UN CAMBIO DE RUMBO.

En una habitación a oscuras, entre libros ya leídos, otros que se leerán. Algunos cuyos párrafos no serán escrutados por estos, mis cansados ojos, los cuales contemplan la negrura imperante, la que bordea el abismo, del que se encuentra delante, del que en mi transitar dejé atrás, no hallando aún el esperado y deseado olvido.

Pues mi camino está lleno de espinas, que se clavan,  que producen dolor en mi humilde y ajada alma. Que posee un latido que va dando tumbos, sin llegar nunca a desfallecer, encontrándose un poco aturdida, convirtiendo de este modo suplicio en armonía, la de la escritura, si, la de mi alegría. Aposentando ahora en mi vida un corazón vacilante, dudoso entre el amor y la belleza, el de una mujer, o el de mi pretendido arte.

Cogiendo al instante mi pluma, garabateando palabras vencidas, las mismas  ya escritas por otros hombres, por otras manos más brillantes. Mezclándolas y rebuscándolas en hojas sucias, en un papel permanentemente condenado, al deshecho en un cajón, a un posible encuentro fortuito, lejano en el tiempo, quizá muy lejano.

Pensando, reelaborando, tachando, añadiendo…..aprehendiendo.

Encontrándome ahora en un jardín luminoso, entre el césped escarchado del alba, con mi cuerpo desnudo y temblando. Paseando al desperezarse el sol, que levanta su dorada cabeza, ascendiendo, si, subiendo hasta poder observar lo que a él más le interesa.

Siendo esto el ajetreo de la existencia, con sus soñolientos habitantes, de esta que es nuestra tierra, y de cuyo sentido, nuestra mente sin quererlo se muestra distante.

Haciendo en este momento un viraje en mi rumbo, antes que el crepitar de mi llama se extinga. Porque aun teniendo tiempo inestable, mi voluntad decidió ser fiel a su espíritu. El cual ostenta en su esencia, un sentimiento por siempre libre y diletante.

El de un vagabundo, que eligió emprender su propio camino, volando a ras de suelo, sin hacer mucho caso a los obstáculos de su accidentado camino.

Escrito el 12/10/2013.

 

 

CAPÍTULO CERRADO.

Por unas angostas calles de Madrid, entre su gris asfalto y el ajetreo de sus castizos ciudadanos, tuvimos un primer encuentro, al que siguieron varios.

Los emprendimos con algo de ilusión, yo ausente de esperanza, y el tiempo me indicó que no me equivocaba.

Y sé que no mereces ningún texto, por tu burdo y vil sentimiento, que aposenta su dulce rostro, en el hombro de otro cuerpo. Que seguro que amará tu joven belleza, pero que jamás sabrá amar tu esencia.

Tienes que saber, que el paso de los años con su inevitable desgaste, hará que se esconda de tu cara esa pureza. Que tus ahora fieles admiradores desaparecerán, que llegará un momento en que ya no llamen a tu puerta, y que tu ardiente lecho, frío quedará. Mas tú en este momento no te das cuenta, tan inocente como eres.

Mientras, yo seguiré buscando algún rumbo que me guíe hacia un corazón sincero, pues lo prefiero, antes que compartir un mismo colchón a cada vez más breves momentos.

Porque conozco tu futuro, ¡quiera Dios que me equivoque!, al ser el mismo del de tantas, que se creyeron nobles, y al final la realidad les hizo en el barro revolcarse.

De este modo sufrirás y te refugiarás en el salvador rezo, como hiciste siempre, puesto que en tu cobardía no supiste nunca afrontar en soledad esta vida, no hallando así, una por ti buscada alegría.

Y yo ya no estaré ahí para amortiguar tus golpes. Habré volado a otros labios más honestos, hacia otro querer que sea más auténtico.

Poseyendo así fidelidad eterna a esta mi alma, que se muestra vagabunda y sincera.

Dándote las gracias, por hacer que abriera mis cegados ojos. Esos con los que empezaba a amarte. Contemplando en la lejanía, la falacia de aquel mayo, en el que juntos nos creíamos felices, siendo el mutuo latir falso.  Marchando yo al fin de una senda por ambos brevemente compartida. Abandonando a esa rosa marchita, que es tu presencia, y que en este instante se pudre en un rincón olvidado, puesto que de mi pensamiento raudamente  desaparece.

Sabiendo que no mereces ningún texto, por tu burdo y vil sentimiento, que aposenta ahora su dulce rostro, en el hombro de otro cuerpo. Que seguro amará tu joven belleza, pero que jamás sabrá amar tu esencia.

No malgastando en ti más mi tinta, sin rencor eternamente me despido.

Contento estoy al haber mantenido la promesa, de tener un verbo auténtico, que intenta no mentir nunca, ni siquiera por un amor, que se mostró deshonesto.

Reescrito el 09/10/2013.

EL SUEÑO ALADO.

Paseando por callejuelas empedradas,
por parques urbanos de hormigón y cemento,
entre este sol que acaricia las olas,
ahora marcando con mis pasos la arena que juega con el viento.
Pensé en todo lo bello que rodea,
mi existir diletante y solitario,
que aspira a convertir con tinta en arte,
una hoja en blanco en bastantes ocasiones distante.
Que vuelve la espalda al fiel escribiente,
hallando éste con sorpresa que a veces le es permitido,
plasmar la hermosura de un pensar delirante,
al que en breves momentos miman las musas,
siendo en otros instantes que ellas le rehuyen.

¡Y qué le voy a hacer yo,
si me atrapó este latir ambicioso!
Siéndome vedadas las uniones con amor,
y ese sosiego alegre de convivir a tu lado.

Ya que por sendas de concupiscencia,
quizá me encuentre sumido en el lecho,
de dulces mujeres que escapan de lo auténtico.
Pues la soledad quebranta en ocasiones dolorosamente mi alma,
esa que no cree en un amor verdadero,
perdiendo en su existencia cualquier esperanza,
prefiriendo ser con su habla sincero,
a mantener por propio temor a una deshonesta dama.

¡Y qué le voy a hacer yo,
si me atrapó este latir ambicioso!
Siéndome vedadas las uniones con amor,
y ese sosiego alegre de convivir a tu lado.

Y es que la escritura y el saber,
invaden todo el tiempo otorgado.
Con mi pluma activa quiero perecer,
construyendo el renglón con más belleza encontrado.
Siendo todo ello mi más triste decisión,
y la productora de mayor alegría,
emprendiendo mi camino con esta canción,
que humildemente mi despejada mente predica.
Ostentando ahora en mi interior,
una amplia y real sonrisa.
Hallando al fin en mi una felicidad superior,
a la que cualquier cobarde vasallo aposenta,
al preferir el querer de un interesado amor,
antes que el intento de alcanzar su deseo soñado.

¡Y qué le voy a hacer yo,
si me atrapó este latir ambicioso!
Siéndome vedadas las uniones con amor,
y ese sosiego alegre de convivir a tu lado.

Escrito el 29/09/2013.