DÍA UNO.
Me comenta que mató a una cucaracha, tendrá que desinsectar su casa. También ha discutido con su novia, le ha amenazado con largarse, y además a su madre parece que le esta definitivamente venciendo el cáncer.
Miro mi café, él se bebe el suyo de un trago y pide un gin-tonic.
DÍA DOS.
Me comenta que al pasear por un parque vio a una paloma tumbada en la arena a la que le faltaba la cabeza. Su novia al amanecer se ha marchado, su jefe ha concertado con él mañana una reunión de urgencia, teme que su madre este empeorando.
Yo me pregunto si tanta dosis de negatividad me sentará bien, doy un sorbo a mi café, él pide un whisky doble.
DÍA TRES.
Me comenta que ha visto en el asfalto de su calle el cuerpo de un gato inerte, congelado por el frío. Su ex novia no contesta a sus llamadas, su jefe le ha puesto en el paro, y a su madre la han vuelto a ingresar.
Siento ganas de irme, de escapar de allí. Remuevo el café con mi cucharilla. Él parece algo borracho a estas horas.
DÍA CUATRO.
No aparece a nuestra cita habitual. Hoy no pido café. Voy a su casa y a lo lejos vislumbro luces de ambulancia. Pregunto al acercarme. Mi amigo se ha colgado de una soga.
Miro al cielo, parece un día totalmente normal, meto las manos en mis bolsillos, encamino mis pasos de vuelta a mi hogar.
Escrito el 04/11/2014.