Hay momentos en la vida, en que todo tiene un sabor agrio. En que te levantas cansada, con una insistente ausencia de esperanza. No ves puertas abiertas, ni brazos dispuestos a acogerte. Tan sólo las mismas calles, el mismo transitar indiferente.
Yo en esos instantes, observo una fotografía en la que tu apareces, con postura graciosa, con rostro sonriente. En ella corres haciendo que tus pies vuelen libres, recordándome de ese modo al niño que fui. A ese que escapaba de toda desidia, del horror que le esperaba apostado en lo alto, del mundo que a veces se le mostraba ingrato.
En aquellas edades tempranas, mi lucidez era admirada, era poseedor de un futuro brillante, y caí en la trampa de creerlo, totalmente iluso, como todos aquellos que depositaron en mi su fe. Muchos de los que ahora se preguntan incrédulos, las causas de tan devastador derrumbe.
Con sonrisa ironica, cual mueca grotesca, a veces cínico, a veces disperso, escribo con esta pluma que aún no está seca.
Con lágrimas en los ojos reconozco ante ti, que perdí mi apuesta. Porque no supe usar los dones otorgados, porque la melancolía se apoderó de mi alma, esa que camina solitaria y vagabunda, intentando no lamentarse del vil y doloroso pasado, ese que de rememorado es cada vez más odiado.
Utilizado, criticado, deshonrado, en ocasiones apartado, así es como me ha tratado el día a día, al que ya no tengo más remedio que proferir halagos, convirtiéndome así en otro de sus repugnantes esclavos.
Haciéndolo igualmente de esta sociedad, que lentamente me ha atrapado, a la que quisiera volver la espalda, mas el sufrimiento y la soledad hacen débil y cobarde mi pecho, sintiéndome falso a veces, a veces ostentando un orgullo insensato, pues no soy más que un ser con harapos, que con dificultad su existir como una pesada carga va arrastrando.
Deseo para ti todo lo contrario, una libertad y felicidad plena, que crezcas sin dar tantos bandazos, con una personalidad fuerte, carente de penas. Que mires siempre al futuro, con los pies en el presente. Que tengas un corazón puro, que aposente un sentir sincero eternamente.
Lucha por no fallarte nunca Alejandra, porque la vida no consiga corromperte. Brega por tus sueños sin contemplaciones. Ayúdate a ti misma, antes que a los demás. No cometas los mismos errores que tu tío, que perdió su propio trayecto en aras de un ideal, uno completamente utópico, irreal en este paraje terrenal.
Hazlo por tu latido, en este lugar que a veces hostil se muestra, pero que en algunos resquicios, contiene felicidad y belleza.
Por último te pido, que no hagas mucho caso de estas palabras, que aunque están escritas honestamente, son fruto de una mente hoy nublada.
Tu tendrás también momentos de profunda tristeza. Mas yo sólo puedo prometerte, que mis oídos estarán siempre atentos, si tu quieres con confianza hacia ellos mostrarte.
Siendo el único honor que me queda, el de poder en tu senda ayudarte.
A mi sobrina Alejandra.
Escrito el 16/10/2013.