latina o Chamberí, mostrándote como la más castiza, mientras en Tetuán algunos zagales pasan un hambre de emociones.
No mientas al mentiroso, decía sabiamente mi compadre, intenté sin embargo engañarte, y el absurdo fue tal que llevo seis meses entre tus zarzales. A Madrid se la ama o se la odia, a nadie puede serle indiferente. Se le hace una canción a lo Sabina, o un texto que una idéntica emoción pretende.
Me comentaron que nadie es profeta en esta tierra, mas en cada esquina me topo con uno distinto, qué le voy a hacer si me atrapó tu cultura, tu mundo y tu vicio. Ya que aunque odie tu Chotis y esa chulería grosera, amo este suelo que piso, amo tu nombre y tu tristeza.
No soy de aquí totalmente, no pertenezco a tu vientre, sin embargo seis meses han bastado para rendirme a tus pies, para adorarte. Me queda el resto de mi vida para exhalar tu intensa fragancia, para llorar y reír en tu seno. La eternidad para odiar a esta ciudad, que sin embargo mi pecho cuando está lejos siempre añora.
(DEDICADO A LA CIUDAD DE MADRID)
ESCRITO EL 17/03/2015.
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