Una existencia ingrata,
le causó profunda tristeza.
La afilada zarpa de una gata,
reventó un corazón que no reza.
A ese Dios que le abandona,
a una suerte huidiza.
Ya que la vida no perdona,
ni en la tierra más castiza.
Gotas caen por su cara,
llenas de intensa amargura.
Pues el llanto nunca para,
en su mente clara y pura.
Que cree en un futuro transcendente,
que no se halla en este mundo.
Eso ansia serenamente,
este fatuo moribundo.
Que permanece inmovilizado,
ante su tremendo sufrimiento.
Sin sospechar que el estar parado,
es lo que le produce este sentimiento.
Por eso amigo mio te pido,
que actúes con gran premura.
Que saltes de tu cómodo nido,
para alejarte de la triste amargura.
Para así extendiendo tus alas,
huyas de esta vida ingrata.
Olvidando así la sangre que cala,
el corazón que destruyó una cruel gata.
Escrito el 08/08/2013.
Publicado desde WordPress para Android