EL PODER DE LA PALABRA.
En nuestra historia han existido gran variedad de oradores, entre los más conocidos seguro que se encuentran Cicerón, Hitler, o Gandhi…. Son personas cuyo mensaje alcanza una esfera casi de poder divino, que es capaz de mover e impulsar la voluntad de otros seres humanos, miles de ellos, a creer en algo, a luchar por un mismo fin, el del ideólogo, cuya palabra les envuelve y les atrae, por la aparente o real honestidad del que la representa.
Lo dicho es considerado la verdad, gracias al influjo de ese líder cuyo mayor don es transmitir, se convencen de que ese discurso es lo que se quiere alcanzar.
Todos conocemos el efecto placebo, que los pensamientos “negativos” pueden hundir en la depresión a cualquier persona, y por lo general solemos cuidar estos elementos, tomando medicamentos cuya máxima utilidad es la moral, y reformulando pensamientos para convertirlos en positivos. Por este motivo ¿por qué no pensar que el lenguaje se encuentra a este mismo nivel?, por lo tanto no debemos descuidarlo, pues es por lógica, una arma igual o más efectiva que una invención que te hace tener fe, o que un traslado de ideas, teniendo en cuenta que dicha idea es creada a través de la palabra.
Sin embargo, no se debe olvidar que dónde está la solución está la trampa, he ahí la necesidad de mantener un planteamiento coherente, sosegado, razonado y realista. Si te dedicas a expresar únicamente lo que la mayoría de la gente quiere oír, lo que les es agradable a sus oídos, pero que aún siendo una alternativa, seguramente se halle alejado lejos de su realidad, normalmente hará que tu discurso no sea efectivo por mucho tiempo en el mejor de los casos, y en el peor se tornará contra ti, pues ante el engaño o la media mentira, esas personas que creyeron en tu mensaje caerán en una profunda decepción, poniéndote el apelativo de farsante. Miren si no el estado de descrédito de la política actual, que crea sociedades depresivas, cada vez más carentes de ilusión.
Por ello lo que siempre hice y haré, es intentar llevar como bandera la sinceridad, expresar la realidad que veo, esa que a menudo es triste y cruel, pero no para caer en el pesimismo, si no para plantear una pregunta que considero primordial.
Con esto que hay, ahora…. ¿Qué podemos, pretendemos, y deseamos realizar?.
Si la respuesta a esta cuestión es vaga, nadie la creerá, si es contundente, tendrá que guiarla el esfuerzo y la honestidad.
Una voluntad fuerte no se sostiene sólo con palabras, el sujeto que las oye o las pronuncia tiene que tener una fe profunda en ellas, y día tras día con sus actos deberá cuidarlas.
Escrito el 19/05/2014.