EPITAFIO I

En el ocaso de la existencia. Cuando la añoranza invade el sentimiento e impera la más temida oscuridad. Hallándose todavía en ti un pequeño halo de luz. Un leve resplandor. Que se aleja. Que huye de su morada carnal. De su cárcel dorada. Siendo en breve tan sólo alma en tránsito.

Ocultando de tu mirar melancólico y de tu debilitado pecho. Aquellos montes. Aquel mar embravecido. Tan azul. Tan salvaje. Recordando aquel atardecer al lado del ser amado. Despidiéndote en ese instante de la amarga soledad. Cuyo sabor es notado ahora en tu boca. Con una incierta brisa robando tu ansioso corazón. Que quiere volver a querer. Que desea alcanzar de nuevo la luna. Pero que contiene tu ultimo latido. Permitiendo escapar rauda tu vida.

Representándose nítida. En tu de repente extraña lucidez. Que evoca un patio de colegio. Una carcomida mesa de estudio. Un fiel compañero de fatigas. Un libro casi acabado. Cuya tinta se agotó. Llegando a su esperado final.

Regresando de este modo al dulce besar de la madre. Al confortable abrazo de tu padre. Que al contacto alivia tu sufrir. Acogiéndote en su seno. Del que ya nunca escaparás. Puesto que entregaste al cielo un ultimo hálito. El último que mantenían tus pulmones. Que en este instante se pudren en silencio. Bajo una losa decadente. Que se halla eliminando todo el rastro humano que en ti quedaba.

Puesto que tu existencia ya se ha extinguido. Se fue de la mano de la más bella dama. Cuyo nombre es muerte. Y que ahora eternamente te acompaña.

Llegando de este modo el momento en que expira tu inacabada y triste obra.

Escrito el 24/08/2013.

Publicado desde WordPress para Android

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s