EJERCICIOS DE REDACCIÓN. (PARA EL CURSO DE ESTILO)
-Hágase una narración evocadora de un concierto. (Medio folio máximo).
En la imponente y oscura sala del Teatro Real, se elevó un sonido de violines y timbales que se repetían en el tiempo, haciéndolo todo opresivo y monótono.
Encima del escenario se divisaban seis figuras negras, cada una de ellas en una postura diferente, que sobre un fondo verde y separadas las unas de otras por anchas columnas, se movían con la cadencia del ritmo de aquella música, cambiando así muy lentamente de postura, reflejo de lo que interpreté la falta de poder de transformación del ser humano en esa atmósfera asfixiante y continua en la que se basa la vida.
Gracias a un efecto de luz, el negro de aquellas figuras iba con el tiempo transformándose en un blanco intenso, signo de la ambivalencia del ser humano.
Ante tal espectáculo, la mayoría de los espectadores, habiendo pasado tan sólo cinco minutos, no pudieron soportar aquella realidad, y se levantaban de sus asientos con el ánimo malhumorado, decepcionados ante quien había osado a mostrarles su verdad, como ve el autor la existencia.
Pocos fuimos los que nos deleitamos con aquella obra, quizá los mismos que somos incondicionales a esa visión de la vida, que en su obra refleja tan magistralmente Samuel Beckett.
– Hágase una versión muy activa y presencialista de la misma narración (Medio folio máximo).
Entro a la espera de que empiece la función, una señora mayor me pregunta si conozco la obra de Samuel Beckett, el destinatario de aquel homenaje. Le digo que es mi escritor favorito, y ella me pide que le hable de alguno de sus relatos o cuentos. Yo me dispongo a comenzar con entusiasmo a hablarle de aquello, cuando las luces se apagan y de inmediato la música empieza.
Me disculpo y me acomodo, escuchando aquel sonido monótono y acompasado que me oprime un poco el pecho, mientras vislumbro unas figuras que expresan un leve movimiento en el escenario al compás de aquella música, que dentro de esa angustiosa cadencia me parecía bella, llena de sensaciones que ya he vivido, todas ellas juntas en aquel momento.
Sin embargo, la mayoría de los espectadores se levantaban y se marchaban, y la señora que se encontraba a mi lado empezó a resoplar y a conferir exclamaciones como: ¡qué barbaridad!, ¡qué espectáculo tan soporífero!, marchándose ella también al poco tiempo.
Allí nos quedamos unos cuantos incondicionales, a los que nos parecía algo bello lo que a otros les parecía algo totalmente horroroso.
Escritos el 08/02/2014.