FIESTA DE CUMPLEAÑOS

Aplausos, felicitaciones, regalos, bailes en el salón principal, saludos cordiales, conversaciones agradables, siempre mostrando la mejor de las sonrisas. El vestido deslumbrante, el maquillaje en mi cutis digno de una reina, los caballeros invitados me besan la mano con cortesía, y sus damas se inclinan levemente y me critican a la espalda con cierto resquemor, puesto que todo lo que hoy las rodea está puesto ahí para mí, todo está realizado en mi honor. En este día cumplo un año más, igual de radiante que tiempos atrás pero mucho más vieja, aparentando una felicidad a todas luces ficticia, ocultando que me estoy hundiendo en el abismo oscuro de una depresión, en la tristeza de una melancolía perpetua.

Me desilusiona cada vez más este mundo y sus miserias, y este cóctel que me ofrecen hoy tiene un sabor amargo, salgo en las revistas de mayor difusión, aparezco en televisión y todos permanecen atentos, pues el sonido de mis palabras tienen más valor que su contenido, ¡callad que habla esta diosa!, pero para ti esas palabras que pronuncia mi boca, son el abono que nutre tu cultivo de odio,  mi imagen hace que el aparato que la reproduce se convierta en algo infernal, y sí, lo sé, quemarías todos los quioscos y no pararías hasta ver convertirse en cenizas todas las librerías en las que descubrieras que hay unas letras impresas con mi nombre.

Yo, que lo di todo por ti, y a esta hora maldices mi alma. Renuncias al imperio que construí para otorgarte la máxima comodidad, la mayor protección, te di el tiempo que pude y mi cariño, ¿acaso no fue todo aquello suficiente?, ¿no fuiste un niño y adolescente privilegiado?, entonces por qué tanta inquina, por qué levantaste un muro entre tú y yo, explícame el motivo de tu lejanía, ¿fue esa mujer a la que llamas tu amada la que te puso en contra mía?, ¿cuál fue mi error?

Observo a través de los grandes ventanales el jardín, y en su lateral derecho están los desafiantes y altivos cipreses velando el terreno en donde descansan por siempre nuestros antepasados,  sí, los tuyos y los míos, y al igual que ellos nosotros también tenemos reservado allí un espacio, ¿también renuncias a eso?, ¿reniegas a tumbarte eternamente a mi lado?

Me hago estas preguntas una y otra vez, aunque comprendí tiempo atrás todas sus respuestas, ahora subo la escalinata después de una excusa y despedida cortés, y recorro el pasillo principal hasta llegar a la puerta del que era tu cuarto. No sin dudar me adentro de nuevo en tu mundo, al menos en ese que se halla en tu pasado, y sí, hijo mío, tú lo tenías todo, y ahora me odias, mas sé el motivo.

No te supe enseñar a valorar lo que tenías, el esfuerzo que me supuso recuperar lo que tu abuelo gracias al vicio y sus borracheras casi había dilapidado. Te oculté el esfuerzo que empleé en mi trabajo, con sus días sin descanso, y las continuas noches en vela…. Y todo ello por ti, multiplicando por tu bienestar mis fuerzas, pero una mañana caí en la cuenta de que tú siempre pedías más, y que yo no te había mostrado bien la dirección en el camino de la vida, y ahora veo que escupes mi recuerdo por tu debilidad, porque yo no te eduqué para que fueras fuerte…..

Te lo di todo y ese fue mi error, comprendí tarde que a lo que más amas debes enseñarle principalmente lo que es amar, y eso implica siempre un compromiso, cierto esfuerzo y sacrificio, algo de dolor y ciertas dosis de frustración….

Convertí en un tirano al adolescente que para mí era devoción, y ahora de hombre me odia. Mi culpa fue nunca poner límites a sus caprichos, mi castigo es mi soledad en su ausencia y la segura sentencia de su perdición.

ESCRITO EL 12/11/2015

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