DESEARÍA DECIR A VICENTE AMIGO

En ese momento en que a Madrid llegaba el ocaso, en el que las luces de aquel teatro se fueron apagando, en cuyo silencio un único foco iluminaba el escenario, de repente el eco de unos pasos, el sabor a ilusión y a fuego, pues tu figura irrumpía en el escenario.

Empezó aquel sentimiento hecho vendaval que representa tu música, la respiración entrecortada, espectante y alegre que abrasa, el recuerdo eterno y perenne del maestro Paco, ya que hacia él fueron y por siempre irán los suspiros de aquel espectáculo.

Nunca contemplé en mi vida anterior a ese preciso instante, el dulce maltrato ofrecido a esas tensadas cuerdas que son tus amantes. La resonancia de aquella noble madera junto con el trabajado oficio de esos tus fieles acompañantes, hicieron que la sublime MUSICA, con todas sus letras en mayúsculas, alcanzara anoche seguro el palpitar de los Dioses.

Tan sólo yo quisiera decir humilde a este creador de sueños, compadre que es de la evocación en sus melodías, que los ojos de este aspirante a escritor decente pudieron observar ayer por la noche, cómo un hombre pleno de locura y de pasión consumaba la eternidad de su amor hacia una guitarra.

Pues la belleza de aquellos acordes que en acertadas ocasiones se hallaban impregnadas de una imponente voz, rasgaron esta cansada alma cuya sensibilidad se encuentra algunas veces perdida y marchita, y esta piel que aún vibra y se emociona por lo que vio y escuchó, ya que no hace falta ser ningún entendido para comprender y sentir que el arte fluye por las venas de Vicente Amigo.

Al guitarrista Vicente Amigo.

Escrito el 22/10/2014

EL RETRATO DE LOS CINCO.

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En esta obra nos ha perpetuado una artista que amanece, mi opinión siempre humilde es que posee talento, y su pincel debe y puede dedicarse a cumbres cada vez más altas, pues lo suyo no es plasmar únicamente meras figuras, sino lo que esconden éstas, sus esencias e incluso sus almas. Este es mi parecer, y si viniera un docto maestro expresando lo contrario, pensaré que es debido más a no perder su estatus que a ser objetivo, ésta es la fe que por esta pintora cuyo nombre es María ostento.

Entre los retratados constituimos una orgullosa familia, la nuestra. No es ni nunca será especial, pero es la que nos es propia. Tempestades se desataron bien pronto en su seno, odio con sabor a amor, asfixia interrumpida por el abandono, dolor de no tener elección, y decisión pendiente de un rey impasible que permanece altivo en su trono.

La melancolía que a menudo reflejamos en el rostro se respira en las paredes de un hogar que se tambalea, se encuentra varada en tierra baldía, separada de mi añorada Madrid, de esas vetustas calles vivaces y castizas.

En el interior de estas paredes cada segundo es eterno, cada hora un suspiro, dos de sus miembros se hallan de ellas ausentes, mas jamás nos han olvidado a los que permanecemos.

Cicatrices curadas con vinagre y sal, sangre que ningún vampiro aprecia, deseos de escapar en el sombrío futuro y de permanecer al cuidado perenne.

Ellos son mi principal inspiración, aquí presento a mi familia, posiblemente no sea la más tolerante, ni mucho menos la más divertida, tampoco aunque en ocasiones lo parezca la que se detesta intensamente. Pero lo que sí es y será, al menos para mi cuerpo y mi mente, es la más amada y querida, la más odiada y sentida.

Escrito el 01/06/2014.

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EL CUENTO DE SUSANA.

La conocí una cualquier noche de primavera, una repleta de humo y de notas de Jazz.

La descubrí tal y como ella es de misteriosa, su mirada melancólica cautivó el temblor de mi habla, que desde entonces intentó recitar su primer poema, el único que escribiría como verdadero, no uno que reflejara amor, así como tampoco pena, ni belleza ni soledad, tan sólo ese sentimiento confuso que se apoderaba poco a poco de mi cuerpo.

Quizá sea éste únicamente de dulce empatía, un deseo desesperado de amistad, un instinto fraternal de protección, puesto que vi en su persona lo que hace tiempo en mi escritorio está escrito, mi palabra se encuentra en ella hecha carne, el personaje que creó mi mente está en esta mujer existiendo.

Es mi reflejo, pues su vacío es el mío, su tempestad la que siempre habitó en mi pecho, y nuestra cárcel es la vida que otros nos impusieron.

