Quise viajar a New York, y comprobar cuánto de ancha es Castilla, leí a Lorca y Baudelaire, me deleité con Emily Dickinson y Sylvia Plath….. ellas y ellos junto con tan sólo unos pocos más, los que mis años y mi tiempo me invitaron a descubrir, cautivaron mi sentir, y me dejaron un sabor a campo y a melancolía, a pasión y a honestidad, en este paladar que se encuentra ávido como nunca lo estuvo en su pasado por vivir.
Nací tan solo una vez, pero sé que moriré cientos, al cerrar otro libro, al intentar escribir como ellos. Sus caricias en el papel acompasaron un latir malherido, ese que mira al lejano mar el cual recibe poco a poco su ocaso, mas no le importa demasiado, pues gracias a los versos que encontró y sobre todo a ti mujer, sabe que hasta que desfallezca exhausto continuará caminando.
Valiente de mí, emprendí un trayecto en el que mezclo palabras, cobarde soy, ya que no me atrevo a salirme de un límite, prudente, porque uno es lo que es y la poesía sé que no es ni será nunca mi arte, en cambio labriego si que seré por siempre, de esta escritura que muestro ante el que quisiera leerme.
Jamás me pondré en mi empeño el falso disfraz de villano, ni tampoco el de ningún héroe que reivindique el nombre de salvador, ya que solo sé que me apasionan las letras, y que adoro muchos de los libros que leí, con inocencia soñé con ser poeta, y al despertar a la realidad me encontré durmiendo junto a tí.
Quizá no posea talento, ni para lo que en este oficio es más hermoso ni para lo que quizá se considera decente….me esforzaré al salir el sol por la mañana, viviré para ti mi amor durante todo lo que pueda del día, sucumbiré agotado en tus brazos al llegar la tarde, y rogaré porque al alba siguiente mi cuerpo se despierte al notar el calor de tu tacto al yo tener mi sien en tu vientre.
Tú que eres la única persona que me enseñó lo que es el querer a otro, y a la vez aprendí por ti el fundamental sentimiento de amarse a uno mismo, a esta hora te confieso que quise viajar a New York sin maletas, mas me quedé deambulando por estas calles de un Madrid que ya no es ni será nunca más solitario. Deseé crear con mis manos lo más bello que jamás vio ningún ser humano, mas ese don a ellas no se lo otorgaron.
Sin embargo Dios sí quiso que mi corazón te amase, y que el tuyo a su vez me correspondiera, pues tú emprendiste en un momento dado este camino que es la vida conmigo, y esta felicidad sé que yo ni mucho menos la merecí o la busqué, sino que ella salió a encontrarse con este hombre que es ahora el más afortunado. Él lo siente así desde que se halla a tu lado.
Y a pesar de que sé que no seré jamás el que pasee como un digno poeta, miro a mi horizonte alegre y lleno el pecho con el aire de la esperanza, puesto que comprendo que soy el ser que camina por la senda más bella, ya que por ti sé qué es el amor, tú lo reencarnas, eres mi cielo y mi vida, únicamente a ti te brindo y te debo la ilusión en este mundo, y mi absoluta devoción mientras exista.
(A esa mujer que es mi vida).
Escrito el 09/07/2015.