Hoy no es un día especial, tampoco ha salido el brillante sol por los edificios que se hallan al Este. Más bien es un día bastante feo, en el que hace frío y sopla hostil el viento.
El paseo guía mis torpes pasos, hacia nuestro ingrato trabajo, y el camino que recorro se encuentra, gris y solitario. No pensaba en ningún oscuro ocaso, no sentía esa usual zozobra que a veces atenaza mi cuerpo, y no existía ningún vaivén ambivalente, en mi huidizo e incomprendido sentimiento. Mas aquella sensación de paz, aquel sosiego que parecía eterno, era como siempre ficticio, ya que toda esta vida es y será un juego.
Yo en ella finjo que escribo, lo que en realidad trae hacia mi oído la brisa, otros hacen de todo su empeño, conseguir un vil dinero. Recapacito en este momento, sin entender muy bien el porqué, en que todos caeremos muertos, ya sea en camposanto, o cuando alguien querido brinde nuestro polvo al azul del cielo.
En tales asuntos mi mente meditaba, cuando como cada mañana pasé a saludarte. Pero tu hoy no eras tu, eras un hombre que se encontraba ausente, que contenía un apesadumbrado llanto, pues en tu melancólico verbo, vi a tu alma desnudarse.
Un ser por ti amado, que se acercaba a sus cien primaveras, puede que mañana no vea, un nuevo amanecer ni su canto.
Me hablas de su dura batalla, contra el corte de la guadaña, de su vano intento, pues no era el posible paraíso aún su deseo. Ello hace que yo me sienta, como un insecto ridículo y pequeño, porque sin llegarlo a conseguir, alguna vez en mi historia preferí largarme antes de tiempo.
En sus últimos quince años, halló un amor de mujer sincero, que a ti en confidencia te mostró, cuando aún era su secreto. Treinta son los que cerca tuyo compartió, un envidiable cariño y mutuo respeto, eso es lo único que sabe, el escribiente de este texto. Sin necesitar más, porque al verte en esta vida entiendo, que alguien osado se irá, un anciano que seguramente te enseñó lo que es la integridad y lo que significa ser honesto.
Y no tengo más palabras que decir, no pretende ser este papel algo bello. Sé que jamás llegarás a comprender, el afecto que te tengo. Porque aunque nuestros caminos se separen, aunque no recorramos en el futuro la misma senda, siempre te mantendré en el recuerdo, como tu harás con tu abuelo.
Y perdóname si en este día estoy triste, es porque lo está una persona que considero mi amiga. Hoy atrae mi cuerpo la tibieza de mi cama, pues la tarde se encuentra plena de sensaciones amargas.
Escrito el 15/01/2014.