A veces la contemplo paseando por el pueblo, entre sus jardines se pierden mis ojos, se difumina con el color del paisaje, y noto como en toda mi obra su ser se esparce. Porque ella es mi yo joven y femenino,  es una diferencia de mi constante, se halla en mi pluma mientras camina solitaria y pensativa por estas reales y vetustas calles.

Hoy soñé que de sus homoplatos brotaban vigorosas alas, que frente al espejo se veía al fin desnuda tal cual es de rebelde y de salvaje, poseedora ella de un alma tan bella que no puede más que reflejar un espíritu noble, y la despedí de este modo desde el balcón de mi cuarto, ese que se encuentra ahora vacío sin su envolvente esencia.

Entonces es cuando levanté mi mano esbozando en mi rostro una sonrisa, pues con felicidad y tristeza comprendí que en este momento ella era libre, y que así se debería mostrar, pues voló al traspasar la irrealidad de mi texto, que sin su realidad estará plasmado siempre en un papel muerto, en uno sin ninguna importancia, uno que se esconderá en el cajón del olvido, y así se mantendrá perenne en él, así estará unido eternamente a mi alma.

Escrito el 27/05/2014.

CRÓNICA: UN LUGAR DE PAZ.

EJERCICIO PERIODÍSTICO PARA EL IVCH

En la provincia de Madrid, entre las localidades de Aranjuez y Añover de Tajo, en una madrugada fría del mes de febrero pasado, al fin vi en un recodo de un camino de tierra, el humilde y práctico caserón habilitado para residencia.

Cuando frenó el vehículo, comprendí que me encontraba en Basida, lugar de reposo y disciplina, dirigido por seglares, los cuales otorgan su ayuda a enfermos contagiados por el virus del VIH, intentando así reinsertarlos y adaptarlos dentro de su dura realidad.

Allí me llamó la atención Pedro, un usuario de 26 años que me dijo que halló su amor auténtico en aquel lugar, me contó que no era un amor vulgar, sino uno espiritual, que le llena cada amanecer su alma de paz.

Allí comprobé como hacían actividades diversas, desde trabajos de carpintería y agricultura, hasta otros más artísticos como las manualidades o la pintura.

A la hora de la comida me senté a la mesa sintiéndome uno más, integrado en una comunidad verdaderamente altruista cuya existencia tiene la esperanza de sobrevivir gracias a la bondad ajena y a su propio esfuerzo constante. Allí todos sonreían, a algunos se les podía ver sus dientes mellados, pero igualmente su sonrisa por sincera, era bella.

En el viaje de regreso a mi cotidianeidad, miré hacia atrás, y pude contemplar a aquella comunidad alzándome la mano para despedirse, pronunciando con gratitud su adiós, a lo que mi pensamiento respondió un hasta pronto, puesto que allí retornaré algún día, al haber encontrado en ellos cierta paz en mi alma.

Escrito el 19/02/2014.

ENTREVISTA A MI MISMO.

EJERCICIO PERIODÍSTICO PARA EL IVCH

Con una sudadera roja y sus vaqueros azules, escondido tras sus gafas de montura negra, y con su pelo largo algo alborotado, y su barba de tres días, se nos presenta en la redacción el escritor novel Daniel,  que parece un poco despistado, enamoradizo y soñador.

Le sirvo un café que acepta con cortesía, y me dispongo a hacerles las preguntas que expongo a continuación:

Yo: ¿Cuándo decidió ser escritor y cuándo descubrió que lo era, si es que lo es?

Daniel: Nunca lo decidí, desde siempre me gustó escribir, y tengo la suerte de poder desarrollar con un pequeño éxito mi afición. Pero en realidad nunca me he sentido escritor, soy otras muchas cosas, ser escritor no es mi esencia.

Yo: ¿Y en qué se halla su esencia?

Daniel: No lo sé, es una búsqueda continua, por eso escribo, para encontrar la esencia de las cosas, lo que son, retratando lo que veo me retrato a mi.

Yo:  Siempre pone la figura de su padre como motivador de su escritura ¿tanta es su influencia?

Daniel: Mi padre soy yo, y yo soy mi padre, nos une la personalidad, el carácter, la rigidez, al igual que todo eso nos separa. No hay nada que se ame ni se deteste más que ver en otro ser humano tu espejo.

Yo: Para terminar, ¿continuará escribiendo?

Daniel: Siempre, lo que no sé es cuando dejaré de publicar, si pararé algún día, no por falta de público, sino por carencia de fuerza vital. Habrá algún momento que quizá no me pueda desnudar más.

Nos damos las manos, y me despido de Daniel, que me pidió una entrevista corta, porque tenía que terminar un trabajo que se había propuesto hacer.

Escrito el 19/02/2014.