Mi campo de amapolas se destiñe,
se evapora con el tiempo.
Mi inocencia cruza
el puente de su adiós,
y este insensato levanta su mano
e intenta alcanzar su envoltura.
Despierta….
nunca retornará la luz de ese sol,
tan solo en tu retina permanece la locura,
delirio de besos ausentes,
de labios fríos llenos de un sabor amargo,
recuerdos de una imagen,
de sueños de sepulcro.
Mientras tanto
llueve en el asfalto.
Desamparado y a la fuerza calmado,
ingiero pastillas para el olvido,
cicuta oculta,
pesadilla en mis noches,
el único refugio es un pasillo de hospital,
al igual que mi máximo reproche.
Entre un campo de amapolas
me fugo de mi cobardía,
me cuestiono si fui feliz,
o tan solo un pobre bastardo,
hijo del infierno y del lamento,
mis padres en la oscuridad arrinconados.
Quizá mi respuesta se halle en ti,
en este amor que de la basura recogiste,
tu fuiste quien me enseñó a luchar,
una razón por lo que no estar siempre triste.
Silencio…
mi tumba me aguarda,
se encuentra en cada esquina.
Y en mi último papel,
en mi capítulo final,
creo vislumbrar tu sonrisa
escondida entre el campo de amapolas,
ese que ruge y tiembla
a la vez que una cálida caricia tuya me brinda la brisa.
Escrito 13/04/2015.
Me gusta, profundo y delicado
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