Aunque en el trayecto hubo momentos de tormenta, zozobra y espesa bruma. En los que con dolor viviste, buscando con ansia una muerte que aunque merodeó su puerta jamás a tu alma señaló.
A ti te agradezco que te mantuvieses ante este mundo y ante la torpe sociedad así como te mostraste de íntegro, valiente y luchador.
Tú, que te quisiste en el pasado bien poco, que perdiste a gente que consideraste tu amiga, sufriendo al descubrir la falsedad de sus gestos, la despreciable mentira que se apoderaba de sus amables y gratuitas palabras.
Tú, el cual comprobaste en carne propia su rechazo, los prejuicios que te brindaban sin haberte llegado a conocer, que continuaste con paciencia esperando algo que nunca llega, algo que nunca por ignorancia te van a conceder.
A ti que prefieres mostrarte y que te odien por lo que eres en lugar de que te amen por lo que no.
A ti y a tu corazón roto y vagabundo, ese que no se cansa de amar y de cuyo latido es siempre desterrado lo que se habría merecido odiar a perpetuidad.
A ti que empiezo a tenerte un gran aprecio.
A tu persona que es la mía con un alma compartida, a ti tan sólo puedo decirte gracias.
Porque jamás te vendiste y conseguiste dejar atrás todas tus ya lejanas tristezas, porque en este instante eres libre a pesar de que otros intenten ponerte cadenas.
Y es que ahora la felicidad al fin en lo que eres y haces encuentras.
Escrito el 01/04/2014.
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