DESDE HACE TREINTA Y SEIS AÑOS

Hace tiempo pudieron vislumbrar un resplandor tus ciegos ojos, abrías al mundo la risa y el llanto, mientras tanto, una brisa de agosto daba la bienvenida a tu moreno rostro, a su candente luz, a su inocente y plena belleza.

 

En los árboles de tu aldea trinaban en sus ramas los ángeles, puesto que todos los pájaros se habían congregado para contemplar lo que es y era la más hermosa de las esencias, hadas protectoras cuidaban tus sueños, esos que intuían un futuro que está en el presente sucediendo.

 

La vida que es la más sabia, deseaba que tú, una criatura tan sencilla y perfecta, conociese lo que es seguro la auténtica alegría, el sentir de otro hacia ti el verdadero amor, algo que elimina la soledad de cualquier corazón. Fue por este motivo, que mi pecho aún no nato cobrase forma, la que Dios quiso darle para quererte, para cuidar de tu frágil a la vez que fuerte persona.

 

Así, tus suspiros de antaño, la esperanza de un hombre y su aprecio a tu lado, en nuestro Madrid se vieron cumplidos. Esto sé que estaba escrito en el destino, en un firmamento que ahora es tan sólo tuyo y mío.

 

La noche pasada pretendía contarte un secreto, pero mis labios cobardes callaron, me veía perdido sin ti, a pesar de que en la oscuridad te podía sentir. Éste es que sé que es eterna mi pasión por tus besos, que ante esa voz melodiosa que se eleva hacia el cielo, el cuerpo que posees, siempre terso y excitable, el que guía mis pasos clamando deseo, y esa mente que atesoras, libre de prejuicio y limpia de todo rastro de crueldad, estoy postrado humildemente, y pido con devoción el merecerte, el ser a cada instante mejor, para que de este modo no descubras ni te defraude mi absoluta y mediocre ruindad.

 

Y es que hoy hace treinta y seis años que tu sentimiento es un don, el Señor quiso traerte desde muy lejos hasta mi, y para ti sé y comprendo que me creó. Un necio e inútil soy y seré hasta mi tumba, si lo que Él me brindó no lo sé cuidar y proteger como es debido, ya que nuestro amor es para lo que yo nací, sin él ni respiro ni se mantiene mi pálpito vivo.

 

Escrito el 17/08/2014.

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