(Idea concebida y sacada de un texto de Ana Hernando, que mi agradecida persona ha escrito con su toque personal).
Lucho hasta la extenuación por evitar que me rompas,
obviando la sangre derramada y el dolor de las fracturas que siente mi pecho,
e intento ignorar el abatimiento que produce en otros mi descenso,
ya que es una huida que me conduce a mi propio infierno.
Me he cortado el labio,
por equivocación lo estrangulé en un lugar oculto,
el del sentimiento hacia ti guardado.
Todo lo hice para levantar un camino de piedras hasta tu frágil cuello,
sin llegar a reconocer tu mirada,
observando el rastro de color púrpura que ostentas debajo de la cuenca de tus ojos.
No consigo recorrer la senda que me guía por tus agarrotados dedos,
no puedo, jamás puedo,
puesto que no sé seguir escogiendo palabras que me permitan un bello lenguaje, uno eficaz,
uno que al fin logre abrazar tu cabeza,
para tentarte a seguirme,
para que el ardor de su brasa nunca olvides.
Descubro como en un instante me abandona la cordura,
noto como brota mi voz clamando su angustia,
puesto que continúo siendo como un títere atrapado en tus férreas manos,
esas que con su sutil maestría manejan entre cuerdas invisibles mi anhelante y esperanzada alma.
Escrito el 08/07/2014.