Me despierto temprano y estás aún aquí tumbada. Tu figura tranquila y segura duerme plácidamente, y creo ver una sonrisa en tus labios, los mismos que besaron los míos anoche tan furtivamente. Siendo ambos como dos locos hambrientos, que se buscaban sin miedo entre aquellas sabanas raídas, deshaciendo con nuestras sacudidas la cama quejumbrosa, que encontró como único testigo la blanca luz de la luna.
Contemplo en mi memoria como me acariciaste la piel, y como lograste hacer que se estremeciera de placer, sin poder reprimir yo ahora un suspiro, al recordar que tu sentimiento era igual que el mío. Descubrí así una pasión que sólo podía intuir, cuando tu mirada pedía lascivamente mi tacto, acercándome la mano a tu pecho desnudo, y suplicando a mi cuerpo que entrara dentro del tuyo.
Levantándome ahora muy despacio, puesto que no quiero despertar todavía tus sueños, yo he cumplido esta noche los míos, al conseguir entregarme a ti por completo. Me siento y enciendo una tenue luz, que me sirve para plasmar este breve texto, que tantas veces escribí en mi pensamiento, sin haberlo logrado jamás en un verso.
En la soledad del silencio lo leo de nuevo, mirando a veces de soslayo tu incierta figura, esa que duerme tranquila y segura, comprobando así que sigue a mi lado.
Mas de repente sin saber donde estoy, abro abrumado mis ojos en esta mañana, y observo como una de mis plumas se encuentra entre mis dedos, teniendo debajo un usado y arrugado papel, en el cual hay escrito, lo que aquí está expuesto. Comprendiendo en este momento, que me dormí cuando me disponía a plasmar, una bella historia, pero no consigo recordar. De quien era aquel cuerpo tan terso, del que sólo mantengo el sabor de sus besos, con la esperanza de que aquella dama olvidada, retorne a mi memoria en la próxima noche cerrada.
Escrito el 29/11/2013.