No me ruegues que te hable de amor, porque yo de dicho sentimiento no entiendo,
jamás lo comprendí, ni tampoco lo quiero.
Lo escucho a menudo pronunciar, viendo en él tan sólo intereses,
siendo mi único deseo en esta noche, que tu a mi te entregues.
Pues la mañana llegará más pronto que tarde,
y quizá ninguno de los dos sabrá si hay segunda parte,
del pasado oscurecer lleno de caricias y de afecto,
escuchando nuestras confidencias y mutuos jadeos.
No me digas por favor que me amas,
porque de ese sentimiento no entiende mi alma.
Tampoco me hables de Dios, porque en Él mi corazón dejó de creer,
ni de una bondad en la vida, que estos cansados ojos no ven.
No me pidas una bella criatura que juegue por nuestro jardín,
ni anheles una promesa mía que no tenga fin.
Mas levantemos día a día entre ambos algo auténtico y verdadero,
sin expresar un «te quiero» que no sea sincero.
Construyamos un nido en el que pasar buenos momentos,
completos de cariño y con plenitud de deseo.
Y si en un amanecer cruel tenemos que despedirnos,
aunque con cierta amargura nunca perderé los estribos,
porque del sentimiento de amor yo no entiendo,
sólo que me siento feliz contigo en este momento.
Escrito el 22/12/2013.