Días y noches
en el desierto,
soledad y llanto
acumulado
en el cajón,
yo, que no tenía fe
en nada puro y sincero,
yo, que no tenía fe
pero al fin encontré
lo que me hizo creer en una razón.
Me hallaba perdido
y ausente
entre tanto bullicio,
y tan solo tú
te acercaste para escucharme.
Mas mi discurso se hizo torpe,
dudé ante tanto deseo.
Cobarde era y me veo,
temía acabar sintiendo
lo que en este ocaso siento.
Nunca sabrás
cuánto te he llegado
a querer,
cuánto te quiero…
Y ¡Quién lo diría!.
¡Recordar al niño de antes y
observar al hombre de ahora!.
Mostrando su tonta sonrisa
al despertarse,
guardando en su corazón
únicamente esperanza,
y a cada paso luchando
con más y más fuerza.
Aunque nunca sabrás
cuánto te ha llegado
a querer,
cuánto te quiere…
Jamás el silencio
me dijo así ningún te amo,
ni una caricia nunca
me fue otorgada sin manos
con tanta pasión…..
Y te confieso que
al encontrarte
decidí cambiar mi destino…
y hubo un instante en el que cesó el ruido,
en un momento todo se calmó….
Pero jamás sabrás
cuánto te he llegado
a querer,
cuánto te quiero…
Y sé que seré
muy feliz
a pesar de que
en ocasiones
me ponga triste,
que te haré daño
sin querer
y que sufriré
aunque nunca te diga que me heriste.
Mas esta senda que por azar o fortuna nos ha unido,
de la cual lo único que sabemos
es que no siempre
fue fácil,
es la que deseo recorrer mientras viva,
es un bello sueño del que no quiero despertar
pues no podría soportar que su feliz locura
fuese mentira…
Sin embargo,
nunca podrás entender
cuánto te amo…
A Marisa Belarmino,
te echo de menos, sé que pronto estarás a mi lado.
ESCRITO EL 06/07/2017