EJERCICIO PERIODÍSTICO PARA EL IVCH
En la provincia de Madrid, entre las localidades de Aranjuez y Añover de Tajo, en una madrugada fría del mes de febrero pasado, al fin vi en un recodo de un camino de tierra, el humilde y práctico caserón habilitado para residencia.
Cuando frenó el vehículo, comprendí que me encontraba en Basida, lugar de reposo y disciplina, dirigido por seglares, los cuales otorgan su ayuda a enfermos contagiados por el virus del VIH, intentando así reinsertarlos y adaptarlos dentro de su dura realidad.
Allí me llamó la atención Pedro, un usuario de 26 años que me dijo que halló su amor auténtico en aquel lugar, me contó que no era un amor vulgar, sino uno espiritual, que le llena cada amanecer su alma de paz.
Allí comprobé como hacían actividades diversas, desde trabajos de carpintería y agricultura, hasta otros más artísticos como las manualidades o la pintura.
A la hora de la comida me senté a la mesa sintiéndome uno más, integrado en una comunidad verdaderamente altruista cuya existencia tiene la esperanza de sobrevivir gracias a la bondad ajena y a su propio esfuerzo constante. Allí todos sonreían, a algunos se les podía ver sus dientes mellados, pero igualmente su sonrisa por sincera, era bella.
En el viaje de regreso a mi cotidianeidad, miré hacia atrás, y pude contemplar a aquella comunidad alzándome la mano para despedirse, pronunciando con gratitud su adiós, a lo que mi pensamiento respondió un hasta pronto, puesto que allí retornaré algún día, al haber encontrado en ellos cierta paz en mi alma.
Escrito el 19/02/2014.