Deseo que las amapolas florezcan este invierno en el campo,
y una primavera eterna surcando mi pecho,
saliendo de tus labios siempre el dulce sonido de un «te amo»,
y proclamar contra tí una guerra de pasión en mi hasta hoy solitario lecho.
Amaneceres en nuestro horizonte llenos de esperanza,
noches en las que no derrochen lágrimas con tristeza tus ojos,
disfrutar de esta libertad que atado a ti ahora posee mi alma,
yo prometo hacia el Cielo que al sentimiento sentido le cuidaré y le echaré mil cerrojos.
Ya que deseo que tu belleza ronde la plaza de mi mirada,
colmar tu cuerpo de besos a todas horas,
que se ausente de nosotros la falsedad en las palabras,
porque las penas más profundas en este mundo a tu lado me sobran.
Anhelo soñar este presente día tras día,
y hacerlo sin perder detalle bien atento,
puesto que soy un loco aprendiz de amar a esta vida,
desde que en las calles de Madrid te dije por sorpresa un «te quiero».
Por ello cuando te conocí desterré con sinceridad mi conocida melancolía,
no dudes de que contigo en esto, como en todo, soy honesto.
Escrito el 03/10/2014, publicado el 07/10/2014